Rosarios, escapularios, estampitas, camisetas, velas, joyas y figuras a tamaño real son algunos de los objetos, miles de ellos, que se venden estos días en los alrededores de la Basílica de la Virgen de Guadalupe de la Ciudad de México, a rebosar de devotos para festejar su día.
Entre este viernes y domingo se calcula que unos siete millones de fieles habrán visitado este santuario, que cada 12 de diciembre conmemora la aparición de la Virgen de Guadalupe, en 1531, al indígena Juan Diego.
Los feligreses, como cada año, acuden en masa cargados de obsequios y flores que entregan a la Virgen, en un festejo en el que no faltan peregrinos cumpliendo promesas de rodillas, música de banda, cánticos y rituales prehispánicos.
En medio de este incesante bullicio abunda la venta, especialmente fuera del recinto, donde cualquier esquina es buena para ofrecer productos ex profeso para la efeméride.
A unos tres kilómetros del templo, en una calle que lleva en línea recta al santuario, aparecen los primeros vendedores ambulantes. Comercian unas cruces enormes, que tienen recostadas y en hilera en un banco.
Un centenar de metros más adelante, Carlos García ofrece camisetas estampadas con la Virgen de Guadalupe, la Virgen María, Jesucristo o San Judas Tadeo. A 40 pesos (2,3 dólares), encargó 500 de ellas.
“Llevamos vendidas 400. Hoy es la fiesta grande”, dijo a EFE este vendedor que, desde los ocho años y junto a sus padres, comercializa objetos con motivos religiosos en estas fechas.
“Hemos variado (la mercancía). En años anteriores eran fotos, pergaminos, pensamientos dirigidos a la Virgen…”, enumeró.
Con 17 años, Martín se estrenó este año como comerciante en las cercanías de la basílica.
Viene de la ciudad de Toluca, a una hora de la capital, y ofrece figuras hechas de resina a entre 150 pesos (unos 8,6 dólares) y 1.000 pesos (57,5 dólares). La más impresionante es un San Judas Tadeo, el patrón de las causas difíciles, que debe medir un metro y medio.
Satisfecho con el negocio, explicó que adquirió los objetos a unos 100 pesos (5,75 dólares) y ya ha colocado unas 150.
Rumbo a la basílica, una chica vende paracetamol y “otras medicinas” para los males comunes de estos días, como la fatiga, los dolores musculares o la deshidratación, indicó.
Viste el uniforme de una popular cadena de farmacias en México, pero viene “por cuenta propia” y prefiere no revelar su nombre.
A pocos metros del recinto, varías tiendas especializadas en productos religiosos hacen estos días el agosto. Algunas se dedican a la joyería, otras ofrecen productos hechos con cera y otras cualquier souvenir religioso que uno pueda imaginarse.
Ya en el interior del templo, una abarrotada tienda de recuerdos atestigua el consumismo que rodea a la Virgen de Guadalupe, especialmente en este recinto conformado por varias capillas, templos, un cementerio, un antiguo convento e incluso un museo.
Y es que la animada presencia de vendedores responde a una máxima simple: la oferta y la demanda.
Porque los compradores son muchos, muchísimos, que se pasean con figuras y cuadros, camisetas con motivos religiosos, brazaletes, collares y flores. O (casi) todo a la vez.
“He comprado rosarios y regalos para toda la familia”, explicó Nora Echevarría, una emocionada guatemalteca que visita por primera vez la basílica y llegó a la ciudad el viernes.
Echevarría ejemplifica el impulso económico que este festejo supone a la Ciudad de México, que recibe en estas fechas alrededor de dos millones de turistas.
Solo entre el 11 y 12 de diciembre de 2014, las autoridades capitalinas informaron de una derrama de 543 millones de dólares (unos 31 millones de dólares) para la ciudad.
Además, este viernes y sábado se repartieron 352.000 litros de agua potable y se recolectaron 771 toneladas de basura en las inmediaciones de la Basílica, lo que da fe del volumen del negocio generado.
En la tienda del templo, Arturo Zamora compró varios paquetes con velas con la imagen de la Virgen, las enciende a principios de mes para pedir protección y guía.
Zamora afirmó que, por muchas ventas que puedan hacerse estos días en el establecimiento oficial, “esto no es negocio” porque el mantenimiento de las instalaciones es “terriblemente costoso”.
Sin conocer el balance de cuentas del templo, en la calle el “business” es más evidente, y necesario.
Erika, de unos 25 años, se pasea con rosarios, pulseras y medallitas colgando del brazo. Los despacha a 10 pesos (0,57 dólares).
“No sé cuánto espero vender, lo que Dios nos dé. Pues ya”, sentenció mientras, a paso rápido, se dirigía hacia el principio de la calzada que conduce hasta el templo, quién sabe si para pescar a los peregrinos a su llegada.
Con un 46,2 % de la población pobre, un salario mínimo de 73 pesos (4,2 dólares) al día para 2016 y un 58,5 % de trabajo informal, México es también el segundo país del mundo por millones de fieles.
Un cóctel que parece llamado a convertir a la Virgen de Guadalupe en una mezcla de mucha fe y otra tanta mercadotecnia. EFE