Como un león herido, el chavismo venezolano se guarecerá hasta que sanen sus heridas tras la aparatosa derrota que le propinó la oposición en las elecciones parlamentarias del fin de semana, e iniciará una serie de reuniones intestinas para autoevaluarse.
Reuters / Por Diego Oré
Pero, igual que el felino, ha prometido retroceder sólo para tomar impulso y volver a atacar profundizando el socialismo instaurado por el fallecido Hugo Chávez. Mientras lo hace, ha desafiado a sus adversarios a no darlo por muerto.
“Hemos llamado a abrir un debate para fortalecer la revolución, para hacer más revolución”, dijo el presidente Nicolás Maduro luego de convocar a un congreso extraordinario del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y reuniones de la amplia alianza Gran Polo Patriótico (GPP).
“Este es el debate que queremos: crítico, autocrítico y de acción. No un debate para autoflagelarnos, para cortarnos las venas. Estoy buscando un debate para superar los problemas que tengamos”, agregó el curtido sindicalista de 53 años.
Desde la mañana del jueves y “hasta que sea necesario”, prometió Maduro, casi un millar de delegados del PSUV, el mayor movimiento político del país, debatirán los errores de campaña y plantearán soluciones a la crisis económica, la principal razón que llevó a sus votantes a darles la espalda.
Pero no es la primera vez que el chavismo se ausculta.
Tras el revés en las elecciones regionales y locales de 2008 -donde la oposición avanzó considerablemente pese a la derrota-, Chávez propuso “Tres R”: revisar, rectificar y reimpulsar la “Revolución Bolivariana”. Pero se dieron pocos o ningún cambio, por lo que persiste la duda de si el chavismo reculará.
“Un congreso es un debate verdadero, no una asamblea de catarsis”, dijo el ex ministro Héctor Navarro, suspendido del PSUV el año pasado por apoyar críticas a la gestión de Maduro hechas por Jorge Giordani, otro ex del gabinete chavista.
Ambos volvieron a criticar el miércoles la gestión de Maduro. Mientras lo hacían, en un vetusto hotel de Caracas, un grupo de leales al Gobierno irrumpió y, megáfono en mano, los descalificó como “traidores” y “vende patrias”.
La escena resume el riesgo de implosión que corre el PSUV, un partido de casi 8 millones de militantes compuesto por una heterogénea amalgama de comunistas, académicos, militares, sindicalistas y empresarios.
“(La derrota) es una clara señal para Nicolás. Se impone un profundo proceso de discusión y rectificación dentro del Gobierno. Sino, estamos liquidados”, dijo un miembro del Gobierno que prefirió el anonimato. “Es él quien tiene que empezar por asumir la situación y comenzar por reconocer la cantidad de errores que ha cometido”.
Es la economía, estúpido
El PSUV vio la luz a inicios del 2008 reemplazando al Movimiento Quinta República que llevó a la presidencia a Chávez en 1999. Desde entonces, ganó todas las elecciones y siempre mostró -al menos hacia afuera- una unidad inquebrantable.
Sin embargo, tras la muerte por cáncer del líder socialista en 2013, las voces disidentes se han dejado escuchar reclamando por la falta de liderazgo de Maduro para atajar la inflación más alta de América, diversificar una economía en recesión y acabar con la tozuda escasez de bienes básicos.
Pero Maduro se ha defendido insistiendo en que la crisis tiene su origen en una “guerra económica” orquestada por la oposición, que busca de sembrar zozobra para desbancarlo.
Giordani, el artífice de la economía socialista soñada por Chávez, recomendó asumir la crisis y decretar un período de “emergencia revolucionaria”.
“Basta ya de discursos y promesas incumplidas (…) dejemos de ser autistas y escuchemos la voz del pueblo”, retó el ex ministro de Planificación y también de Economía.
En lo que fue su primera medida tras la derrota, Maduro ordenó el martes a sus ministros poner sus cargos a disposición. Pocos creen que ello se traduzca en cambios de fondo ya que el ex chofer de autobús suele hacer enroques.
“Esta derrota no es de Chávez, es de Nicolás Maduro”, dijo Humberto López, un confeso chavista con un excepcional parecido con el revolucionario argentino Ernesto “Che” Guevara. “No podía votar por la crisis, la escasez”, se lamentó tras la derrota.
Según analistas, votos castigo como el del “Che venezolano” son los que le permitieron a la oposición arrebatarle al chavismo la mayoría que atesoró durante más de tres lustros.
Por ello, hasta los propios opositores han reconocido que el movimiento creado por Chávez está lejos de la extinción.
“¡Cuidado!, Con más del 40 por ciento de los votos el chavismo no desapareció, ni está liquidado”, advirtió Ramón Muchacho, alcalde opositor de un distrito de Caracas, en referencia al porcentaje de sufragios que obtuvo el oficialismo.
Consciente de que en política no hay cadáveres, Jorge Rodríguez, jefe de campaña del oficialismo, lanzó una desafiante advertencia: “El chavismo está más vivo que nunca y resiste. En dificultades es cuando nos crecemos”.
“Si creen que con esto ha aniquilado al chavismo, están haciendo un pésimo análisis”, dijo en rueda de prensa.