El Barça fue incapaz de superar la telaraña tejida por el Espanyol, en un partido en el que los azulgrana tuvieron las mejores ocasiones y dispusieron de dos remates al palo, pero no pudieron superar al nuevo equipo de Constantin Galca.
EFE
Solo en los primeros minutos del segundo tiempo los azulgrana dieron la sensación de superioridad para poder resolver el encuentro, pero el Espanyol superó el mal momento y sacó un empate que le sabe a victoria.
Enredado en un partido sin fútbol, una trampa letal para el preciosismo de los azulgrana que sufrieron frente a un aguerrido Espanyol, que dejó sus intenciones de jugar el balón en el vestuario y desde el primer minuto del partido se dedicó a destruir.
La declaración de intenciones de Constantin Galca se quedó a medias. Si desde la pizarra y la alineación prometía disputar la posesión del balón a los azulgrana, en el fondo los blanquiazules jugaron a complicarle la vida al rival, más que a intentar acercarse a la meta de Bravo.
El Barça jugó con poca convicción en el primer tiempo. Pese a jugar con su equipo de gala, a los azulgrana nunca se les vio cómodos. Messi jugó por el centro y ni Alba ni Alves aprovecharon los boquetes que dejaba la defensa local para acercarse a la meta contraria.
De hecho en el primer tiempo, solo hubo dos ocasiones claras de gol. Una falta lanzada por Leo Messi a la cruceta de la meta de Pau López (m.36) y un saque de esquina lanzado por Marco Asensio y que Piqué sacó bajo palos ante el error de Bravo (m.26).
La puesta en escena mostró las intenciones de uno y de otro. El Barça intentaba dominar el juego y el Espanyol optaba a recuperar el balón en campo contrario para sorprender. Por eso unos y otros estuvieron muy incómodos sobre el terreno de juego, los azulgrana por la falta de clarividencia, el Espanyol porque no sabía muy bien qué hacer cuando tenía el balón.
Galca cambió el dibujo, de un 4-2-3-1 a un 4-4-2 con Marco Asensio como acompañante de Caicedo, y tuvo sus mejores momentos entre el minuto 20 y el 25, con cuatro saques de esquina. Todo era fuerza e intensidad más que calidad.
Con el paso de los minutos apareció más Iniesta y también tuvo más presencia Messi en el juego. Además, el Espanyol bajó un poco su físico en la recta final del primer tiempo y es cuando los azulgrana se sintieron más cómodos, aunque sin crear peligro ante Pau más allá de esa falta rematada por el argentino a la cruceta de la meta local.
Pero todo pareció cambiar desde el primer minuto del segundo tiempo. Salió dispuesto el Barça a variar la inercia del partido y arrinconó a su rival que empezó a achicar agua como pudo.
En tres minutos, los de Luis Enrique tuvieron dos ocasiones claras. En la primera Neymar no acertó y en la segunda Messi se encontró con un defensa en su intentó de batir a Pau. Sin embargo, la ocasión más clara fue por medio de Luis Suárez.
El uruguayo firmó una jugada magnífica, dribló a Pau y disparó al palo prácticamente a puerta vacía (m.55), el segundo remate de los azulgrana a los palos del partido.
Le dio respiro Galca a su equipo con la entrada de Gerard Moreno por Burgui en el minuto 59. El Espanyol ya no tenía piernas frescas, no llegaba a las coberturas tan fácilmente, pero frenó la sangría azulgrana que después del ímpetu inicial tampoco estaban acertados.
Hasta el final del partido la mejor ocasión fue de Neymar, en un acrobático remate más estético que efectivo (m.76). El 0-0 supone para el Barça mantener su racha de invicto en Cornellà ante el Espanyol, pero también la posibilidad de perder hoy mismo el liderato, aunque los azulgrana tienen un partido pendiente.