El usurpador, su ministro Padrino, los diputados Vivas y Carreño, el alcalde Rodríguez, otros muchos voceros más del chavismo y hasta algún gobernador ‘de cuyo nombre no quiero acordarme’ se han rasgado las vestiduras ante la decisión adoptada por el presidente de la asamblea, que ordenó sacar del edificio sede de la misma el retrato de Chávez y un particularísimo retrato del Libertador.
Desde luego que si se tratase de aquel “retrato mío hecho en Lima con la más grande exactitud y semejanza”, yo podría pensar que es sin duda un disparate del presidente de la asamblea; y lo mismo diría si se tratase tan solo del atribuido al pintor quiteño Antonio Salas, contemporáneo del Libertador, del cual poseo una litografía, cuyo original imagino que aún se encuentra en la Casa Amarilla y no que pueda haber sido sustituido por una copia más, del novedoso y particularísimo retrato retirado de la asamblea, cuya elaboración encargó Chávez.
Lo curioso del evento que comento es que todos los aludidos, sin excepción, al denostar contra el presidente de la asamblea por la acción realizada no se ocupan de Chávez, ni de su retrato; es “la afrenta” al Libertador al haber retirado su retrato lo que está en juego. “¿Cómo es posible que se atreva contra el padre de la patria?”. Si todas esas voces, como seguidores de Chávez, se hubieran alzado contra la decisión del presidente de la Asamblea de sacar el retrato de Chávez de ese recinto, creo que respetaría, aunque por supuesto no compartiría, la crítica desplegada.
Pero no ha sido así. Estos macacos no le hacen frente al presidente de la asamblea, ni siquiera por su ídolo. Quieren que el Libertador pelee por ellos contra Ramos Allup; y por eso todo el discurso es en torno a la supuesta ofensa al Libertador. Ninguno se refiere al padrecito de la patria que le cambió su bandera, su escudo y su nombre; que profanó los restos del Libertador y sustituyo su imagen conocida por la que el presidente de la asamblea decidió que no permanecería en el recinto.
Ninguno ha alzado su lanza en defensa del retrato de Chávez. Parece que existiera como un temor a rayarse. Un aficionado a los toros diría que enfrentan a Ramos desde los burladeros. Que la invocación del nombre del Libertador en términos taurinos es el engaño. El pueblo está en los tendidos y pita. Pita a los toreros que le huyen al toro Ramos.
Caracas, 8 de enero de 2016