Me dirijo a Usted muy respetuosamente para solicitarle, no como activista opositor ni chavista, sino como ciudadano común, normal y corriente, se sirva tomarse unos minutos de su valioso tiempo para leer esta carta que es pública porque –y perdóneme el abuso- creo interpretar los sentimientos de la mayoría de compatriotas. Le ruego me crea que esta nota la hago con sinceridad y sin pretensiones, sólo le pido reflexionar unos minutos sobre lo aquí expuesto.
Deseo aclarar que no le escribo al Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Bolivariana, ni al Presidente del PSUV, ni al responsable de las Relaciones Exteriores, ni al líder de Unasur, de Petrocaribe y del Alba. Me dirijo al Presidente de todos los venezolanos. Si, de todos sin distingo.
Presidente, aunque a algunos les caiga bien y a otros mal, hay quienes le echan todas las culpas y quienes piensan que la falta es de Colombia, Guyana, de los ricos, del imperio, los pelucones, la burguesía, la derecha, los radicales, la guerra económica, la baja del petróleo, la bolsa de acciones y valores, los medios apátridas o de Estados Unidos, es decir de todos menos de nosotros. Usted es el presidente de todos esos “nosotros”. La Constitución, en cuya redacción usted participó- no hace distinciones.
Iniciemos con una reflexión: El doble discurso, la doble moral, la mentira y la falta de principios éticos y morales es lo que más daño hace a los políticos y su consecuencia es la pérdida de confianza y fe de los ciudadanos, y ello es precisamente lo que hoy sucede con muchos de los que se dedican a esta noble actividad, que en Venezuela se hace cada día menos noble y más llena de desconfianzas. Prueba de ello, es que la mitad o poco más de los venezolanos ya no creen ni tienen esperanza en los políticos del PSUV, del Polo Patriótico ni de la Mesa de la Unidad Democrática. Al menos eso dicen los estudios de opinión y, más importante aún, lo afirma y lo acepta la apreciación de la calle. En política la percepción es fundamental, como usted debería saber, ¿no se lo enseñó Chávez? Que no se lo hayan enseñado los cubanos se entiende, porque ellos son la misma tradición de la implacable eficiencia policial estalinista y no saben preparar activistas y líderes, sino militantes obedientemente disciplinados.
Hugo Chávez sí pateó mucha calle incluso durante sus tiempos de oficial de bajo y mediano rango, tuvo maestros de la política cargados de experiencia, algo le enseñaron sin duda alguna, y algo debió haber aprendido usted, a menos que como su ayudante no prestara atención. Quién sabe, a lo mejor oía pero no entendía; o aún peor, no le interesaba. Y eso sí que preocuparía mucho, muchísimo.
Importante manifestar lo que es del conocimiento público y de las quejas ciudadanas más sentidas: en el oficialismo y en la oposición hay corruptos y sinvergüenzas -ignorarlo no lo elimina- a tal punto que ya es impostergable erradicar el mal y someter a los infectados a la justicia. La impunidad genera molestia y contrariedad haciendo mucho más difícil que florezca la paz. Al final es lo que todos deseamos y perseguimos con pasión. PAZ. Usted es el primero que tiene siempre esa palabra en sus discursos, y la anuncia como objetivo esencial de todo lo que hace. Pero bajo su Gobierno el país está cada día menos pacífico, ¿eso no le llama la atención?
Tuvo sus tiempos de patear calle, como sindicalista, dirigente, activista chiquito, parroquial, y debería recordar que una cosa son los grandes planes, las frases floridas llenas de porcentajes y adjetivos en los salones de Miraflores, y otra muy distinta la verdad día tras día en las calles, las casas, los ranchos. Una cosa son esos discursos que usted emite como si de verdad supiera de lo que está hablando, y ésos en los que afirma tener pruebas de golpes de estado y planes asesinos en su contra –pruebas que siempre dice presentará y nunca presenta-, y esos anuncios con los cuales queda mal, como cuando aseguró que usted y el Presidente ruso tenían planes comunes para reducir la caída del petróleo; y cosa muy diferente son los murmullos y las quejas de la gente común y corriente, en las colas, aguantando sol, lluvias y maltrato para comprar cualquier cosa si es que al final la consigue. ¿se le olvidó su pasado y ahora no sabe qué hacer con su presente?
Presidente, resalto con angustia, ya el problema ni siquiera es la famosa polarización, esa batalla se perdió hace tiempo, cuando todavía sobre el cuerpo de Chávez por poco Capriles no le gana las presidenciales. Desde entonces, Presidente, vamos a reconocer; no pega una. Primero trató de que la gente lo identificara con Chávez y fracasó, caiga bien o caiga mal la gente sabe quien fue Chávez y a usted lo ven y lo escuchan todos los días.
Presidente, le ruego me perdone porque no es la intención ser ni grosero ni pedante, es que cada vez más personas se convencen de que usted, como sus colaboradores, tampoco saben lo que hacen. Como tampoco saben nada el montón de militares que nombra a cada rato, lo que pasa con los militares es que siempre andan con la cara amarrada y el uniforme planchado, parece que sí pueden hacer lo que dicen que van a hacer, pero si eso fuera cierto hace tiempo que este país estaría mejor, y todo el mundo sabe que está mal y puede y va a ponerse peor.
Hay malandros, mal vividos y mal vivientes -que no son lo mismo- y aunque sean una minoría a Dios gracias, disfrutan de complicidades y protección, usted debe saberlo pues, tal como están las cosas, diga lo que diga la Constitución el jefe de los poderes públicos, al menos ahora, es usted. La justicia no es igual para todos y eso no es bueno para nadie, ni siquiera para quienes la manejan.
Los políticos venezolanos, se la pasan declarando a diario de hacer justicia y evitar la impunidad. Pero en la realidad no hay voluntad real para corregirla, de hecho sólo la aplican cada vez que alguien toca a alguno de los suyos. Hay destacados sinvergüenzas en ambos polos y allí siguen, tan tranquilos, y declaran como si fueran inocentes, y los medios les publican las declaraciones como si en vez de bandidos fueran auténticos líderes.
Pelucones, como los llama usted, burgueses y oligarcas, son conocidos de antes y de ahora. Todos sabemos quiénes son -por favor no nos hagamos los locos-. Si el SENIAT hiciera un operativo eficiente por renta presunta y signos exteriores de riqueza, serian incontables los delincuentes fiscales oficialistas y opositores. Para no hablar del desorden total de la economía, ya no es sólo cuánto vale el dólar según Dólar Today o según los rumores en Venezuela porque nadie informa, el problema es que con todo el aparataje del Estado los comerciantes cobran lo que les da la gana por sus productos, y lo mismo hacen los taxistas, los buhoneros, los bachaqueros, los farmaceutas, los bodegueros, los panaderos; ellos no necesitan leer Dólar Today diariamente, aumentan los precios y ya.
Hace décadas, cuando usted era niño, los sectarios eran los adecos y los copeyanos. Ahora intransigentes y excluyentes sobran, de ello se quejan hasta las piedras. Pero ¿no le han dicho que hasta los psuvistas franela roja están dejando de ser sectarios y se están convirtiendo en hombres y mujeres que se quejan todos los días? Trate de no preguntarle a los pesos pesados del Psuv, que lo rodean, pregúntele a los choferes de auto-busetas a quienes siguen atracando todos los días, pregúntele a los policías, a los buhoneros, a los hombres y mujeres que tienen que inventar milagros para que les rinda lo poco que ganan porque no son ni pertenecen al grupo de ladrones.
Presidente, regrese a sus bases, busque reunirse con los de abajo, no pierda tiempo viendo las boberías de Venezolana de Televisión y de Telesur, visite casitas y apartamentos en el centro de Caracas, en San Agustín, en Catia, en el interior del país, en la Venezuela profunda vaya a esas viviendas estrechas y pregúntele a la gente en confianza, entre usted y cada uno de ellos.
Los chavistas del Gobierno han fracasado y también han cosechado éxitos sociales y políticos, pero sus rivales también. ¿No le llamó la atención la pérdida de votos chavistas cuando casi ni empezaba a gobernar?
La inseguridad es un gran problema ambos la critican pero ninguno ofrece soluciones, eso es importante que se reconozca.
Hablar de paz, de diálogo, de encuentros y reencuentros, de la necesidad de participación, son alardes de todos los días de parte y parte, pero en la realidad ninguno es sincero al manifestarlo, hacen siempre todo lo contrario. ¿Qué cree que piensa la gente cuando ve que a los uniformados policiales y a los escoltas los matan sin problemas para robarles pistolas y motos? ¿Ésa es la seguridad que puede dar su Gobierno? ¿No se da cuenta de que le están robando el poder?
Cada oportunidad que tienen los políticos de parte y parte hablan de unión y de unidad. La realidad es que están más separados y desunidos que nunca a pesar de los esfuerzos para disimularlo. Los intereses personales y partidistas están por encima de los intereses públicos. Muy lamentable, ¿no siente usted a veces que está peligrosamente solo?
Señor Presidente, discúlpeme lo extenso pero necesitaba desahogarme. Lo que deseo transmitirle es la similitud y las sorprendentes coincidencias entre ustedes y sus adversarios. Es increíble, son casi tan parecidos en sus actitudes y posiciones ante la vida diaria, que hasta pudieran confundirse si tuvieran el mismo punto de vista según sus respectivas conveniencias. Es decir, si el oficialismo que es gobierno fuera oposición y la oposición fuera gobierno, estaríamos casi padeciendo la misma situación lamentable que hoy vivimos.
La pregunta obligada de por qué somos así es simple y sencilla de responder: todos somos venezolanos y desde cada punto de vista queremos profundamente nuestro país. Aunque, claro, también se nos ha formado al estilo venezolano para querernos intensamente a nosotros mismos y esperar que el Gobierno lo haga todo y, aún peor, creemos que nacemos mereciéndolo.
Presidente desde 1999 el estilo de mando de Chávez fue cerrar y expropiar, poner trabas, complicar las cosas y –haga un poco de meditación sincera, confiésese a sí mismo, enfréntese a usted mismo- no ha hecho nada para darle una lucecita al final del túnel a nadie. ¿Por qué no manda al diablo a todos esos Ministros y Viceministros que no dan pie con bola con la producción agrícola, pecuaria, artesanal e industrial y se reúne silenciosamente con los que si saben de eso, con los productores chiquitos, medianos y grandes, converse con ellos, los escucha, y anote? Le apuesto lo que quiera a que esos venezolanos pueden ayudarlo más a ganar elecciones que los carnetizados que se esconden tras camionetas blindadas y grandes cuerpos de escoltas.
Como ya hemos definido y establecido con claridad que usted es el Presidente de todos los venezolanos, es su obligación convocar a todos en igualdad de condiciones, sin insultos ni ofensas, porque pongamos por caso, si usted me desprecia y humilla en público y después me invita para su casa, por mas Presidente que sea, me costaría mucho aceptar su invitación, ¿no le parece? ¿Usted la aceptaría si fuera lo contrario?
Presidente, hay que generar confianza en el país y sus leyes para que la inversión que está se quede y la que no está y estuvo regrese y la que nunca ha estado venga. Y eso incluye a países que a usted le gustan, como China y Rusia. Ésa, Señor Presidente, en nuestro criterio, es la clave primordial para salir de este tremendo lio en el que estamos y acabar con la guerra económica que tanto denuncia como causa de nuestros males. Esta podría ser de las pocas diferencias que existen entre el oficialismo y su contraparte. El modelo económico, allí está el secreto. Se puede hacer una gran obra social sin destruir empresas y cultivos.
Tratamos de transmitir la necesidad, la urgencia, por el bien del país, sus ciudadanos y la nación en general, de bajar el tono político, de evitar ataques innecesarios, imprudentes, de mal gusto y, perdóneme, hasta groseros. Porque cuando a usted como Presidente lo llaman “maburro”, es una falta de respeto y una desconsideración de quienes lo hacen; y cuando usted insulta como Presidente a sus coterráneos, también incurre en falta grave porque es Presidente de todos los venezolanos. Usted lo dice, se jacta de ello y además, es la verdad.
Tengo 59 años deseo y quiero para mi familia, mis hijos, nietos y en general para la familia venezolana un país mucho mejor que el que tenemos y usted maneja demasiado por televisión y con retórica innecesariamente alarmante e incluso comprometedora. Preocupa y mucho una confrontación –que se sabe cómo empieza pero nunca cómo termina- sin sentido y de concurrencias y coincidencias donde los que realmente serán perjudicados serán los vulnerables y los más necesitados es decir, a los que usted defiende y quienes lo adversan también.
Presidente, hay que ser muy previsor y cuidadoso con la furia de un pueblo paciente. Es obligado, es necesario, es prioritario, es inminente, es de sentido común, detener esta situación de diaria confrontación y dedicarse a unir esfuerzos para solventar los males que está padeciendo la ciudadanía, tanto los que usted defiende como suyos como la que defienden como suyos los otros.
Concluyo agradeciéndole la atención que le pueda prestar a la presente y no le pido ni espero que conteste ni haga referencia de ésta, soy una persona sencilla, no ando buscando ningún cargo de elección y por ende no necesito reconocimiento público. Eso sí, lo que reconfortaría sería saber que la leyó y al menos la tomó en consideración.
Gracias de quien no es su amigo ni su enemigo, sino un ciudadano de esta República Bolivariana de Venezuela.
@ArmandoMartini