Welhite Naro ofrece una bandeja de arañas fritas, saltamontes asados y mijo con calabaza, unas especialidades culinarias de comunidades indígenas del nordeste de la India amenazadas de desaparición.
AFP / Por Etienne FONTAINE
Los cuarenta tenderetes en un campo de Mawphlang, aldea del estado de Meghalaya, emanan olores a cerdo asado, carne de res aliñada, ensalada de verduras silvestres y aperitivos de arroz. Se pueden degustar en una hoja de banana o en un plato reciclable por un puñado de rupias.
Los Khasi, una comunidad indígena, los Garo y los Nagas exhiben sus tesoros culinarios con motivo del festival “Mei-Ramew”, organizado con el apoyo del movimiento ecogastronómico Slow Food.
Es la ocasión de probar los brotes de bambú fermentado o zumo de bambú de los Nagas o el arroz jaha de los Khasi, que figuran en el catálogo de productos amenazados de extinción.
Naro, un agricultor del estado de Nagaland, anima a los visitantes a probarlos para salvar las tradiciones culinarias de su comunidad.
“Es un caracol de un arrozal. Debe comerlo así: primero por abajo”, explica mientras chupa por la abertura del caparazón, que luego enseña vacía.
El nordeste de India es conocido por sus tradiciones culturales y culinarias.
– Cerveza y aperitivos de mijo –
Nongtraw, situado cerca de Mawphlang, es un pueblo con casi 200 habitantes khasis. Para llegar a él hay que bajar 2.500 peldaños que dan a una plaza.
La voluntad de salvaguardar la alimentación tradicional se impuso hace cinco años, cuando el cultivo de mijo corría el riesgo de desaparecer.
“En 2010, sólo había dos familias aquí que cultivaban mijo, porque teníamos arroz gracias al sistema público de distribución”, explica Pius Ranee, un agricultor de 27 años.
El caso de Nongtraw no es aislado, según Slow Food, que calcula que el 60% de la alimentación mundial se basa en tres cereales: trigo, arroz y maíz.
La FAO, organización de la ONU para la alimentación y la agricultura, aboga por la salvaguardia de la biodiversidad, esencial para la supervivencia de la agricultura de vivero ahora que las plantas cultivadas ya han perdido hasta el 75% de su diversidad genética.
En Nongtraw, la mayor parte de las tierras son de la comunidad y la elección de los cultivos se hace en el consejo del pueblo. Consciente de su dependencia, la aldea retomó en 2010 el cultivo de dos variedades locales de mijo, un cereal de gran aporte nutritivo y que permite evitar las importaciones costosas.
“El mijo es bueno para la salud, lo consumimos hervido, con o sin arroz. También elaboramos tentempiés a base de mijo y cerveza, con tres o cuatro semanas de fermentación”, afirmó Don Kupar, un agricultor de Nongtraw de 27 años.
– De madre a hija –
El consumo de aperitivos de arroz es bastante común entre los Khasi, tanto en las comidas como para acompañar un té por la noche.
“Están elaborados con una variedad local de arroz, agua hirviendo y dos o tres ingredientes más, sin sal, azúcar ni conservantes”, explica Gracedalyne Rose Shylla Passah, de la universidad Avinashillingam de Coimbatore (sur).
“Las recetas pasan de boca en boca, de madre a hija”, añade la investigadora.
La estandarización de la alimentación entre los más jóvenes afecta a la perpetuidad de las tradiciones culinarias, asegura Rahul Antao, coordinador de la organización North East Slow Food and Agrobiodiversity Society (Nesfas).
“La juventud, incluso en las aldeas más recónditas, tiene que elegir entre una alimentación estandarizada o preservar la herencia culinaria”, dijo.
La diversidad gastronómica es esencial en el nordeste de India, porque “cuando se superpone el mapa de las comunidades indígenas y la de la biodiversidad” coinciden, afirma. “Estas comunidades son las guardianas de la biodiversidad”. AFP