El régimen inventó la guerra económica como una forma de evadir su responsabilidad de esta inmensa debacle política, económica y social que hoy vive el país y así poder seguir agitando las banderas de clases contra los sectores productivos del país. Pero más allá de este discurso no hizo nada para resolver la grave situación, se mantiene la estulticia de un sistema diferencial de cambio absolutamente artificial que ha devenido en un sistema irracional de reparto de divisas para los afectos al régimen, lo que ha creado un desbalance desproporcionado entre costos, precios y salarios, que va en detrimento de la actividad productiva, agrava los desbalances fiscales y monetarios y está generando una pobreza intolerable que afecta a los ya desprotegidos y alcanza a sectores muy importantes de la clase media.
Frente a la situación creada por los diferenciales de precio, se crea el fenómeno del bachaqueo, ampliamente estimulado por el propio PSUV, valiéndose de la información privilegiada sobre el traslado de mercancías que los controles del gobierno le permiten manejar en el día a día. Pero como sucede cuando las situaciones se vuelven caóticas se perdió el control sobre los bachaqueros al punto que han sido los protagonistas en sucesos tan serios como los de San Félix y Sinamaica, cuando la población se solivianto contra ellos por la privación de bienes de primera necesidad.
La respuesta del régimen ha sido satanizarlos y emprender una campaña feroz contra ellos, acusándolos de ser los responsables de las penurias que la población pasa por el desabastecimiento y la escasez. La verdad, que aun cuando desaprobamos radicalmente esta actividad, es que este grupo de personas dedicadas al tráfico de mercancías lo que están aprovechando es un diferencial de precios creado por las política económicas gubernamentales, buscando mayores rentas que los salarios muy por debajo de la inflación no ofrecen y buscando nuevas opciones de empleo frente a la desaparición acelerada de puestos de trabajo, todas circunstancias creadas por las políticas públicas del socialismo del siglo XXI.
Además, se produce como respuesta al desborde delictivo la llamada Operación de Liberación del Pueblo (OLP), que se ha desarrollado básicamente en los sectores populares y de manera harto paradójica en los edificios de la Misión Vivienda (MV). Si bien la situación de la criminalidad reclama una enérgica acción de represión policial, la forma como se han venido realizando las OLP en donde prácticamente son razias sin ningún tipo de inteligencia de soporte y con procedimientos muy mal ejecutados y que producen maltratos y atropellos a todos los que se ven sometido a estas barridas generalizadas sin ningún respeto por los DD.HH.
Tanto los bachaqueros como las familias de la MV, son sectores sociales vinculados mayoritariamente al PSUV, lo que hace suponer que el régimen pierde aceleradamente su supremacía sobre los sectores sociales, que perdió la calle. Y que para garantizar el control de estos sectores está recurriendo a la represión social ya sea contra los bachaqueros ya contra los barrios con las OLP, con lo que se pasa a formas de violencia y represión que se pueden generalizar en la medida en que la situación política, social y económica se haga más aguda.
Es por ello, que las elecciones parlamentarias se convierten en el único mecanismo de contención de una situación que hablando en términos médicos es de pronóstico reservado, nuestra apuesta es por la resolución electoral y pacifica como una forma de recuperar nuestra institucionalidad democrática.
@pedrovcastrog