Pues resulta increíble la capacidad de tracalería que ponen en funcionamiento a través del único instrumento del régimen que le funciona con eficacia, como es su laboratorio de guerra sucia, mientras el país se hunde cada día más a causa de los evidentes manejos irregulares de los recursos públicos y a su incapacidad para manejar los asuntos del Estado.
Se trata de una maquinaria perfectamente engranada para los perversos fines del partido de gobierno, y en cuya acción participan los órganos fundamentales que se suponen están obligados a constituirse en soporte de nuestra democracia, especialmente la Corte Suprema de Justicia, la Asamblea Legislativa y el Consejo Nacional Electoral, con el propósito de aferrarse a un poder que ya la mayoría de los venezolanos ha demostrado que está dispuesta a quitárselo de encima.
Aunque ya conocemos al monstruo y sus mañas, no podemos imaginarnos y mucho menos acostumbrarnos a la magnitud de sus vandálicos actos contra la voluntad de todo un pueblo, que ya está harto de la peor crisis material y moral de toda su historia. De verdad que no tienen límites sus actuaciones, y la angustia que crean en la población aumenta el desespero que pareciera formar parte de los propósitos por desviarnos de la vía legal a la que nos apegamos los venezolanos amantes de la paz ciudadana y de la democracia.
Diríamos, utilizando un lugar común que en este caso consideramos que aplica, que no tiene nombre ni antecedentes, las argucias que desde la moribunda Asamblea y del cuestionado Tribunal Supremo de Justicia se cocinan para invalidar la conformación de un organismo legislativo que permitirá establecer el necesario contrapeso que reclama la institucionalidad secuestrada en la actualidad, así como las amenazas de movilización que anuncian con el deliberado propósito para amedrentar a los nuevos diputados legal e históricamente escogidos por la aplastante mayoría de electores en el reciente proceso electoral.
Sin embargo, desde nuestra posición de demócratas, debemos recordar que han sido muchos los esfuerzos desplegados por las fuerzas que aglutinan a la inmensa porción de venezolanos que reclamamos un cambio en la conducción del país; y que falta menos o, como dirían los chamos, falta un “pelo” para el esperado momento de inicio del proceso que deberá conducirnos a la instauración de la nueva realidad institucional del país. El poder señores, y aunque la flamante canciller quiera verlo como un “espejismo” de nuestra parte, quedó compartido desde el 6 de diciembre, con una proporción a nuestro favor del 60 por ciento, y solo nos queda ahora defenderlo y ampliarlo para los fines futuros donde, además de contribuir a generar las mejores condiciones para abordar la solución de los problemas que hoy afectan a la población, se incluye el rescate del propio Poder Ejecutivo. Así de claro.
Es por ello que, hoy más que nunca, tiene validez el llamado de quienes aspiramos de nuestra dirigencia política una mayor efectividad en su acción, a mantener la mayor firmeza, disciplina y prudencia en su actuación, para evitar caer en el terreno de la violencia ? donde ellos son expertos ? y la desmoralización a la que pretenden conducirnos nuestros adversarios, para quienes somos simplemente sus enemigos.
La unidad debe constituir nuestra principal arma para enfrentar con la debida eficiencia y eficacia a los demonios que hoy se encuentran desatados, ante lo que se perfila como el inicio de las victorias que, de mano con el pueblo, estamos llamados a conquistar para beneficio de una población sometida a una angustia que no tendría fin mientras se mantenga la misma camarilla en el poder.
El camino está señalado y desviarnos por causa de discusiones y pronunciamientos realmente intrascendentes, sería seguirle al juego a quienes necesitan y hacen todo lo posible por dividirnos y aumentar la angustiante situación que vivimos. Que este año sea feliz y realmente próspero, es el deseo que quiero compartir con todos los venezolanos de buena fe.
@JJMorenoA