El presidente Maduro ha amenazado con presentar en los próximos días un Plan de Emergencia Económica, lo que supone que el gobierno recién se percata que el país anda por mal camino; los venezolanos han tenido que deambular de comercio en comercio para lograr adquirir los bienes esenciales, generalmente escasos; los enfermos viven una idéntica y lamentable circunstancia a la hora de buscar sus medicinas; dos días han de pasar en cola los que desean adquirir una batería para el vehículo. En fin, Venezuela enfrenta una delicada situación económica y Maduro junto al reciclado equipo de gobierno se acaban de dar por enterados.
La emergencia económica comenzó cuando se empeñaron en imponer un modelo económico que ya había demostrado su inviabilidad y las consecuencias son las que hoy se observan. Las palabras de Maduro: revolcón, sacudón y hasta revolucionar la revolución, si acaso esto último lo dijo, no importa mucho para la significación que tienen las palabras en boca del presidente.
La revolución chavista, cosa que nunca fue, llegó a su final de la misma manera que llegaron los sistemas económicos de Alemania, la URSS y demás países del este europeo. Llega a su ocaso fracasando estrepitosamente luego de arruinar la economía: expropiaron tierras que ahora se encuentran improductivas, acabaron con las empresas privadas; Venezuela a lo sumo sobrevivió producto de los altos precios petroleros y aun hoy se espera el rebote los precios de los hidrocarburos anunciado por Maduro, que viniendo de donde viene no ocurrirá sino que por el contrario se acerca a los 20 dólares.
La revolución populista chavo-madurista busca a quien asirse para no hundirse solos buscando el respaldo de la oposición para intentar aprobar un plan de emergencia que seguramente no incluye la devolución de las tierras a quienes les fueron despojadas cuando aún eran productivas, así como de las empresas privatizadas ahora improductivas. Cómo compartir un plan económico que seguramente insistirá en la imposición de controles sobre la economía cuyos efectos ya se conocen; será posible compartir un plan económico con un gobierno que no respeta la propiedad privada y que se enerva cuando la oposición lleva a la AN una ley para hacer propietarios a aquellos venezolanos que han sido beneficiados con una vivienda. ¿Cómo compartir con el gobierno un plan económico que incita a los ciudadanos a creer que la inflación no existe o que invita a los venezolanos al milagro agrícola sembrando en porrones y macetas?
Entre los dislates de la AN anterior estuvo el entregar a Maduro una Ley Habilitante en materia económica, por lo que, por lo pronto, no necesita del apoyo opositor para seguir en un camino que arruina al país. La oposición está en la obligación de oírlo y discutirlo y, además, hacer las recomendaciones que crea conveniente, pero jamás podrá ser obligado a apoyar medidas que contribuyan a la debacle del país.
@leomoralesP