Jacobo Borges: Yo sé que las cosas van bien cuando no tengo pensamientos

Jacobo Borges: Yo sé que las cosas van bien cuando no tengo pensamientos

(foto EFE)
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Desde que tenía cuatro años, cuando vivía en un barrio popular de Caracas, Jacobo Borges sabía que quería ser pintor y hoy, cuando ya ha vivido 80 años más, sabe que no puede retirarse pues las ideas llegan para invitarlo a abordar la tela en la que sabe que “las cosas van bien” cuando no tiene pensamientos.

Por Nélida Fernández / EFE

Borges, desde la Galería Freites de la capital venezolana donde se expone parte de su obra realizada en los últimos 30 años de vida artística, explicó a Efe que su trabajo no está comprometido con tema alguno pues su proceso creador no está bajo su control, y esto es algo positivo.





“El consciente controla mucho, y yo sé que las cosas van bien cuando no tengo pensamientos, no controlo, no controlo lo que estoy haciendo”, dijo el pintor, dibujante, cineasta y escenógrafo venezolano que ha expuesto su obra en París, Berlín, Ciudad de México y Nueva York, entre otras ciudades.

Cuando era un joven de 18 años supo que necesitaba un profesor de pintura y entonces escogió a Rembrandt pues, aunque éste muriera hace más de doscientos años atrás y en otro continente, poseía un libro con los dibujos del pintor holandés, una obra que copió sediento.

Años después, Borges quiso robar a Rembrandt, copió sus autorretratos pero puso su cara, y ahí jugó a posar como el holandés frente a un espejo y logró varios autorretratos “plagiados” que hoy se exhiben en Caracas.

“¿En qué me conozco yo?”, dice cuando se le pregunta qué descubrió de él al pintar su rostro y agrega: “En el juego, en hacer otros papeles, en imaginarme que no solo soy yo, sino soy varios”, dice.

Además confiesa: “Yo he atravesado la vida en una especie de realidad que no es la realidad , mi trabajo no es sino eso, entonces ese que se está pintando soy yo y no soy yo”.

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Entonces ¿quién es Jacobo Borges?: “Ese que no soy yo”.

En algunas de sus obras, el artista aparece casi camuflado, y en todas las pinturas su mirada omnisciente está viendo todo el suceso creativo en un “espacio potencial” y así se ve reflejado en la tela, “entre la realidad y la no realidad”.

Su obra actual puede ser un reflejo de algo que vivió muchos años atrás, así como su perspectiva de los hechos, por eso es casi imposible que pinte sobre un asunto actual.

Sus recuerdos de un largo viaje en barco cuando tenía 25 años lo tienen ahora ocupado con el mar: “Antes lo estaba haciendo desde una ventana, yo veía el mar, pero ahora estoy viendo la ventana desde el mar”.

Nunca ha sentido la presión de la industria del arte y lamenta que existan jóvenes artistas que caigan seducidos por la moda en la búsqueda de éxito.

“Un joven que termina haciendo lo que hace todo el mundo es porque él ha aceptado eso, no solo porque se lo han pedido. Eso es igual que quienes han dicho ‘nosotros no hemos hecho tal cosa por (culpa) del imperio’, no es verdad”, dijo al hacer referencia a la situación de crisis por la que atraviesa Venezuela.

Sobre este aspecto, comentó que su país es en el que expone “con más miedo” y ello por causa de la inseguridad y de la “delincuencia oficial” que entorpece el proceso de hacer una exhibición pues se enfrenta a “todo tipo de agresión”.

Quiso suspender la exhibición por causa de ese miedo y por cuestionarse: “¿Qué sentido tiene el arte?” después de ver a “una mujer con un bebé llorando (…) porque su hijo se le muere de hambre en una cola” para comprar alimentos.

Observa a una Venezuela en peligro de estancamiento por estar conducida por quienes promueven “un pensamiento único”.

“El mundo entero tiene cada vez una generación cada vez más innovadora a una velocidad que no existía antes, como vamos a hacer con los jóvenes que solamente tienen un pensamiento único, es un crimen porque (…) la mente de la gente, la mente creativa, ese es el petróleo”, opinó.

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Cree en el ser humano, en el “universo maravilloso” y aunque no es “religioso en el sentido tradicional” dice tener el “sentido” de que hay que cuidar “las cosas que hizo dios”.

“Todos somos pecadores en destruir esto y esto, todos contribuimos, somos el granito, pero yo trato de respetar”, dice el artista, ganador de premios como el Arturo Michelena, Guggenheim Fellowship, DAAD Guest en Berlín, entre otros. EFE