En estos días pasados los venezolanos hemos conocido -¿sufrido, padecido, para algunos incluso “gozado”? -sobre dos eventos que han estremecido a la nación, en lo interno y externo.
El primer evento fue una conversación privada entre dos venezolanos muy destacados nacional e internacionalmente. Este coloquio, por cierto telefónico y constitucionalmente privado, detalle que habitualmente olvida el Gobierno; el de Chávez primero, ¿se acuerdan de él, llanero, criollito, militar jefe de la intentona golpista del 4 de febrero pero al final Presidente por ese fenómeno tan venezolano de irse por lo populachero y no por la lógica, y por las insólitas actuaciones de los dos partidos tradicionales venezolanos? Y tras su muerte, un desconcertante sucesor aún más irrespetuoso de la Constitución en cuyo diseño él mismo estuvo como mínimo presente. Un hijo de Chávez que en poco –por no decir “nada”- se le parece.
Hemos oído una grabación entre dos personas que conversaban sobre lo que consideran pueden ser las posibles soluciones para su país –o sea, Venezuela-, que de acuerdo con la mayoría está destrozado, despedazado y quebrado. Es decir, lo que esos dos ciudadanos comentan no es ninguna sorprendente revelación, lo dicen con rudeza o con palabras técnicas millones de hombres y mujeres nacidos y formados en este país desde hace mucho tiempo.
Para empezar, esa conversación privada está protegida por la ley. Obviamente, el Gobierno venezolano a nivel ejecutivo, el alto funcionario y el canal de televisión que reprodujeron y difundieron la grabación de ese intercambio (o más bien coincidencia) de opiniones, han cometido un presunto delito merecedor de sanciones. Que a los responsables de tal circunstancia les importe un bledo, es sólo otra señal clara de a cuál podrido sótano ético y moral el socialismo del siglo XXI –suponiendo que tal ideología exista más allá de algunas conveniencias muy personales- han llevado a lo que va quedando de la democracia y de la conciencia ética venezolanas.
No es una conversación telefónica que afecte en nada la realidad del país, aunque sí, claro, a la fantasía oficialista de la tal “guerra económica”, única explicación del Gobierno al abrumador colapso económico del país; disculpa que se repite día tras día mientras la nación se paraliza y lo único que se mueve ni si siquiera son ya las colas interminables, sino las expresiones de frustración, molestia, indignación y algo aún más grave políticamente: la ratificación de que no se puede confiar en el Gobierno, el PSUV y demás aliados civiles y militares porque su único logro real es haber destruido un país completo. Destrucción que incluye los sueños y delirios que sembró Chávez.
La diferencia importante, además, es que en el diálogo entre Ricardo Haussman –un catedrático por esfuerzo, talento y méritos propios de una de las cinco universidades más importantes del mundo y por lo cual su opinión cuenta ante los grandes tomadores de decisiones del mundo mientras la de Maduro es sólo una eventual curiosidad-; y Lorenzo Mendoza, miembro y líder de una familia y de un conglomerado industrial, social y comercial con éxito y desarrollo comprobado tan sólido y bien dirigido, que ni siquiera el chavismo de tiempos más fuertes pudo afectar; en esa plática hay conocimiento, análisis y una solución; buenos o no deseables, quizás, pero mucho más razonables que en todas las necedades socialistas y demás fracasos del chavismo en general y de lo que sea que nos gobierna ahora.
La simple reacción de Maduro, quien a veces no comprende lo que significa ser Presidente de la República –de todos los venezolanos, opositores y decepcionados incluidos- y de los diputados desnudos de voluntad propia, sumisamente obedientes a cualquier torpeza porque por muy patriotas son simples comparsas, de hablar de demandar e investigar judicialmente a dos venezolanos de prestigio por haber hablado del mismo tema y del mismo cansancio del cual hablan a diario millones de otros venezolanos, indica que el Presidente y sus diputados no sólo siguen sin saber qué hacer, sino que lo que hagan será aún peor.
Aún más grave es que el madurismo –para llamarlo de alguna manera- arma esta alharaca y todos se dan cuenta de que no existe respuesta mínimamente seria a un análisis formal, y que sólo se trata de una arruguita de unos días. El chavismo anquilosado y sin originalidad no es más que un pozo de arena sin agua y sin arena; en unos días el reto a Haussman y a Mendoza será ola seca.
Y ya sucedió; el segundo evento, quizás aún más estremecedor, fue la renuncia y fuga del país de un Fiscal del Ministerio Público quien además denuncia a cara abierta en un video graves manipulaciones en un juicio politizado de suprema importancia, nada menos que el de Leopoldo López, un proceso que se ha arrastrado por meses sin que la Fiscalía –ni el Fiscal encargado que ahora puso pies en polvorosa- pudieran siquiera asomar en algún momento argumentos o indicios constitucional y judicialmente de alguna solidez.
Las declaraciones del Fiscal Nieves llegan para destapar una olla toscamente montada por algunos, incluido el propio Nieves, con el caso de Leopoldo López, proceso –llamarlo juicio puede ser excesivo e irreal- que además de López involucra a Christian Holdack, Ángel González, Demián Martín, Marco Coello y Carlos Vecchio, y que los abogados defensores se han cansado de advertir e indicar que se encuentra completamente viciado, amañado y manipulado, y por consecuencia la sentencia condenatoria es completamente ilegal y debe ser revocada. Esto a groso modo es lo que debería suceder. Y ahora, por si fuera poco, el principal Fiscal que conducía la acusación del Estado, no sólo se fuga (¿hay alguien que pueda creer que una fuga así es una súbita decisión?), sino que ha grabado un video personal, divulgado al público, en el que denuncia que recibía instrucciones de sus superiores –se entiende la Fiscal General-, acusación extremadamente grave que debe ser investigada a fondo por el bien institucional del Poder Moral.
Recuerdo que en el caso de Manuel Rosales también paso algo similar, el ex magistrado Eladio Aponte Aponte confesó por escrito cómo sin ninguna prueba enjuiciaron al dirigente de Un Nuevo Tiempo y como sabemos, nada pasó.
En este caso particular -como muchos otros- los ciudadanos con principios éticos, morales de decencia y honestidad, no podemos nunca ver como héroes a estos sinvergüenzas que han hecho tanto daño al país y a la familia venezolana con sus abusos y arbitrariedades y ahora, cuando observan un gobierno en franco deterioro pretendan negociar para salvarse de la justicia. Cometieron delitos y deberán pagar por sus actos ilegales, sus inequidades, su despotismo, sus desafueros y sus atropellos. La impunidad es dañina y de terribles consecuencias para la sociedad. Aponte Aponte, Ismael García, el Fiscal Nieves y muchos otros desfachatados y cínicos deben someterse a la justicia.
Venezolanos debemos tener conciencia ciudadana, rechazar y repudiar con valentía y coraje a los desvergonzados que pretenden disfrutar de la absolución impune y algunos de ellos -por conveniencia- hasta se disfrazan de líderes opositores.
Venezuela merece mejor y tendrá mejor.
@ArmandoMartini