En la política de machacar a los dirigentes representativos de las fuerzas democráticas, a María Corina le ha tocado el turno varias veces; al lado de Leopoldo López, Antonio Ledezma, Daniel Ceballos, Enzo Scarano y muchos otros. La última hazaña del régimen es impedirle ser candidata a la Asamblea Nacional, de la cual fue expulsada en forma anticonstitucional. La idea de los estrategas rojos no solo era apartarla, sino abrir la oportunidad para disputas menores dentro de las fuerzas opositoras y añadir confusión al daño. No parecen haber logrado el objetivo, al menos por ahora.
El lanzamiento de Isabel Pereira como candidata en su reemplazo es una noticia excelente.
Isabel es una mujer que se ha hecho a punta de esfuerzo propio. Ha llegado a posiciones intelectuales y políticas producto no solo de la investigación académica, sino de un trabajo incansable de recorrido por Venezuela, en diálogo con todos los sectores. Fue columna fundamental en el área social de la Comisión para la Reforma del Estado y su preocupación ha estado centrada en promover el desarrollo de los sectores populares para formar una poderosa clase media. Es excelente articuladora de entendimientos entre empresarios y trabajadores.
Se querían librar de una mujer de guáramo y ahora lo que les ha salido inesperadamente son dos mujeres de guáramo en una dupla que puede ser de inestimable potencia.
Isabel en la Asamblea Nacional y María Corina en la calle constituyen una fórmula excelente como expresión de rebeldía cívica.