Hoy después de este largo período “revolucionario” nos estamos pareciendo a la Venezuela que dio origen al comienzo de éste fallido proceso revolucionario.
Nuestra situación es muy similar a la de los últimos años de la década de los ochenta, con una clase política que gobierna sin oír al resto del país y de espalda a las duras realidades a las que estamos expuestos la inmensa mayoría de los venezolanos.
Pero también nos damos cuenta que aquellas condiciones que llevaron a un pueblo a un estallido social sin precedentes en nuestra historia, hoy son casi las mismas pero elevadas exponencialmente a límites que jamás los venezolanos hubiésemos podido imaginarnos.
En 1998, la escasez de los artículos de primera necesidad desespera a los venezolanos, pero con el agravante de que hoy, nos vemos en la imperiosa necesidad de hacer humillantes colas, limitados a comprar un día por semana según el terminal de nuestro documento de identidad, a expensas de adquirir lo que se pueda encontrar, “fichados” por un sistema de registro biométrico.
Pero esta escasez, las colas y nuestro singular sistema de racionamiento, en estos tiempos ya no son solo para la comida, es para los cauchos, las baterías de los vehículos, las medicinas y cuanto se nos ocurra que podamos necesitar.
En la actualidad, somos el país con una de las tasas de inflación más grande del mundo, observando que la involución de la “revolución” marcha a paso de vencedores.
En 1998 exportábamos café, arroz, azúcar, maíz y algunos otros rubros, hoy importamos hasta el papel sanitario, un país donde no existen oportunidades, producción, sino controles y penalizaciones.
Los casos de corrupción administrativa plagan nuestro día a día sin que haya la posibilidad cierta de que se realice una investigación seria en ninguno de los casos que han sonado en la opinión pública. La figura de la interpelación de altos funcionarios del gobierno en la Asamblea Nacional, es solo una remembranza de ese pasado democrático. Recordemos que en los 90 un presidente electo democráticamente, fue destituido, enjuiciado y condenado por un acto de corrupción administrativa, hoy la realidad es otra.
La situación actual del país, nos hace recordar la anécdota gris de los músicos del Titanic, la clase que nos gobierna sigue tocando su marcha revolucionaria y propagandística, mientras el país se hunde ante su indiferencia, y solo participando y votando el 6D podemos unirnos, cambiar y salvar a los pasajeros de esta nave: Venezuela.
@freddyspaz