La presidenta brasileña Dilma Rousseff aseguró el lunes ante la Asamblea General de la ONU que la economía de su país “es más fuerte” que antes y superará las “actuales dificultades”, al tiempo que instó a la comunidad internacional a abrir sus brazos a la refugiados. AFP
“La economía brasileña es hoy más fuerte, más sólida y resistente que hace algunos años atrás. Somos capaces de superar las actuales dificultades y avanzar en nuestro camino hacia el desarrollo”, afirmó la mandataria, primera líder mundial en hablar en la gran cita de Naciones Unidas en Nueva York.
Rousseff indicó que su país se encuentra en un “momento de transición a otro ciclo de expansión económica”.
Golpeado por la peor crisis económica en años, que tiene al país en recesión y con el real en su valor más bajo de la historia, el gobierno de Rousseff se ha visto afectado por graves casos de corrupción como el de la petrolera estatal Petrobras.
“El gobierno y la sociedad de Brasil no toleran ni tolerarán la corrupción. Los brasileños queremos un país en el que la ley sea el límite”, sostuvo.
La mandataria señaló que “la lenta recuperación de la economía mundial y el final del superciclo de las materia primas” afectaron a Brasil.
“La actual devaluación y presiones recesivas empujaron la inflación y una fuerte reducción de los ingresos impositivos”, explicó, precisando que para responder a esta situación su gobierno “está equilibrando su presupuesto y ha reducido con fuerza el gasto público”.
Rousseff dedicó la primera parte de su discurso a la situación mundial, saludando “la reanudación de las relaciones entre Cuba y Estado Unidos” y pidiendo que esa nueva situación sea completada con el “fin del embargo” al que Washington somete a la isla desde hace más de medio siglo.
Además, defendió a los refugiados que huyen de Medio Oriente y África y aseguró que “es absurdo impedir el libre movimiento de personas”.
“Somos un país anfitrión, hemos recibido sirios, haitianos. (…) Somos un país que tiene los brazos abiertos y acoge a los refugiados, somos un país multiétnico”, dijo mientras la Unión Europea (UE) se divide sobre esta cuestión.
Respecto a una de las razones de ese flujo de millones de personas, Rousseffsostuvo que “no se puede ser complaciente con los actos bárbaros como los perpetrados por el denominado Estado Islámico y otros grupos asociados” que azotan Siria e Irak.
Reclamo de reformas
Rousseff volvió a cargar además con uno de los ejes de la política exterior brasileña, la reforma de la ONU con la ampliación de su Consejo de Seguridad, marco en el cual advirtió que “la mayoría de los Estados miembros no quiere que esta cuestión se posponga para siempre”.
“El Consejo necesita ser ampliado en sus miembros permanentes y no permanentes para ser más representativo”, dijo.
El máximo órgano de decisión de la ONU está integrado por cinco miembros permanentes con veto (Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Rusia -potencias ganadoras de la Segunda Guerra Mundial- más China) y diez miembros rotativos por dos años elegidos por regiones.
“No podemos aplazar la creación de un Estado palestino que coexista de manera pacífica y armoniosa con Israel. En el mismo sentido, la expansión de los asentamientos en los territorios ocupados no pueden ser tolerados”, afirmó por otra parte.
Por último, Rousseff recordó el “gran esfuerzo” de su país en la lucha contra el cambio climático sin poner en peligro el desarrollo de su país.
La presidenta indicó el domingo en Nueva York que Brasil reducirá la contaminación de gases de efecto invernadero en 37% para 2025 y en 43% para 2030, al anunciar este domingo las propuestas de su país para la Conferencia de París (COP 21) sobre el clima.