El régimen está desesperado. Sabe que está ante una derrota electoral inminente y ha sacado del manual del totalitarismo las estrategias más perversas para intentar revertir su caída libre para el 6D.
Muy forzadamente buscan justificar un Estado de Excepción con excusas que nadie cree, para intentar en vano contrarrestar la avalancha de votos de venezolanos a los que sí les duele lo que está pasando en el país. Ya han sido cuatro estados: Zulia, Táchira, Apure y Amazonas los castigados con esta medida. En nuestra región primero fueron los municipios Mara, Almirante Padilla y La Guajira los que sufrieron la inoperante persecución. Luego sumaron a Jesús Enrique Lossada, Rosario de Perijá, Machiques, La Cañada, Jesús María Semprún, Catatumbo y Colón, hasta ahora sin ningún resultado favorable pues las colas de alimentos persisten y hasta se agravan.
La semana pasada el PSUV regional, a través de los aduladores del Consejo Legislativo del Zulia, le solicitaron a Maduro un Estado de Excepción para Maracaibo, municipio que no tiene ni milímetro de frontera con Colombia. Las encuestas son su motivación y su principal dolor de cabeza pues ven que en la capital del municipio más grande electoralmente, se desinflan sus candidatos, al presentar “bates quebraos” sin propuestas ni ideas propias y mucho menos sin intención de defender los intereses de la gente sino del régimen.
Están tan ciegos que no entienden que el Estado de Decepción se ha apoderado de todo el país y muy especialmente de los activistas y simpatizantes del PSUV. Porque si algo abunda en las filas del oficialismo, en los actuales momentos, es precisamente eso: decepción. La gente que votó por Maduro, acatando el último deseo del Comandante Intergaláctico, se encuentra profundamente desengañada con el gobierno del fracasado conductor del país. Y esta frustración abarca todos los estratos sociales, pero muy especialmente, el estrato más bajo, los sectores populares, donde tiempo atrás se ubicó el voto duro del chavismo. Allí la caída de la popularidad es mucho más grande, motivado a que ese es el sector donde más duro ha golpeado la crisis.
El estado de decepción se observa en maestros y educadores, buhoneros, taxistas, transportistas, empleados públicos, obreros, comerciantes, estudiantes, médicos, enfermeras, profesores universitarios y hasta en los militares de bajo rango, que observan impávidos como sus ingresos se convierten en polvo cósmico cada vez que van a una bodega o a una panadería. Hay algunos decepcionados que, poniendo a la venta lo poco que tienen, pueden emprender la aventura de irse del país a buscar un mejor futuro. Pero la gran mayoría de los decepcionados no tiene otra opción: debe quedarse aquí, padeciendo los rigores de un país que se levanta todos los días como si se tratara de un campamento de guerra.
Sin embargo los maduristas persisten tercamente en que pueden ganar las elecciones parlamentarias del 6D mediante un Estado de Excepción que limite la participación de la gente en los comicios y sueñan con que en el Zulia o Maracaibo esa estrategia les dé resultado.
Pero en nuestra ciudad, en el Zulia y en todo el país, la decisión de los venezolanos no cambiará con ningún Estado de Excepción. Por el contrario, nosotros desde la Unidad seguiremos haciendo campaña casa a casa los 65 días que quedan para cambiar el destino de este país. No podrán detener con tenazas leguleyas la voluntad del pueblo. Hagan lo que hagan, no podrán frenar la derrota. Acepten, señores del PSUV, que ya no pueden seguir destruyendo a Venezuela. Acepten que es necesario que permitan sin persecución ni presiones que la gente elija lo que es mejor para el país y no para ustedes. Acepten que son unos incapaces. Acepten que no saben gobernar. Acepten que este seis de diciembre perderán la Asamblea Nacional y este será el principio del fin de una página infame en nuestra historia política. Acéptenlo, por el bien de la patria que tanto invocan.
@LesterToledo