A medida que se aproximaba la fecha electoral su argumentación y estrategia sufría algunas variaciones significativas, manteniendo una constante: la utilización de la imagen del ex presidente y sus discursos como el arma principal para intentar recapturar el prestigio perdido, y enfrentar el distanciamiento del pueblo que antes los acompañó.
Inicialmente se propusieron trasmitir la sensación de victoria, no les funcionó porque todos los estudios de opinión (¡hasta Shemel!), presentan resultados que negaban tal posibilidad. Luego intentaron “tocar la sensible tecla del nacionalismo” reivindicando un problema que habían descuidado como el de Guyana y al no resultarle, con el mismo propósito plantearon el tema de las relaciones con Colombia junto a la eterna cantilena contra el imperialismo.
En la primeras de cambio junto a trasmitir la especie de seguridad en el triunfo, intentaron dividir la oposición inventando una supuesta “tercera vía”, luego hablaron de un margen regular de ventaja y ya al final de la campaña, en contradicción con anteriores afirmaciones, declaran que la brecha o la diferencia en favor de la oposición comenzaba a cerrarse.
En los últimos días han cifrado sus esperanzas y su pretensión de “reducir la brecha” en dos ejes temáticos: por un lado, generar la confusión en el electorado opositor a través de la burda y asquerosa maniobra con la tarjeta del MIN y su ubicación en el tarjetón, por otra parte intentan amedrentar e infundir temor con la acciones agresivas y violentas contra actos de dirigentes de la Mesa de la Unidad. Esas variables tampoco pareciera le están produciendo los resultados esperados.
Se registra en todas las encuestas una amplia voluntad de participación, si tomamos en cuenta que estas son unas elecciones donde por tradición, no sólo en nuestro país, sino en el mundo, por lo general se observa una alta abstención.
La campaña por difundir la ubicación en la esquina de abajo y a la izquierda de la tarjeta de la MUD se ha intensificado y sobre todo en la comunicación interpersonales parece surtir efecto y disminuir la confusión de la vulgar patraña que el gobierno ha propiciado.
Es bastante discutible si el “dakazo” en las anteriores elecciones constituyó el elemento decisivo en los resultados, aunque no hay lugar a dudas, que alguna incidencia importante tuvo. Anunciaron el fin de semana pasado, justo ocho días antes de las elecciones, la instalación de 5000 Megamercales en todo el país, apenas pudieron montar unos pocos; lo que provocó indignación y protesta en diversas ciudades.
Algunos “analistas” distantes del oficialismo especularon que la Megatorta constituiría un supuesto plan para provocar manifestaciones violentas y así tener el pretexto para suspender los comicios.
Lo que demostró nuevamente ese estrepitoso fracaso es la inmensa ineficacia e ineficiencia gubernamental, manifestada en la mayoría de sus ejecutorias, la matriz de opinión conformada como nueva mayoría hoy se presenta como irreversible y a esta altura no hay dakazo que valga.
Nosotros no somos ilusos, mas “también jugamos” sabemos de antemano que la brecha que hoy existe, no necesariamente, será la misma que se expresará el próximo domingo. Todo indica que se vislumbra un escenario donde las fuerzas democráticas obtendrán una amplia mayoría de votos, y obtendrían igualmente una sólida mayoría en cuanto al número de diputados, pudiendo estar muy próxima a la mayoría calificada, sin descartar que ese meta máxima pueda ser alcanzada.
Un triunfo con esas características no supone, para nada, que inmediatamente como por efectos mágicos, comenzarán a resolverse los gravísimos problemas que confrontamos, entre otras razones porque la solución de varios de ellos escapan a las atribuciones de la Asamblea Nacional. Lo que sí es cierto es que produciría un cambio sustancial y cualitativo al manifestase electoralmente una nueva y sólida mayoría, que con una conducción política acertada puede abrir paso a los cambios que aspira esa mayoría.
A menudo se abusa al calificar cualquier acto como histórico, en esta oportunidad estamos seguros de no correr ese riesgo, por lo que al calificar los comicios de este domingo no dudamos en señalarlos como uno verdaderamente trascendente.
Nunca antes, durante los últimos tres quinquenios, nos hemos situado en el umbral de un proceso para cambiar de rumbo, como ahora.Estos días serán decisivos para definir el porvenir inmediato. Hay que votar y votar bien!