Pedro Vicente Castro Guillen: La larga marcha de la decadencia educativa

Pedro Vicente Castro Guillen: La larga marcha de la decadencia educativa

L

a crisis de la educación –básica, media y universitaria- comenzó hace mucho tiempo en la muy desacertada gestión de Caldera I, después de que en la primera década del posperezjimenismo los Gobiernos de AD, hicieran un enorme esfuerzo exitoso por elevar el nivel educativo en general bajo la noción de Estado Docente.

Este concepto de estado docente logró elevar los niveles de educación general, sin embargo, con un concepto ya a mediados del Siglo XX obsoleto. Una educación pensada para formar profesionales para servir al Estado, de acuerdo con la concepción política estatista propia de la decada de los 60.

De ahí en adelante se produjo un claro estancamiento en la calidad de la educación, aunque no así del número de niños y jóvenes que se incorporaron al sistema educativo y muy importante a destacar al papel protagónico y progresista que jugó el sistema educativo como aparato auxiliar del sistema de salud –campañas de vacunación, para el combate de las epidemias y endemias que asolaban al país- y también como soporte a diversos programas sociales dirigidos a la población infantil.

Con la crisis de 1983, la educación entró en un verdadero proceso de involución que afectó de manera dramática a todos los sectores, comenzando con el empobrecimiento de todas las categorías laborales: maestros, profesores, empleados y obreros, estarían desde entonces sometidos a las tribulaciones propias de quien devenga salarios miserables. Sobrevino también un deterioro progresivo de toda la infraestructura física de las instituciones educativas. Tanto la decadencia salarial como la de las condiciones de trabajo fueron la doble tenaza que ahogó de manera inescapable toda la actividad educativa. De esta manera el sector educativo dejo de ser atractivo como actividad de los mejores y se fue convirtiendo en una actividad marginal. Los educadores hicieron un esfuerzo por mejorar su formación a través de los cursos de postgrado y de formación profesional, pero esto sólo en parte fue reconocido por el sistema y la situación de carencias y falta de imaginación de los responsables del sistema no permitió que se avanzará en una verdadera transformación que ya era necesaria en la década de los setenta. Con lo que se condenó al aparato educativo al atraso.

Con la llamada “revolución chavista”, lo que ya era malo antes de 1998, se convirtió en un desplome de todo el sistema educativo, marcado por la piratería de las políticas públicas en educación a lo largo y ancho del sistema, determinado fundamentalmente por la indigencia intelectual de la dirigencia nacional y la dirigencia del sector. Por la adopción de las ideas delirantemente atrasadas del socialismo decimonónico nos hemos alejado más aún y a mayor velocidad de lo que hoy es una tendencia consolidada en el ámbito planetario que es la educación que se fundamenta en los nuevos paradigmas de la sociedad del conocimiento y en las nuevas tendencias educativas sustentadas en la investigación, en la autonomía del educando para aprender a aprender, para el empoderamiento educativo, para el emprendimiento y la creación de riqueza.

Ahora el aparato educativo en la visión del oficialismo es una misión, debe ser el aparato ideológico y de propaganda de un régimen miope, corrupto y profundamente insensible a las necesidades del país, a sus aspiraciones de desarrollo. El chavismo liquidó la educación como mecanismo de ascenso social, porque como dijo uno de sus Ministros de Educación: “si sacamos a la población de la pobreza no votarían por nosotros”. Tan ominosa declaración refleja muy bien la idea docente del actual régimen.

La recuperación de la educación como mecanismo privilegiado para el desarrollo nacional y de superación personal pasa por la reconquista de un modo de vida republicano y democrático.                             

  Pedro Vicente Castro Guillen                         

@pedrovcastrog

Exit mobile version