A Mario Vargas Llosa, nobel de literatura, orgullo latinoamericano, no lo vemos diciendo cosas que agraden a la galería ni mucho menos provocando aplausos de ocasión, lo vemos más bien desenvolviendo su vida de una manera autentica. En su etapa vital cumbre lo sentimos comprometido con la libertad y la democracia de nuestro continente. Mario es un amigo sincero de Venezuela desde que recibió de manos de nuestro insigne novelista Rómulo Gallegos, en agosto de 1967, el premio que lleva su nombre.
Rómulo significa en nuestra vida un faro de luz que nos hace confiar en el porvenir de una civilización que vence la barbarie. Su compromiso con la defensa de la voluntad popular lo convierte en ejemplo de juventudes, siempre fiel y cumplidor hasta el final del postulado constitucional que reza que el poder militar debe estar subordinado al poder civil.
Mario Vargas Llosa como muchos jóvenes idealistas se encandiló en un principio con la estafeta de la Hábana, hasta que discernió y cayó en cuenta que se trataba de la mayor estafa consumada por el asesino y barbazas del Caribe.
Recientemente el nobel dijo una frase que retrata nuestra realidad: “Venezuela padece una putrefacción total”. El régimen que dispuso en los últimos 17 años de la más descomunal bonanza petrolera destruyó y postró al país en todos los órdenes, pudiera compararse en sus estragos con los producidos por la guerra federal.
La colosal corrupción vestida de chaqueta tricolor cedió la soberanía a Cuba y mantiene con dinero del pueblo de Venezuela un régimen criminal con 10 mil millones de dólares anuales, donde los más oscuros negocios para el enriquecimiento personal de los capitostes del hamponato tienen lugar.
La mano larga de la justicia llegará y recuperaremos con trabajo honesto, productivo y social la República de Venezuela y yacerá en el basurero de la historia lo que la ignominia irrespetó con el nombre de República Bolivariana de Venezuela.
Pena les debería producir al contubernio militar- civil, si pena pudieran sentir unos inmorales irredentos, que el mundo tenga clara conciencia del montón de dinero y esfuerzos que serán necesarios para reconstruir el país de la ruina total.
Nuestro país tiene un capital humano que está al margen de la recurrente corrupción que hoy impera, y saca cuentas, elabora programas y proyectos para el resurgimiento de la república. Quienes hacemos eso realizamos labor de patria porque pensamos en el porvenir y lo que costará reconstruir el país; el mundo al revés se revela cuando los facinerosos quieren castigar a los casados con la producción y la productividad por soñar con una Venezuela libre que alcance el destino histórico que le corresponde.
No más prisioneros políticos, ni exiliados!
@JulioCArreaza