James Rodríguez comenzó el año con un feo incidente de tráfico. El colombiano, que no atraviesa su mejor momento deportivo, tuvo que dar muchas explicaciones a los agentes de la Policía Nacional que le persiguieron camino de Valdebebas el viernes. Así llegó el jugador al primer entrenamiento de 2016, escoltado por un vehículo camuflado que le ordenaba su detención. Llevaban cinco kilómetros reclamándoselo, tras cruzarse con su potente automóvil por la M40.
James, muy nervioso, dio pronto su versión. Primero dijo que iba con prisas porque llegaba tarde al entrenamiento y que no había escuchado el sonido de la sirena ni las órdenes de megáfono por culpa del volumen de la música que llevaba en la radio. La respuesta no convenció a la autoridad, que escuchó con atención la siguiente excusa: “Pensaba que era un secuestro”. Argumentó James que no se había detenido porque en su país es muy habitual que delincuentes utilicen coches sin identificación policial para fingir detenciones a automóviles de lujo y después secuestrar a sus ocupantes. Temía ese método de asalto.
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