Juan Antonio Muller: Niños Malcriados

Juan Antonio Muller: Niños Malcriados

thumbnailjuanantoniomullerEs lo menos que podemos decir de los altos funcionarios del ejecutivo, vicepresidente y ministros que junto al presidente del BCV cometieron de manera irresponsable desacato al Poder Legislativo, representante legítimo del pueblo y por lo tanto una bofetada a los ciudadanos que de manera cívica y contundente lo eligieron el pasado 6D.

En cualquier país democrático con independencia de poderes esta actitud conllevaría su remoción por haber incumplido con un deber establecido en nuestra Constitución. Veamos si el Poder Judicial actúa frente al ejecutivo de igual forma que se apresuró a hacerlo con el legislativo.

Las razones alegados por esos funcionarios faltos de la menor cortesía y respeto para con el pueblo venezolano, rallan en la fanfarronería típica que los ha caracterizado durante los dieciseis años que han hecho los que les ha venido en ganas. Esperemos que el pueblo y sus representantes le pongan freno.





El decreto de emergencia económica solicitando poderes especiales resulta como bien lo calificara el José Guerra, presidente de la comisión encargada de su análisis, “más de lo mismo”. No había en su contenido nada que significara una rectificación a las políticas que irremediablemente nos han llevado a esta situación. Un mamotreto propagandístico llenos de falsedades e insultos, como ese que el “rentismo petrolero” es una herencia del pasado o que la crisis es el resultado de la “guerra económica” contra la revolución.

Mire presidente, padre legítimo de esos niños malcriados: la única guerra que ha tenido que sufrir el pueblo es la declarada por su empecinamiento de llevar a Venezuela a un socialismo, que está demostrado, que produce entre múltiples desastres: escasez de alimentos, medicinas y artículos para el hogar y la higiene personal y por supuesto la falta de insumos para que crezca, en un clima de libertades económicas, la oferta nacional.

Le recuerdo, porque parece que usted y sus hijos padecen de amnesia, que el rentismo petrolero data desde los mismos comienzos de la industria petrolera en 1914. El petróleo y las sucesivas leyes fiscales, permitieron a Venezuela convertirse en un país moderno, urbano, que dejó atrás el analfabetismo y las enfermedades endémicas. Pero ningún gobierno, ya fuese autoritario o democrático, militar o civil del siglo XX dependió y despilfarró esa renta como el gobierno bolivariano que usted hoy preside.

Aproveche el entorno del Consejo Nacional de Economía Productiva que usted creó y ponga en práctica las sugerencias que entre otras le hizo Francisco Acevedo presidente de Asoquim: permita que las empresas produzcan al 100% de su capacidad instalada, ajuste los precios congelados por tres años, capitalice la deuda millonaria con los proveedores internacionales, cree incentivos en vez de multas, ponga a Pequiven en situación de suministrar con eficiencia materia prima para el sector. Recuerde que muchas de esas recomendaciones se las vienen pidiendo los gremios empresariales a los cuales ha desoído y depreciado.

Escuche y ponga en práctica las consideraciones que hace tan solo dos semanas hizo el Consejo de Economía Nacional cuando señalaba que el país padecía un escenario recesivo con alta inflación y problemas de abastecimiento de productos. Y recordaba que este contexto era consecuencia directa de políticas económicas que limitaba la oferta mientras estimulaba la demanda de bienes y servicios con el financiamiento monetario del Banco Central.

Así mismo recomendaba una nueva estrategia de endeudamiento frente al débil mercado petrolero internacional, abrir espacios para la inversión petrolera nacional e internacional y brindar incentivos a la participación privada en el proceso de crecimiento económico.

La crisis es tan grave que usted y su gobierno tienen que asumir el costo de rectificar. No hay otra salida ni pretendan buscar culpables. Mírense en el espejo de la situación y encontrarán a los verdaderos responsables. Si no rectifican a tiempo pudiera ocurrir un estallido social de dimensiones catastróficas con pérdidas irreparables para la Nación.