Un bolívar fuerte representa actualmente 0,0014 centavos de dólar a la tasa del mercado paralelo; es decir, no tiene poder para adquirir productos. De allí que las economistas Tamara Herrera y Anabella Abadi recomiendan comprar hoy el producto que se encuentre porque en unos meses posiblemente no se conseguirá o será imposible pagarlo en bolívares. También sugieren no descartar el trueque y el endeudamiento como una práctica que facilita el acceso a bienes necesarios, publica El Nacional.
La inflación puede cerrar entre 180% y 220% para finales de 2015, según cálculos de firmas internacionales. Actualmente el alza promedio de precios pasa de tres dígitos; mientras que la escasez alcanza 60,7%, de acuerdo con cifras de Datanálisis al cierre de mayo.
Tamara Herrera considera que una manera de proteger el patrimonio, grande o pequeño de la familia, es comprando bienes que eventualmente se puedan vender o trocar. “Esta es una de las expresiones de la dinámica de la hiperinflación. Los seres humanos vamos incorporando diversas formas de protección a la vida diaria”.
Hace hincapié en que no importa a qué clase social se pertenezca, la práctica para proteger el dinero y hacerlo rendir es la misma. Cita como ejemplo la persona que vende café en las colas de las autopistas o en un pequeño establecimiento. Aun cuando no necesite otro termo para guardar el café debe pensar en comprarlo porque hay grandes probabilidades de que en unos meses no podrá pagar el precio. “Cuando ya se está en una dinámica hiperinflacionaria, el tiempo que transcurre es importante”.
Su colega Anabella Abadi asegura que más que resguardar el valor del bolívar, actualmente la respuesta que hay que hallar es cómo proteger el valor del trabajo. “Cada día que pasa la inflación se come lo que ganamos; por eso se deben invertir los bolívares –pocos o muchos– en bienes que no pierdan valor”.
Parte de esos productos pueden ser tecnológicos, equipamiento para el hogar, un inmueble, remodelaciones, un vehículo o repuestos. “Son difíciles de conseguir y son costosos, pero hay que intentarlo si se presenta la oportunidad”. Menciona el caso de algunos alimentos no perecederos que pueden guardarse como los enlatados que en un tiempo podrían no ser tan asequibles.
Abadi también recomienda que quienes tengan acceso a un crédito de cualquier tipo o con cualquier instrumento lo pidan porque las tasas de interés en estos momentos son negativas; es decir, están por debajo de la inflación.
Es aconsejable que en las familias se “adelanten” los pagos o gastos que saben tendrán que hacer en los próximos meses. Tales son los casos de los uniformes, útiles escolares, vestido y calzado e incluso el tradicional “estreno” de diciembre. “Esto debe hacerse porque probablemente en unos meses todo estará mucho más caro y será difícil poder comprarlo”.
Otros gastos que son importantes hacer, en estos momentos de alta inflación y escasez, son los chequeos médicos y todo lo que involucre la salud, apunta Abadi. Añade que cualquier inversión en educación vale la pena porque en Venezuela sigue siendo muy económica si se compara con otros países. “Invertir en preparación personal nunca está de más”.
Sobre la compra de dólares, Abadi afirma que hay quienes lo recomiendan, pero en el caso de una persona que le sobren 600 u 800 bolívares podría adquirir un dólar. El problema con esto es que el precio parece estar demasiado “inflado” y si en unos meses baja la cotización podría perder dinero.
Tamara Herrera opina que no es viable en el contexto actual proteger del todo al bolívar. “Eso significaría levantar la demanda de dinero y para ello tienes que rescatar la economía y sus perspectivas, las condiciones para hacer negocios desde el más pequeño hasta el más grande. Se trata de tener una economía que sea amplia, flexible y lo más libre posible. Dentro de esa situación sí habría una demanda de bolívares y no de dólares como ahora”.
Colas y violencia
La economista Tamara Herrera indica que la hiperinflación es la manifestación de una situación de colapso económico y social. Agrega que no es solo un problema que se presenta con los precios, sino con lo que cuesta un producto con respecto a otro.
Las manifestaciones están a la vista de todos a través de la escasez, en las colas y en la violencia. “Es cuando se presentan síntomas de un Estado fallido”.
Añade que hay que ver la hiperinflación dentro de un contexto de país, donde hay una pérdida de autoridad del gobierno, con una situación del sistema de salud precaria, una gran velocidad en el cambio de los precios y de su referente con relación a otros: “La hiperinflación es una desgracia mayúscula. Es una condena contra los asalariados y por eso la gente y empresas medianas o grandes tratan de refugiarse en la compra de bienes, trabajando mucho más horas o ‘bachaqueando’, y el gobierno no parece percatarse de ello. Una situación como la actual no tiene precedente en nuestro país”.