“Este muchacho no tiene compón”, decían nuestras abuelas para referirse al comportamiento de quien había recibido toda clase de buenos consejos, pero él seguía con una conducta pésima y una vagancia escolar que pronosticaban un negro porvenir. Así es Maduro. Aunque el resultado del 6-D constituyó un indiscutible rechazo del pueblo a su gobierno, tal hecho era una gran oportunidad para que Maduro no solo reconociera el masivo triunfo opositor como hizo ante el anuncio del CNE, sino que aceptase la legalidad, también indiscutible, de la AN surgida de la soberanía popular. Sin embargo él hizo todo lo contrario: le declaró la guerra a la nueva AN, e inventó un inconstitucional “parlamento comunal”, al que le prometió los recursos y funciones solo atribuibles al recién elegido Parlamento. Fueron nombrados inconstitucionalmente 13 magistrados del TSJ, varios de los cuales llegaron a la Sala Electoral, aceptaron la impugnación del PSUV y dejaron al estado Amazonas sin representación parlamentaria. A la nueva AN le quitaron también su canal de TV y robaron los equipos, según denuncian sus trabajadores y muestran gráficas de los estudios arrasados. Y aún hay más: desaparecieron 40 motos de la división de Seguridad y un día antes de la instalación de la nueva AN, la Comisión Delegada del chavismo dejó el presupuesto de 2016 en quiebra, con la aprobación de miles de millones en créditos adicionales.
La respuesta de la comunidad internacional ante tan graves violaciones a la soberanía popular fue inmediata: parlamentos y cancillerías de numerosos países democráticos (Brasil, Estados Unidos, Argentina, Costa Rica, Uruguay, OEA, Unión Europea y otros) expresaron su protesta por las acciones del régimen de Maduro y felicitaron a la nueva AN. Desde el día de su instalación el 5-E las agresiones oficiales han sido constantes: el grotesco espectáculo del abandono del hemiciclo de los diputados oficialistas con la invención de haber “violado” el reglamento, marcó la pauta de los desafueros posteriores. ¿Recuerdan las ilegales inhabilitaciones, agresiones físicas a diputados opositores y otros delitos cometidos por la AN chavista?
Ante la decisión de la nueva AN de juramentar a los 3 diputados de Amazonas suspendidos inconstitucionalmente por la Sala Electoral del TSJ, el oficialismo reaccionó como el caporal que se cree dueño de la hacienda Venezuela: gritan que “las leyes que salgan de esa AN serán nulas”, “¿En cual Gaceta vas a publicar tus leyes, Henry?” y prometen que “el gobierno no dará ni un centavo a la nueva AN”. El artículo 200 de la Constitución aclara que los diputados “gozarán de inmunidad en el ejercicio de sus funciones desde su proclamación” (no juramentación), de modo que la AN no cometió desacato alguno al juramentar a los 3 diputados de Amazonas. Lo “inconstitucional es la suspensión de la elección por la Sala Electoral”, sala, por cierto, que desde el año 2000 “ha reiterado que no se pueden suspender proclamaciones mediante medidas cautelares”, según recuerda el jurista José Vicente Haro. La Conferencia Episcopal dice sin miedo que la instalación del Poder Legislativo es una victoria de la voluntad popular expresada el 6-D, que debe ser respetada”, mientras un Maduro dictatorial amenaza a Globovisión y a Televen por transmitir parte de la sesión inaugural de la AN y entrevistar a diputados de ambas partes. El peligro es claro: “Después que no haya arrepentimiento”. El enceguecido Maduro inició una cadena mientras sus grupos violentos impidieron con agresiones durante varias horas la salida de los diputados, trabajadores y asistentes a la sesión de la AN del miércoles. Pero con lo que el aquelarre oficialista se ha rasgado sus vestiduras de marca, es con el retiro de las gigantografías de Chávez y la salida provisional del Bolívar (¿reconstruido o más bien destruido? e impuesto por Chávez) que reemplazó al Bolívar que desde niños vimos en nuestras escuelas y libros de texto, retratado por los más ilustres pintores venezolanos durante más de 150 años: “Nunca hubiéramos pensado que en su desespero la oposición saliera a patear la imagen de Bolívar y la de Chávez”, grita Maduro, a la par que llama a la rebelión popular por la retirada de las imágenes. La histeria es general entre lo que queda del chavismo oficial. El alcalde Jorge Rodríguez “ordenó que haya retratos de Chávez y Bolívar” en todas las calles de Caracas”. ¿Por qué no ordena más bien que en todas las calles haya suficientes policías mejor armados que el hampa para impedir tantos asesinatos de gente del pueblo para robarles una bolsa de comida o un celular?
Padrino López, ratificado ministro de la Defensa, viola la Constitución que prohíbe a los militares parcializarse políticamente, al insultar a los nuevos legisladores diciéndoles que “necesitan una cátedra de moral” por haber retirado del Hemiciclo las imágenes del ex presidente Chávez y la reconstruida y falseada imagen de El Libertador. Y finaliza así su largo panegírico: “Causa profunda indignación porque Bolívar y Chávez personifican la patria”. Usted está equivocado, señor Padrino, usted sí que necesita una cátedra, al menos de historia. Cuando Chávez llegó al poder no encontró en el Parlamento gigantografías de Caldera, el presidente saliente; ni siquiera de Rómulo Betancourt, al que millones de venezolanos llaman el Padre de la Democracia. Tampoco se encontró con el Bolívar reconstruido, falsificado e impuesto por el gobierno de turno, muy distinto al que nuestros más famosos pintores estamparon en sus lienzos. Tampoco se toparon con el caballo del escudo con el pescuezo al revés, porque la hija menor del ¿monarca? así lo pidió. Se encontró con el escudo de siempre, la bandera y la efigie de El Libertador que usted vió y respetó en la Academia Militar y de la que egresó gracias a la Democracia. Lo que ha hecho la nueva AN es retirar, sin irrespeto alguno, la gigantografía de Chávez y la “reconstruida” y falsificada imagen de El Libertador, para restituirla por la institucional. Vaya, señor Padrino, con el falso retrato de El Libertador y lleve también el de nuestros más insignes pintores, y pregúntele al pueblo soberano cuál es el de verdad, el genuino, el que regresará de nuevo al Parlamento democrático, al lado del escudo, y la bandera, únicos símbolos de la Patria. Sorprende que usted, tan preocupado por el respeto a los referentes patrióticos, no haya protestado el irrespetuoso manoseo que el chavismo ha hecho del nombre y de la imagen de El Libertador, al que convirtieron en una mercancía político-electoral de la Revolución, poniéndolo a defender los vicios y el totalitarismo que tanto criticó Bolívar en sus escritos . Chávez, señor Padrino, no es la Patria. Entre él y Maduro la destruyeron. Compruébelo usted en los altísimos índices de inseguridad, endeudamiento, corrupción, escasez de alimentos y medicinas, el hambre del pueblo, la inflación y, en síntesis, en la ruina del país.