No hace falta que la Mesa obtenga la dos terceras partes de la Asamblea para promover la soluciones que se necesitan. Con reducir a su mínima expresión la representación del PSUV y del polo de partidos que están comprometidos con Maduro y Cabello sería suficiente. Los votos que el oficialismo pierda serán tan importantes como los que la MUD consiga. De allí la importancia que tienen las postulaciones no alineadas.
Los independientes no son el enemigo a vencer; tampoco deberían etiquetarse como los saboteadores de la Unidad. Algunos podrían dejar el papel que tienen de adversarios y convertirse en socios de la MUD. Los no alineados deberían re-ubicarse como los anfitriones del pueblo chavista. En especial, de los miles que a pesar de reconocerse furiosos con Maduro o molestos por el rumbo que tomó el proyecto socialista, se resisten a votar por las candidaturas de la MUD. Que el militante chavista y anti-madurista sienta que votará a favor de algún partido y no por venganza es clave para sumarlo al cambio. Hay que ampliar y apoyar a la red de aliados; no sólo tratar de acaparar votos para la tarjeta de la Unidad.
Abrir conversaciones con los independientes en plena campaña tendrá riesgos. Pero, ¿qué perdería la MUD dialogando con los no-alineados? Es probable que los beneficios que obtenga rebasen las expectativas de los escépticos. Que los dividendos de la cooperación son superiores a las ganancias que produce el esfuerzo de un actor solitario está siendo demostrado en Austria. En ese país, naciones con intereses y posiciones brutalmente excluyentes tratan de buscar el consenso, no la obediencia ni la sumisión de los débiles.
Que Irán, un país acusado de violar los derechos humanos y de respaldar la dictadura de Bachar Al-Asad así como de financiar a Hezbolá y Hamás, haya sido invitado a las conversaciones por E.E.U.U y Arabia Saudita, sus enemigos acérrimos, es un hecho sobre el que algunos dirigentes venezolanos deberían reflexionar. Por supuesto, establecer la cooperación como estrategia de lucha social es una ruptura con una comprensión tradicional de la política; dado que ese principio supone que los competidores que están en mejor posición de dominio pactan con las minorías y, por lo además, no se sienten confundidos ni avergonzados por acordarse con sus enemigos para evitar desastres comunes.
Las negociaciones de Viena dan cuenta de la revolución que hay en las ideas y prácticas políticas de Occidente. Sin embargo, en Venezuela algunos piensan que el presente se puede cambiar con prejuicios que pertenecen al pasado. El futuro de la nación no se construirá con una visión política superada, refutada. Lo peor es que esa postura se mantenga a pocos días de unas elecciones que condicionarán el destino de los venezolanos durante la próxima década, por decir lo menos. Evitar el acercamiento entre la MUD y los independientes es cancelar sin argumentos una alternativa que puede vencer el amplio sistema de privilegios con el cual el PSUV competirá en estos comicios.
El contexto en el que se realizarán las elecciones obliga a modificar el enfoque que se ha tenido de las postulaciones independientes. Nunca será tarde para dialogar y corregir; y, nunca faltará tiempo para perseguir los acuerdos que en esta hora exige la renovación democrática y pacífica del país. Por lo demás, los ciudadanos de esta sociedad no tiene alternativas: O su liderazgo alternativo intenta algunas alianzas que parecen imposible o el binomio Maduro-Cabello conseguirá una Asamblea a su medida. Esto es: Un parlamento gris; paritario y sin capacidad de convocar y consensuar el cambio.