Excepto a los jefes y a unos cuantos militantes, a la población poco le importa -por ahora al menos- si AD es el partido opositor más grande o si lo es Primero Justicia, ni cuántos diputados lograron Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo a cuenta de Leopoldo López, de Manuel Rosales, y gracias al dinamismo sorprendente de Lilian Tintori nueva dirigente que hay que tomar muy en cuenta porque le sobran voluntad, talento y carisma. Los electores no votaron por ellos, lo hicieron por la Unidad. Y no como pretendió hacer ver uno de ellos que “fue reelecto porque su labor había sido reconocida”, también en la oposición hay personalidades desconcertantes.
Todos esos electores, los que se entusiasman con cualquiera de los partidos en particular, y los que simplemente votaron por la Unidad como bloque y como salida porque Maduro, Cabello, Rodríguez y demás líderes chavistas perdieron hace ya tiempo la credibilidad y la capacidad para gobernar, están a la expectativa de las medidas que la oposición, a través de sus diversos dirigentes y profesionales especialistas –con alguna necia excepción, tontos e incluso bandidos tienen la habilidad de colarse en todas partes- ofrecieron una y otra vez con bastante claridad.
En Venezuela –excepto el reducido diosdado-madurismo- están de acuerdo en que la Ley de Amnistía y la liberación rápida de los presos políticos es la primera obligación, y que si el Gobierno se pone obtuso y el Tribunal Supremo de Justicia la rechaza, la Asamblea aplicará su firme mayoría y después de algún inevitable tejemaneje habrá fiesta popular en todo el país con Leopoldo López, Antonio Ledezma, Manuel Rosales, Carlos Ortega y tantos otros presos sin culpas. Pero no es el único compromiso.
Hay temas esenciales, que no pueden ir en fila sino que deberían convertirse en procedimientos en plena marcha. En paralelo pues. Claro, siempre comprendiendo que se ganó el parlamento, la asamblea, el poder legislativo y no fue ni la Presidencia ni el Poder Ejecutivo. Eso también llegará.
La revitalización de emergencia de la capacidad productiva nacional, tanto en agricultura, ganadería y sus industrializaciones así como, la recuperación de sus adecuadas comercializaciones a nivel nacional. Una cosa es que el Gobierno pretenda importarlo todo porque ha llevado al país a no producir nada, y otra es un adecuado y manejable nivel de importaciones e intercambios comerciales. Aparte, claro, del hecho sobradamente conocido de que no hay suficientes divisas.
El drama económico monetario, relacionado con la producción industrial nacional. Con la drástica caída de los precios petroleros y el abrumador desplome de la producción en general a todos los niveles, vivimos en consolidada recesión. La manufactura venezolana antes del acceso de Chávez al poder no era sólo agropecuaria, pregunten por los lados de Antímano, Valencia, Barquisimeto, entre otros, -para no hablar de Guayana-, y con los improvisados y torpes inventos chavistas de control de las divisas, del sistema cambiario, del Banco Central de Venezuela y demás bancos del Gobierno, lo único que se ha conseguido es lo que derrotó a Maduro y al chavismo el 6 de diciembre: las colas interminables y muy poco justas, la creciente escasez de productos de todo tipo y la brutal inflación que descuartiza a cualquier salario. Es éste un tema no sólo de enorme importancia e inaplazable arreglo, sino impostergable. Es el tema fundamental, incluyendo respuestas a la lejanía entre sueldos, salarios y el costo de la vida que lleva largo tiempo ya fuera de todo control –una muy particular habilidad chavista, controlar todo sin tener control real de nada.
Otro asunto que debe tomar en sus manos la Asamblea Nacional de la Unidad, es sin duda el petrolero y minero. Pdvsa no sólo es una empresa desalentada y en plena decadencia, sino recargada de frenos, controles políticos y politiqueros, de presunta corrupción y con sus ingresos en caos. Con el chavismo la empresa petrolera no ha hecho sino perder instalaciones, refinerías, planes, niveles de producción y prestigio internacional, y en cambio agobiarse con una gigantesca deuda.
Ni siquiera hablemos de la amplia variedad de posibilidades de la minería en general, que sigue siendo sólo motivo de codicia entre militares, indígenas y mineros de todas las procedencias. Y dentro de esta área de especialidades, obviamente hay que ver con criterio de angustia la patética situación de las áreas de trabajo de la Corporación Venezolana de Guayana, con el hierro, el acero y derivados en caída libre.
Al mismo tiempo están toda una diversidad de asuntos que no por disímiles son menos urgentes, empezando por la seguridad ciudadana, una tragedia diaria que va mucho más allá de la variedad de cuerpos policiales mal pagados, mal preparados y peor equipados. El imperio de la delincuencia es un asunto económico pero aún más social y de formación de la juventud venezolana, es un reflejo adicional de las carencias de la educación pública y privada con muy escasas excepciones, y amerita una revisión a fondo de los criterios educacionales, del Poder Judicial y del sistema carcelario.
La devolución de empresas en todas las áreas de especialización que fueron injustamente esquilmadas a sus legítimos propietarios, es una tarea obligatoria colosalmente grande y compleja para los nuevos diputados que suman mayoría calificada. La venenosa problemática de los servicios de agua que empieza por criminales e inexplicados retrasos en las grandes construcciones del sistema hidráulico y casos terribles como la suciedad oscura del agua y el descuido del sistema de La Mariposa y el Tuy, entre otros muchos como la persistente falla de servicios eléctricos que el chavismo primero, y el madurismo después, achacan a sabotajes que nadie ve y nunca pudieron demostrar a pesar –según ellos- de tener pruebas.
Una cuestión que debe ser resuelta, con todo y la escasez de dólares, es la descomunal deuda pública. Miles de millones de dólares en deudas que se arrastran –y de hecho se evaden- a sectores muy distintos y que han terminado por convertirse en amarguras frustrantes y muy serias para los venezolanos, desde el sector automotor de ensamblaje y servicios de partes y repuestos, la actividad de aviación comercial, el vital sector de producción y de importación farmacéuticas y de equipos médicos y odontológicos y, como estos, todos los sectores de la industrialización, importación y comercialización de la Venezuela sobre la cual Nicolás Maduro ahora divaga sin entender nada, la cabeza no le da para mirar hacia atrás en busca de explicaciones y mucho menos para ver hacia adelante. No se trata sólo de deberle a los chinos, y aún menos de tenerlos como caja chica para los cada vez más frecuentes momentos de emergencia. Se trata de que la deuda con Pekín y la gigantesca con sectores del país, hace tiempo es una cadena excesivamente pesada.
La cuestión se alivia un poco si las finanzas públicas y sus estrategias las toman en sus manos y las convierten en leyes los expertos que accedieron a la nueva Asamblea Nacional. No se trata obligatoriamente de pagar un montón de miles de millones de dólares de un golpe, pero sí del diseño de un programa coherente de pagos, de poquito en poquito pero seguros lo que genera confianza palabra clave en los asuntos financieros.
Puede pasar incluso –lee esto, Maduro- que ni siquiera tengamos que acudir al siempre denostado Fondo Monetario Internacional. Lo que cuenta es cumplir los compromisos. A esta misma Venezuela deshilachada le siguen entrando unos 30 millones de dólares cada día, saquen ustedes la cuenta y que los diputados resten y cautericen en el presupuesto nacional, los gastos excesivos e impropios y las partes correspondientes a la corrupción y a la incapacidad.
Por todo eso, y otras tragedias que irán apareciendo, señoras y señores nuevos diputadas a la Asamblea Nacional, es que ustedes no pueden dedicarse ahora –ni permitir que sus dirigentes lo hagan- a sentirse poderosos y triunfadores. A ustedes la mayoría de los venezolanos les encomendó la tarea gigantesca y tremendamente compleja y difícil de reconstruir este país que el chavismo les entrega en ruinas, destrozado, en escombros.
Y tengan muy en cuenta que lo único bueno y provechoso de estos recientes resultados electorales para Nicolás Maduro y el chavismo gobernante, es que Maduro podrá dejar de atribuir a la guerra económica que muy poco creyeron, y culpar ahora de sus errores a la Asamblea Nacional.
Así que trabajen duro, por encima de todo manténganse unidos que todavía no ha llegado la hora de los partidos –llegará a su tiempo- entre otras cosas porque el PSUV por sí mismo –algunos piensan que entró en progresiva disolución, eso está por verse- sigue siendo el mayor partido del país. La revolución auténtica, la de cambiar las cosas, es ahora cuando empieza. Y les toca a ustedes. No vayan a equivocarse nuevamente y a sentirse cada uno que es poderoso y autosuficiente, porque –convénzanse- todavía no lo son. Esos votos de espectacular mayoría que les dieron los venezolanos no son sólo políticos, también lo son de esperanzada.
Venezuela espera mucho de ustedes y confiamos profundamente que estarán a la altura del compromiso.
@ArmandoMartini