La Venezuela de hoy causa una preocupación profunda en todos aquellos que analizan la extrema complejidad de una problemática a la que no se le vislumbran salidas claras. No obstante, hay quienes visualizan escenarios positivos de factible obtención. Para emitir un diagnóstico acertado sobre la Venezuela de hoy es necesario darle una mirada de conjunto a sus raíces, ver lo ocurrido después de completarse la victoria que le dio la Independencia.
Ese estudio nos permite observar que luego de dieciséis años de guerra continua (Coro, 1810-El Callao del Perú 1826) se formó una tradición guerrera que permitió el surgimiento de gobiernos autocráticos regidos por la espada de caudillos militares o por civiles con vocación de dictadores. Si bien esa situación se repitió en los nuevos países de Iberoamérica, nuestro caso es el más impactante de todos. En dos siglos de vida republicana hemos tenido el poco envidiable récord de haber visto triunfar catorce revoluciones. En algunos casos, como en las dictaduras de Guzmán Blanco, Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, sus líderes hicieron cambiar la Constitución cada vez que quisieron, lo que nos da el récord de tener veintiséis constituciones.
Bolívar
Una raíz importante en los autócratas que han regido los destinos del país es la constante mención del nombre de Bolívar, que utilizan con el propósito de aprovechar su posicionamiento en el inconsciente colectivo del venezolano a fin de garantizar su permanencia en el poder, pero sin practicar la recomendación de crear un gobierno que provea “…la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política”, como expresó Bolívar en la instalación del Congreso de Angostura en 1819. Es decir, olvidan respetar el estado de derecho para mantenerse en la Presidencia a cualquier costo.
El país de las revoluciones
La era de las revoluciones comenzó durante el primer Gobierno de José Antonio Páez, quien logró vencer todos los intentos de violencia para sacarlo del poder. Sin embargo, fue generoso con los diferentes caudillos que venció, incluyendo al general Santiago Mariño -líder de la Revolución de las Reformas- quien sacó de la Presidencia al médico y profesor José María Vargas por un lapso de dos semanas. Se pensó que el regreso de Vargas consolidaría la paz, pero no fue así. El sabio renunció a un poder que nunca quiso. Esos años que siguieron fueron aprovechados por Antonio Leocadio Guzmán y Tomás Lander para promover la ideología Liberal, lo que llevó al poder a José Tadeo Monagas, quien impone un régimen nepotista lo que provoca la Revolución de Marzo, que trajo consigo la Guerra Federal, que prácticamente destruyó al país. Para alcanzar la paz se firmó el Tratado de Coche, que dio comienzo a la época de Juan Crisóstomo Falcón, quien instala un gobierno a distancia desde Coro y en 1868 le entrega la Presidencia a Manuel Ezequiel Bruzual, el Soldado sin Miedo, quien pierde el poder y la vida luchando contra la Revolución Azul, en la que el anciano general José Tadeo Monagas lidera un nuevo proceso que termina por agotar su disminuida capacidad física y muere al poco tiempo. Lo suple en la Presidencia su hijo José Ruperto, quien carente de capacidad para gobernar es derrocado por la Revolución de Abril que trae a Antonio Guzmán Blanco a la Presidencia.
La reconstrucción del país
El Ilustre Americano –como le gustaba a Guzmán que le dijeran- se convierte entonces en una esperanza de redención. Decreta la educación pública y obligatoria; construye cientos de escuelas; erige el Panteón Nacional y la sede del Congreso; organiza la hacienda pública y crea el bolívar como moneda; decreta el Himno Nacional; inaugura el ferrocarril, el acueducto de Caracas y el teléfono; extiende la red de telegrafía a todo el país: levanta el primer Censo Nacional; y crea nuevos empleos, pero se aferra en el mando y los estudiantes protagonizan una reacción contra el continuismo logrando que abandone el país en 1887. Al poco tiempo se reinicia la lucha por el poder y se impone la Revolución Legalista que trae a la Presidencia a Joaquín Crespo, quien la entrega el mando a Ignacio Andrade después de consumar el fraude electoral contra “El Mocho” Hernández, líder del partido Nacionalista, quien fue el conductor de la primera campaña electoral en la que se usó el mitin y la prensa, obteniendo una amplia victoria electoral que al serle desconocida provoca la Revolución de Queipa.
Los andinos al poder
Surge entonces la Revolución Restauradora conducida por el general Cipriano Castro, quien impone la hegemonía andina eliminando los partidos y controlando la opinión pública de una manera total. Juan Vicente Gómez lo sustituye en 1908 y profundiza la dictadura, pero al mismo tiempo crea el Estado moderno y reorganiza la hacienda pública, recuperando la economía mediante el incremento de la producción de café y cacao. Además, crea el Ejército profesional y paga la deuda pública, cuya morosidad había sido la causa de la invasión de Alemania e Inglaterra en 1902; e inicia la producción petrolera a gran escala, que llega a su momento cumbre con el reventón del Barroso II en 1922. Durante esta dictadura la oposición no se mantiene en calma. Salvador de La Plaza y Gustavo Machado fundan el PRP en 1927, que luego se transforma en PCV. Rómulo Betancourt organiza ARDI en 1931, germen de AD; y Rafael Caldera da sus primeros pasos en 1934 para formar la democracia cristiana. Las tres ideologías fueron legalizadas durante el Gobierno del general Isaías Medina Angarita, quien fue derrocado por un movimiento dirigido por el partido Acción Democrática unido a una logia castrense llamada Unión Militar Patriótica.
Un experimento de corta duración
La llegada de AD al poder es impactante. Es la primera vez en todo el siglo que un civil ejerce el poder. Se decreta un proceso eleccionario destinado a dar al pueblo el derecho a elegir a su presidente en forma universal, directa y secreta, pero una nueva dictadura interrumpe el experimento democrático iniciado por Rómulo Gallegos, quien solo estuvo nueve meses en la Presidencia. Fue sustituido por un triunvirato militar presidido por Carlos Delgado Chalbaud, quien fue asesinado dos años más tarde.
La última dictadura
En 1952 el poder es asumido por el coronel Marcos Pérez Jiménez, quien imita el estilo de Guzmán Blanco instalando una férrea dictadura mientras desarrolla un ambicioso plan de obras públicas. Aspira mantenerse en el poder a través de un plebiscito, pero el hecho causa un gran malestar en el mundo estudiantil y militar, siendo derrocado el 23 de enero de 1958.
La era democrática
Después de la dictadura Rómulo Betancourt gana las elecciones y ejerce un gobierno que hace énfasis en el bienestar del medio rural, especialmente al saneamiento ambiental y al desarrollo de la comunidad. La Ley de Educación es promulgada en 1960 y el país es inundado de escuelas duplicando la población escolar que existía hasta 1958. Al concluir su período transfiere la Presidencia de manera pacífica a Raúl Leoni, lo que constituye un precedente impactante en la historia nacional. La solidez con la que se impone el sistema democrático hacen pensar que se había consolidado, pero en 1977 la economía se empieza a resentir y en 1983 la moneda es devaluada, lo que origina un gran malestar que es aprovechado por un grupo de insurgentes para crear una nueva logia castrense llamada “Los Comacate” la cual busca la toma del poder por la fuerza. Como consecuencia, dos golpes de Estado sacuden a la nación en febrero y noviembre de 1992. Los líderes de la insurrección son llevados a prisión, pero la inestabilidad se hace sentir, especialmente después de la defenestración judicial del presidente Carlos Andrés Pérez, quien fue a la cárcel por malversación de fondos públicos.
La complicada situación política se agravó al ser electo presidente Rafael Caldera, un político de edad avanzada que en su deseo de retornar poder hace alianza con partidos de extrema izquierda a los que el pueblo apoda “El Chiripero” y funda Convergencia. La primera medida política que tomó al iniciar su Presidencia fue la excarcelación de los militares golpistas de 1992. En lo económico agravó la situación con decisiones que afectaron a los entes financieros, provocando el derrumbe de empresas de gran solidez, lo que dejó sin empleo a muchos venezolanos.
El Socialismo del Siglo XXI
Un nuevo proceso comienza el 2 de febrero de 1999. Ese día el caudillismo vuelve al poder con Hugo Chávez al frente, quien propone su tesis del “Árbol de las tres raíces”, lo que equivalía a un imposible: unificar el centralismo de Simón Bolívar con el federalismo de Ezequiel Zamora, dos ideas totalmente antagónicas. Con el objeto de tranquilizar al país Chávez garantiza que no es socialista y que trabajaría para todos, pero apenas comenzó a gobernar expresó que “muy pronto el país estará navegando por el mismo mar de felicidad de Cuba”. Para demostrar cuál es su propósito Chávez inicia un fuerte acoso contra la oposición, como en los viejos tiempos de Monagas; en política internacional usa un lenguaje agresivo al estilo de Cipriano Castro; e inicia una política de expropiaciones que afectan al aparato productivo. Dijo entonces que comenzaba la era del Socialismo del Siglo XXI, a la que se enfrentaron los grupos opositores bajo el liderazgo de Francisco Arias Cárdenas, uno de los comandantes que participó en la asonada de 1992, quien se alejó de Chávez. Fue escogido como candidato por Copei, AD, Proyecto Venezuela, Causa R, Convergencia-Lapy, Únete, Electores de Miranda y otros grupos menores. Arias lideró la alianza opositora acusando a su antiguo compañero de ser cobarde como una “gallina” y de regir al país en forma autocrática. En respuesta, Chávez profundizó su discurso anti-partidista y se declaró marxista, iniciando un estilo de manipulación de la opinión pública mediante la utilización abusiva de las cadenas de radio y TV. El 7 de octubre de 2012 fue reelecto presidente para un cuarto mandato consecutivo, lo que logró debido al Referendo que hizo aprobar en el año 2009, lo cual le permitió eliminar la Enmienda Nº 1 de la Constitución, en la que se establecían restricciones para la postulación sucesiva en cargos de elección popular. Sin embargo, no pudo disfrutar de ese triunfo. Un cáncer le quitó la vida el 5 de marzo de 2013.
Chavismo sin Chávez
Las funciones de Chávez fueron asumidas por Nicolás Maduro, quien en menos de un año logró llevar el país al primer lugar de inflación en el continente americano, a una pérdida progresiva del poder adquisitivo y al acrecentamiento de la deuda pública a la descomunal cifra de $150.000.000.000,oo. Hoy la miseria cunde por todo el país, creando la mayor suma de infelicidad posible. Millares de venezolanos, que aspiraron la mayor suma de estabilidad política reciben malos servicios, llegando a una situación de extrema inseguridad. Han reaparecido los saqueos, reflejando la más profunda desesperación de aquellos a quienes se les prometió la mayor suma de seguridad social. Para agravar el malestar existente Maduro insiste en mantener a Venezuela como una caja chica de gobiernos insolventes, a los que vende petróleo en condiciones inferiores a los precios del mercado.
La posibilidad de un mundo mejor
Una nueva era se vislumbra a partir de los escrutinios de las elecciones del seis de diciembre. Ese día sabremos si hay algún cambio positivo o si por el contrario se mantiene la tendencia al progresivo deterioro del país. Solo queda confiar en que las autoridades de la actual Venezuela capten lo acontecido en los países que experimentaron el materialismo dialéctico propuesto por Carlos Marx. En 1989 la Unión Soviética se autodestruyó para separarse de la dictadura del proletariado, al igual que lo hicieron el resto de los países de la Europa del Este, mientras China se incorporaba aceleradamente a la economía de mercado.
La posibilidad de un renacimiento a la venezolana se puede ver en un ayer en el que nuestros antepasados fueron capaces de construir una Venezuela Positiva, en la cual logramos la igualdad gracias al decreto de liberación de los esclavos de José Gregorio Monagas, al otorgamiento de los derechos políticos para todos los venezolanos decretado por Rómulo Betancourt; y a la paridad jurídica de la mujer promulgada por Luis Herrera Campins en el Código Civil de 1982. Vimos crecer la economía agraria, vimos el desarrollo de la actividad pesquera, vimos una era regida por una industria petrolera nacionalizada y eficiente, vimos obras de infraestructura que intercomunicaron al país y, sobre todo, de tres universidades que teníamos en 1958 pasamos a cincuenta, a lo que se sumaron más de cien institutos y colegios universitarios que hoy están esparcidos por todo el país. Como consecuencia, el sector productivo creció, la industria petrolera se mantuvo sólida y el analfabetismo bajó del sesenta al diez por ciento.
Hoy se observa una chocante discriminación por razones políticas contra aquellos que no comparten la ideología del partido gobernante, pero los venezolanos abrigamos la esperanza de que a partir del año 2016 se imponga el pensamiento racional para que podamos decir con orgullo que hemos logrado la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política, como lo señalara Bolívar en su discurso de Angostura el 15 de febrero de 1819.
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Carlos Alarico Gómez realizó sus estudios superiores en Venezuela, Italia y Estados Unidos donde obtuvo sus títulos de licencuido, magister y doctor Ingresó en la docencia universitaria en 1983 y en la actualidad es profesor titular. Es autor de más de 20 publicaciones entre las cuales destacan: El Bloqueo de 1902; El origen del Estado democrático y El último dictador. Sus libros han sido editados en España, Venezuela y amazon.com. Ha recibido el Premio Municipal de Periodismo, Municipio Sucre (Mención Docencia e Investigación), 1990; Premio Municipal de Periodismo, Municipio Baruta (Mención Radio), 1991; Premio Iberoamericano de Periodismo, 1996. Es miembro del Colegio Nacional de Periodistas, de la directiva del Club Médico Caracas, del Círculo de Escritores y de la Biblioteca de Temas Tachirenses, entre otros gremios e instituciones.
Contacto: carlos.alarico.gomez@gmail.com