“En estos tiempos de ansiedad necesitamos de toda nuestra generosidad para anular nuestro egoísmo, de toda nuestra voluntad para congregarnos y combatir nuestro aislamiento, de toda nuestra fe en las grandes ideas para erradicar nuestro escepticismo, de toda nuestra sinceridad para dominar ese miedo a afrontar la verdad”
Armando Zuloaga
Expedición del Falke,
París, Julio de 1929
Pero el tema no es sólo cambiar al gobierno, sino a todo el sistema que lo originó, reestructurando las bases constitucionales del país con un nuevo ordenamiento. Pero esa es una vieja discusión que ya hemos dado en este blog y que no repetiré por ahora. Lo que sí deseo en esta oportunidad es destacar algunos aspectos importantes que creo que nacen del amplio respaldo popular que recibió la nueva Asamblea Nacional y que es muy pronto para saber si administrarán atinadamente. De allí el beneficio de la duda que deberán darle los venezolanos a los nuevos diputados.
En primer lugar Ramos tiene razón en intentar cumplir la promesa del 23 de julio: hay que cambiar constitucionalmente al gobierno. No habrá forma de mantener al país en paz con un enfrentamiento de poderes que solo mostró su punta del iceberg el 5E. Ya los colectivos armados del régimen se han dedicado a hostigar a los diputados a las afueras de la Asamblea Nacional y Diosdado Cabello amenazó con cortarle los recursos ni dejarle publicar nada en la Gaceta Oficial (http://versionfinal.com.ve/politica-dinero/diosdado-cabello-esta-asamblea-no-podra-mandar-nada-a-gaceta-oficial/), oficializando de esta manera la obstrucción de las funciones de un Poder Público electo con el respaldo de cerca del 60% del electorado.
Sin embargo ese cambio anunciado por el Presidente de la Asamblea Nacional en un término no mayor a seis meses es necesario pero no suficiente. Las formas constitucionales de abordar el tema del cambio constitucional del gobierno partiendo de la Asamblea Nacional pasan por muchos obstáculos, y creo que se está dejando de lado el fondo real del problema, que no es otro que se ha llegado a un nivel de no retorno y de inviabilidad pura y simple de cualquier gobierno. Esto es, que aun cuando se lograra sacar al Ilegitimo de la Presidencia de la Republica, el nivel de ingobernabilidad de lo que quedaría sería de tal magnitud que lo único que le pondría orden al caos sería la intervención de los militares. Tal es el grado de destrucción institucional al que ha llegado el régimen castro-chavista-madurista.
Por otro lado una convocatoria constituyente por parte de la Asamblea conllevaría una serie de pasos previos en relación al rescate de la institucionalidad del CNE, el actual Registro Electoral y el sistema automatizado (ver Constituyente desde la Asamblea http://ticsddhh.blogspot.com/2015/12/constituyente-desde-la-asamblea.html), que harían que esa forma de abordar el problema pueda agravar aún más la urgencia de resolver la grave crisis de los venezolanos.
Son muy pocas entonces las soluciones a este gravísimo problema. Algunos creemos que la respuesta podría hallarse en la pura y simple convocatoria al Depositario de la Soberanía, al Poder Originario, al pueblo de Venezuela, que es la fuente de todos los poderes del Estado, a convocar por su propia iniciativa al Constituyente para reparar lo que se ha destruido con tanta saña en estos últimos 17 años y volver a construir el Pacto Social que nos asegura una convivencia reconciliados y en paz. Nótese que no digo “reconstruir”, sino construir uno nuevo que nos asegure una nueva Venezuela para los próximos 200 años.
A diferencia de lo que muchos piensan, el problema económico de Venezuela no es más que la consecuencia de su grave problema político, por lo que no nos podemos quedar solamente en sustituir al régimen castro-chavista-madurista, sino ir a la sustancia misma y estructural del cambio del sistema político del país. Esa es una grave confusión en la que lamentablemente están cayendo políticos y economistas, a pesar de que tienen razón en sus argumentaciones relacionadas con las desviaciones en las políticas económicas del régimen. Es por eso que hemos hablado de la primacía de las Libertades Políticas frente a los asuntos económicos, siendo estos últimos la consecuencia de un accionar político distorsionado: si no resolvemos lo primero, nunca se resolverá lo segundo (ver La Primacía de las Libertades Políticas en http://ticsddhh.blogspot.com/2015/07/la-primacia-de-las-libertades-politicas.html).
No me cabe duda que Venezuela más temprano que tarde necesitará pasar por un proceso Constituyente, pero no deberá ser CUALQUIER PROCESO CONSTITUYENTE sino aquel conducido por la iniciativa de una sociedad consciente de una realidad política que ya no aguanta más. No puede plantearse una constituyente en el país sin corregir a fondo el rumbo que se perdió y que originó la grave desviación que creó el fenómeno devastador de Hugo Chávez. No puede ser para un “quítate tu para ponerme yo” y seguir en lo mismo que nos llevó a 1998. Sería imperdonable para las nuevas generaciones.
La iniciativa constituyente desde la Asamblea Nacional, como vimos arriba, pasa por la corrección del rumbo institucional del Poder Electoral desde la Asamblea Nacional, cosa que difícilmente el régimen aceptará, profundizando aun mas las distorsiones que ya existen. Sin embargo, es necesario que se intenten a la luz de los recientes resultados electorales, pero que requerirá de la urgencia que el caso tiene, aunque la norma no escrita indique que hay que esperar para darles a quienes tienen esa responsabilidad desde el 5E, el “beneficio de la duda” para que se accionen los cambios urgentes que necesita Venezuela.
Esperemos pues por la respuesta de la MUD al electorado venezolano. Pero esa espera tiene un tiempo muy limitado, porque tanto los sectores políticos de la oposición como los factores del régimen han llegado a un punto muerto de no retorno y de grave enfrentamiento, y cualquier cosa que inicien desde sus respectivas aceras para tratar sacar al país de su grave situación, lo hundirá más porque ambos se encuentran entrampados en una suerte de pozo de arenas movedizas, hundiéndose al menor movimiento del otro, y nosotros con ellos. La dinámica que se ha planteado desde el 5E entre ambos extremos, independientemente que estemos de un lado o de otro, es la del juego trancado. Si ambos poderes no actúan coordinadamente la consecuencia es el caos. Ninguno puede estar sobre el otro, y ambos deben sumar a favor del país.
Si no aprovechamos la coyuntura que se nos presenta de convocar al Poder Constituyente Originario y realizar una Asamblea Nacional Constituyente en los términos que ese mismo Soberano indique, para construir un nuevo modelo de Estado descentralizado y moderno, económica y políticamente viable, de las cenizas de este que está en estado terminal, y nos enfocamos solamente en cambiar constitucionalmente al gobierno, no habremos exterminado la raíz el veneno de la mala hierba que está matando la institucionalidad, y problema persistirá y nacerá de nuevo en los próximos años, como maleza indestructible. Entender eso requiere más que el beneficio de la duda que les estamos dando, requiere en estos tiempos de ansiedad, de toda nuestra generosidad, de toda nuestra voluntad, de toda nuestra fe y de toda nuestra sinceridad, como bien decía Armando Zuloaga en 1929, para afrontar la verdad de que se muere lo viejo para darle paso a lo nuevo. Por Venezuela bien vale la pena hacer ese esfuerzo…
Caracas, 8 de Enero de 2016
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