El presidente ruso, Vladimir Putin, “aprobó probablemente” el asesinato en Londres en 2006, con polonio, del exespía ruso Alexander Litvinenko, afirma una investigación judicial británica cuyos resultados fueron publicados este jueves.
“La operación del FSB (servicios de inteligencia rusos) para matar a Litvinenko fue probablemente aprobada por (Nikolai) Patrushev (director del FSB en la época) y también por el presidente Putin”, afirma el informe, que tiene casi nulas posibilidades de acarrear consecuencias penales.
La viuda de Litvinenko, Marina, reclamó inmediatamente que se le impongan sanciones económicas a Rusia y la prohibición de viajar a Putin y Patrushev.
“Reclamo también la imposición de sanciones económicas concretas y la prohibición de viajar (a Occidente) a los individuos nombrados” en las conclusiones del informe.
Rusia, por su parte, respondió denunciando que la investigación fue “sesgada políticamente” y careció de transparencia.
Si el rol de Putin en la muerte sigue estando abierto, la investigación, presidida por el juez Robert Owen, es mucho más contundente sobre la participación del Estado ruso.
“El Estado ruso fue responsable de la muerte de Litvinenko”, afirman las conclusiones, que confirman también que la ejecución, mediante la introducción de polonio en un té durante una reunión en el bar de un hotel en Londres, corrió a cargo de dos agentes rusos, Andrei Lugovoi y Dmitri Kovtun.
“Cuando Lugovoi envenenó a Litvinenko, es probable que lo hiciera bajo la dirección del FSB. Añadiría que veo eso como una fuerte probabilidad. He concluido que Kovtun también tomó parte en el envenenamiento”, afirma el documento de 300 páginas, resultado de un año y medio de audiencias.
Litvinenko, que murió a los 44 años, tuvo que ser enterrado en un ataúd de plomo para evitar fugas radiactivas.
– Enemistad entre Putin y Litvinenko –
La muerte de este exagente del servicio de seguridad ruso FSB, que trabajaba entonces para el MI6 británico y asesoraba a la policía española en la lucha contra la mafia rusa, fue definida como el primer acto de terrorismo nuclear de la historia.
En el informe, el juez Owen dice que Litvinenko “era percibido por quienes estaban en el FSB como alguien que había traicionado a la organización”.
Asimismo, cree que el envenenamiento se produjo en dos reuniones. “Estoy seguro de que Litvinenko recibió primero una pequeña dosis de polonio 210 un poco antes de la dosis mortal del 1 de noviembre de 2006”.
En los días posteriores al envenenamiento de Litvinenko se halló contaminación radiactiva por medio hotel.
“Estoy seguro de que Lugovoi y Kovtun pusieron el polonio 210 en la tetera (…) con la intención de envenenar a Litvinenko”, añadió.
Litvinenko murió tres semanas más tarde al cabo de una horrible agonía, la que suele acompañar a quienes sufren grandes dosis de radiación. Su foto en el hospital, muy enfermo y sin pelo, dio la vuelta al mundo.
En un comunicado en su nombre, acusó al presidente ruso y vaticinó que “el grito de protesta de todo el mundo sonará en sus oídos, señor Putin, el resto de su vida”.
Bajo la ley británica, estas investigaciones establecen los hechos de un caso en público, pero no resultan en condenas. En particular, porque Moscú se niega a extraditar a los dos sospechosos.
Los responsables de la investigación invitaron a Lugovoi y Kovtun a declarar por videoconferencia, pero las autoridades rusas descartaron cualquier colaboración con la investigación.
Lugovoi volvió a rechazar este jueves su participación y tildó de “absurdas” las conclusiones del informe.
Unas comunicaciones interceptadas por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos entre estos dos hombres y su jefe en Moscú apuntaban a la participación del Estado ruso, según informaron medios británicos.
En su momento, Putin rechazó las acusaciones como una “provocación política”, pero el informe judicial británico da cuenta de animosidad entre ambos.
Había “indudablemente una dimensión personal en el antagonismo” entre los dos hombres, que se remonta a su único encuentro personal, en 1998, cuando Putin era director de los servicios de inteligencia y Litvinenko un agente que quería reformas en el FSB.
El exespía lanzó numerosos ataques personales al presidente, acusándolo incluso de pederastia. “En términos generales, los miembros de la administración Putin, incluyendo al mismo presidente y al FSB, tenían motivos para tomar medidas contra Litvinenko, incluida su muerte”, escribió el juez.
– Una investigación sin consecuencias penales –
La esposa de Litvinenko dijo a la AFP que la investigación británica es lo máximo que podía esperar.
“Era lo último que podía hacer por él”, dijo a la AFP en una entrevista, “tengo que defender su nombre y su memoria”.
Litvinenko era un veterano de la guerra de Chechenia (1994-1996) que había servido en el KGB durante la época soviética y luego en su organismo sucesor, el FSB.
En 1998, él y otros agentes del FSB dieron una conferencia de prensa en Moscú acusando a la agencia de un complot para matar a Boris Berezovsky, un oligarca que ayudó a Putin a llegar al poder, pero más tarde se volvió contra él.
Litvinenko fue juzgado por abuso de poder y compra de explosivos, y aunque fue absuelto en 1999, huyó de Rusia con un pasaporte falso.
Más tarde fue juzgado y condenado en rebeldía por diferentes cargos que su familia cree que se inventaron para silenciarlo.
Litvinenko recibió asilo en Gran Bretaña y más tarde se convirtió en ciudadano británico.
AFP