Nuestros hermanos colombianos están sufriendo. Lloran por tener que despedirse de la casa que les construyó el líder de la revolución bolivariana, y que mandó a demoler quien se hace llamar su heredero, sin explicación creíble. Pero sobre todo, les duele la manera como fueron expulsados de la que consideran su tierra, como delincuentes e incluso acusados de paramilitares.
Los testimonios son desgarradores. Quienes han tenido que abandonar nuestra Patria sin equipaje, ni pertenencias, obligados a salir a la fuerza por el gobierno de Nicolás Maduro, acusan a los funcionarios militares bolivarianos de atropellos a su integridad física; y quienes se quedaron también denuncian excesos, y aseguran que del lado de Venezuela hay cada vez más hambre y retroceso.
Una triste y deplorable realidad.
¿Era necesaria esta tragedia señor Maduro? ¿Separando familias y echando abajo sus casas recuperaremos la Venezuela que ustedes se han encargado de destruir? ¿Es ese el plan de abastecimiento que proponen para acabar con la escasez de productos básicos?
Un cuento chino en la frontera. Un drama humano con el que, al parecer, buscan tapar la severa crisis humanitaria que afrontamos como país. Porque si algo tenemos claro los venezolanos es que deportando a nuestros vecinos no se combatirá a la verdadera mafia del contrabando entre Colombia y Venezuela.
Los venezolanos queremos paz. Queremos avanzar hacia el progreso. Rescatar y mejorar la capacidad productiva de nuestras fábricas. Ser un país próspero, respetuoso de los derechos fundamentales de los ciudadanos y de los convenios internacionales. Merecemos ver a nuestros hermanos colombianos a la cara y no sentir vergüenza por las malas decisiones de un gobierno que cada día se aleja más del sentimiento de todo un pueblo.
¡Queremos CAMBIO!
¡Sigamos luchando para recomponer a nuestra herida pero aguerrida Venezuela!