Francisco Herrera Luque escribió que Venezuela sufría del complejo de la hermana mayor: cada vez que reunía un dinero se ocupaba de asistir a sus hermanas en la necesidad. Quien piense que Hugo Chávez inventó la solidaridad latinoamericana está chiflado. Eso viene de nuestro Libertador, que no era de izquierda sino muy liberal y clasista, pero que tenía una visión de integración de las nuevas repúblicas dada la división de la unidad política fundada por la propia Independencia. En arrebatos y personalismos Chávez tiene un pariente remoto que es el impresentable de Cipriano Castro pero más acá, su sueño tercermundista, sur-sur de la franquicia bolivariana lo comparte con Carlos Andrés Pérez, el primero. Petrocaribe, o el fracaso de Petrocaribe, es heredero del Pacto de San José. Diversos economistas alertan que la deuda de las naciones de Petrocaribe con nuestro país alcanzaría más de 16 millardos de dólares después de que el gobierno vendiera la deuda de la Republica Dominicana con su jugoso descuento a Goldman Sachs. Como en el cartel del abasto, vendimos a crédito, la caja fuerte está vacía, los maulas se lucen y la filantropía comienza a gaguear.
La misma repartición de la hermana mayor la realizó CAP I regalando un barco a Bolivia. Evo ha sido mucho más certero como sablista. La generosidad venezolana no sólo ha sido en aportes directos sino en recibir a una inmigración a la que se cobijó en hermandad. Ramón J. Velásquez me contó que Omar Torrijos, asiduo visitante de los tiempos de la Gran Venezuela solía decirle “que cuando un pariente rico te invita a comer, los pobres siempre deben asistir porque con algo se van a sus casas”. Sin embargo ese latinoamericanista de branding como Rubén Blades habla pestes de los venezolanos en Panamá. Cría cuervos que salen cuervitos.
La tragedia isabelina del Rey Lear señala a un monarca que ha sido pródigo con sus hijas y estas lo han abandonado a su suerte y miseria en la vejez. Pdvsa comparte el destino del Rey Lear porque ahora que se acabó la fiesta, que no hay dinero para seguir financiando peronistas, ni equipar hospitales en Uruguay, pavimentar carreteras en el Caribe o seguir sufragando los sueldos de los onerosos médicos cubanos, las hijas le dan la espalda a la hermana mayor, al Rey Lear extraviado que evoca ilusiones en el pasado. El monarca está sólo en medio de sus sombras porque en la nueva versión del Shakespeare suramericano, Cordelia, la hija fiel, denuncia la incapacidad de su padre. En los tiempos de cambio que se avecinan, a las hermanitas menesterosas se les cambiarán sus papeles deslucidos, muy pasados de moda, por avisos de cobro.
@kkrispin