Para los venezolanos, nuestra frontera es el 6 de diciembre. Como en la Odisea, navegamos hacía un punto de destino claro, pero en medio de la incertidumbre y al asecho de cuál será el nuevo obstáculo, la nueva tormenta, la próxima escena de la obra de nuestras vidas ciudadanas, que nos enviarán los laboratorios rojos del Estado bajo secuestro del PSUV.
El rumbo es también claro, pero el clima se enrarece con cada evento a que nos arrojan. El más reciente, y que ya empieza a mutar y extenderse, el evento cuyo tuétano es la subordinación del poder civil al militar en las fronteras de Venezuela. En las fronteras, que electoralmente son circuitos en donde, como en el resto del país, se ejercerá el derecho y el deber del voto, en un clima con insuficiencia de oxígeno democrático, un espacio con aún menos libertad de la que ya veníamos respirando.
A la pregunta: ¿hasta dónde se extenderá en nuestro territorio nacional este absurdo, infame y malintencionado “estado de excepción”? no tenemos respuesta, pero sí ciertos indicios que nos deben preparar a esperar lo mejor pero planificar para lo peor; y siempre tomando en cuenta que se trata de estados de excepción en circuitos electorales. Por ejemplo, si tomamos de la fábrica de “noticias” de la hegemonía comunicacional –cárcel de la verdad, algunas “informaciones” de hace un par de meses, que resurgieron hace un par de días, podríamos acabar con sendas y lunáticas declaratorias de estado de excepción en lugares tan ininteligibles y surrealistas como en circuitos en el Estado Miranda. Faltaría que un sicofante agarrara un peñero con dos pescadores, quizá uno colombiano y otro guyanés, con par de arpones y anzuelos, llegando a entregar su pesca del día, digamos, al puerto de Naiguatá, y los acusen de incursión paramilitar armada naval y así “justificar” un estado de excepción en el litoral de Vargas.
Se presenta una contradicción entre el ejercicio del voto y cómo se ha llevado en la práctica el estado de excepción, ya que en la hipótesis que lleguemos a las parlamentarias el 6 de diciembre en tales circunstancias, en esos circuitos afectados se celebrarán elecciones, como ya dije, con un poder civil subordinado al militar y sin derecho a reunión pública ni manifestación. Estado de excepción: voto civil bajo la bota militar.
Mientras los partidos de la unidad democrática no paran de trabajar en todos los rincones del territorio, del lado del Estado-PSUV y sus laboratorios toda actividad se centra en enrarecer al país y fabricar la ilusión de un conflicto bélico para así (auto)complicar las condiciones de libertad electoral en Venezuela. Y cuanto más se engrandezca la ventaja de nuestra oposición democrática, mayores serán las hazañas que habremos de hacer en esta épica para superar las injustas pruebas y retos de un irracional poder en ejercicio.
Vivimos una épica electoral a la que estamos comprometidos, en medio de un surrealismo bélico, que se construye como una represa, pero que no detendrá el desbordamiento del caudal de votos, el aluvión del río democrático, engrandecido y recrecido por la voluntad de cambio de la gran mayoría de los ciudadanos venezolanos.
@massone59