Cada día se revela un nuevo hito en el espinoso asunto del tráfico de drogas que involucra a la familia presidencial; y cada hora se hace más evidente la conexión del alto gobierno con el hecho. Las declaraciones del teniente Cabello hablando de secuestro y de la mayoría de edad de los apresados son patéticas. Ya nos referimos en anterior ocasión al secuestro. Hablemos de la mayoridad.
Desde luego no cabe la menor duda que no puede imputársele ni al usurpador ni a su cónyuge el delito. Más aún, ni siquiera tratándose de menores de edad podría imputársele responsabilidad a los padres, o como en el presente caso a quienes la asumieron sucedáneamente. La responsabilidad por los hechos de los menores es estrictamente civil, jamás penal. La responsabilidad penal es personalísima.
En el lenguaje corriente de mi juventud cuando la mayoría de edad se alcanzaba a los 21 años y algún menor ya crecido incurría en algún desafuero, el término con el cual se le identificaba era tarajallo. Ya los sobrinos con 29 y 30 años respectivamente pasaron ese umbral y hace más de una década entraron a la mayoría de edad por lo cual el término les resulta inadecuado. Parece que por primera vez voy a darle la razón a Cabello. Toda la responsabilidad es de los nepotes.
¿Será efectivamente así? Desde luego legalmente, pero este gobierno para el 2 de noviembre de 2015 había cumplido 16 años y 9 meses en ejercicio del mismo, lo que significa que los sobrinos a la vulnerable edad de 12 y 13 años respectivamente, sin haber accedido ni siquiera a la condición de tarajallos, supieron de cómo se ejerce el poder, de cómo se comportan quienes lo detentan y de cómo poco importa lo que diga la ley, porque ésta no parece que se aplica de manera uniforme, a todos por igual.
Probablemente asimilaron que la prohibición de traficar con cocaína se aplica a nivel de los barrios donde se distribuye al detal, es decir, en esas ventas que se hacen por gramos y no tratándose de casi una tonelada. Esa educación que estima el poder por encima de la ley y no el poder sometido a la ley, es el responsable; y encuentra raíces en el juramento de cumplir la constitución de los militares perjuros, entre ellos Cabello, que se alzaron en armas y en los reposos médicos del usurpador para cobrar sin trabajar. Los sobrinos son lastre.