El haber sido oposición durante tantos años seguidos pudiera haber ocasionado en algunos grupos una especie de síndrome de minoría que impide que hoy se asuma sin complejos el mandato popular de cambio profundo expresado el pasado 6 de diciembre. Hay quienes en la oposición parecen estar más preocupados por los cinco millones de chavistas que de los más de siete millones que votaron esperanzados en una salida política a la crisis actual. En democracia el destino natural de toda mayoría electoral es convertirse en gobierno y si no activamos cuanto antes un mecanismo capaz de canalizar pacífica y constitucionalmente dicho cambio, el pueblo le pasará por encima al liderazgo político con consecuencias imprevisibles. El destino nos alcanzó y la crisis no espera.
Es curioso, para no decir sospechoso, que se despache temas como el de la enmienda con argumentos tan ilógicos como el de la eventual traba en el TSJ. Entonces tampoco podríamos hacer leyes como la de misión vivienda y el BCV, ni mucho menos decretar la amnistía. El conflicto de poderes está cantado pero lo peor que podemos hacer es renunciar a nuestra legitimidad y competencia parlamentaria a priori. Ese es otro complejo más producto del síndrome de la minoría. Igualmente llama la atención que se le reste importancia al tema de las elecciones a gobernadores, olvidando que hay 20 estados en manos del oficialismo esperando a ser rescatados por la unidad ya mayoritaria a nivel nacional. Esas son las únicas elecciones pautadas ya para este año y representan una oportunidad clara de consolidar ese nuevo país que quiere la mayoría desalojando a una cúpula corrupta e ilegítima de importantes gobernaciones. Esto es complementario con la agenda de cambio de gobierno nacional, al punto que es posible desembocar en unas elecciones conjuntas y hasta generales. Amén de la presión política real que se generaría dentro del oficialismo al poner en jaque a sus virreyes. No creamos que el cambio se trata de la asamblea solamente, lo trascedente políticamente (y necesario desde el punto de vista social) es cobrar la factura del 6D cambiando los gobiernos regionales y el nacional por vías electorales, democráticas y constitucionales. Quien es mayoría quiere y procura elecciones, a menos que se sufra del síndrome ya descrito.
Desde La Causa R seguimos proponiendo una ruta clara de cambio profundo y urgente: Aprobar una Enmienda que recorte el período presidencial y convoque nuevas elecciones presidenciales este mismo año en conjunto con las de gobernadores. El TSJ podrá decir misa, pero la enmienda es válida, viable y de competencia directa de la AN que además es bendecida en referéndum por el poder soberano del pueblo titular del poder constituyente que está por encima de los poderes constituidos.
No podemos conformarnos con rumores y ser simples espectadores de un cambio que venga del propio gobierno o peor aún de los cuarteles. Tenemos que convertirnos en protagonistas del cambio para canalizarlo por la vía democrática, constitucional y electoral. Tomemos decisiones y hagamos lo que esté en nuestras manos haciendo valer la legitimidad de la MUD como alternativa. La renuncia depende de Maduro, el Revocatorio depende del CNE, pero la Enmienda depende de la Asamblea Nacional que la aprueba por mayoría simple de los diputados. ¿Qué esperamos? ¿Le vamos a tener miedo al cuero?
José Ignacio Guedez
Secretario General de La Causa R
Twitter: @chatoguedez