El hasta hace poco sigiloso capo del narcotráfico Joaquín “El Chapo” Guzmán ha lanzado una inusual campaña mediática, que incluye a sus abogados, e incluso a su pareja, a mantener su nombre en las noticias.
Emma Coronel, madre de las gemelas de cuatro años de Guzmán, ha dedicado los últimos días a dar inéditas entrevistas a medios, en las cuales ha asegurado que la salud del capo está en riesgo y ha llamado al gobierno a mejorar las condiciones en su tercera estancia en una prisión de máxima seguridad.
Los abogados de Guzmán han dado conferencias de prensa fuera de la prisión de máxima seguridad del Altiplano donde el líder del cartel de Sinaloa permanece detenido y de la cual se escapó en julio a través de un túnel de unos 1,5 kilómetros (una milla).
Vestido con una sudadera con la leyenda en inglés “Extradition Never!!!” (“Extradición nunca”) el abogado José Luis González Meza dijo que planeaba una huelga de hambre — aunque anticipó que tomará agua y jugo. Hizo un llamado a los mexicanos para que se unieran.
Analistas consideran que todo es parte de una estrategia mediática planeada cuidadosamente.
Por lo menos, Guzmán intenta negociar los términos de su confinamiento en Estados Unidos de lograrse la extradición.
Su abogado José Refugio Rodríguez asegura que el capo quiere acelerar su extradición a Estados Unidos, donde se declararía culpable a cambio de una sentencia “razonable” en una prisión de mediana seguridad en aquel país.
Pero Samuel Logan, de la consultora en seguridad Southern Pulse, no cree que la estrategia funcionará.
“La gente de ‘El Chapo’ hace un intento desesperado”, dijo. “Dudo que el gobierno de Estados Unidos negociará”.
La campaña mediática ha incluido que la ex reina de belleza y actual pareja de Guzmán diera su primera entrevista en febrero.
Vestida conservadoramente, Coronel apareció frente a las cámaras de la cadena Telemundo y describió a “El Chapo” como un amoroso padre de familia. Fue cuidadosa sobre su inocencia, o al menos en no confirmar que es culpable de algo. “No me consta que trafique con drogas”, dijo.
La defensa de Guzmán ha expresado públicamente sus preocupaciones por su salud y el trato que le dan en prisión.
“¿Cuánto tiempo va a aguantar su cuerpo este estado de estrés al que está sometido?”, Rodríguez se preguntó el mes pasado después de una visita de 30 minutos a Guzmán en el Altiplano. “Es inminente que si no cesa esto, él va a enfermar y está en grave riesgo su vida”, aseguró.
Fuera de la prisión el viernes, Bernarda Guzmán Loera, quien dijo que era una de sus hermanas, comentó que la familia está “bien preocupada”.
Los abogados del capo han interpuesto varios amparos ante jueces mexicanos para detener la extradición, y Rodríguez dijo el miércoles que no se desistirán de esos recursos hasta que haya un acuerdo con fiscales estadounidenses, un escenario improbable.
Las cosas fueron muy distintas para Guzmán la vez anterior que estuvo en prisión, después de ser capturado por segunda vez en 2014. El entonces procurador general dijo que “El Chapo” sería extraditado “en 300 o 400 años” después de cumplir su condena en México.
En un testimonio compartido por su abogado, Guzmán describió cómo después de su segunda detención tenía pleno acceso a visitantes y cierta libertad para moverse en la prisión.
“Hace medio año que yo estaba en este lugar y tenía visita por parte del defensor en locutorio diario hora y media”, declaró Guzmán ante un juez. Dijo que tenía “visita familiar cada nueve días cuatro horas y de visita íntima cada nueve días cuatro horas”, además de una hora para caminar en el patio y tomar el sol.
Raúl Benítez, experto en seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de México, dijo que en ese segundo momento que estuvo en la cárcel a Guzmán prácticamente “le respetaban mucho, se le dejaba casi, casi que subiera a una oficina en la cárcel para administrar sus negocios”.
Sin embargo, en ese tiempo “El Chapo” aprovechó para planear su fuga: una noche de julio pasado se deslizó por un hoyo en el piso de la regadera de su celda y a bordo de una motocicleta modificada recorrió el túnel que lo llevó una vez más hacia la libertad.
El presidente Enrique Peña Nieto se sintió avergonzado por el escape de julio, el segundo de Guzmán de una prisión de máxima seguridad. El primero fue en enero de 2001, de una prisión en el estado de Jalisco. Después de ser recapturado en enero de este año, Peña Nieto dijo que el capo sería extraditado.
Ahora las visitas de sus abogados y su pareja han sido limitadas y vigiladas. “El Chapo” se ha quejado de las frecuentes revisiones en las madrugadas y los ladridos de los perros que acompañan a los guardias, lo cual le impide dormir y eleva su presión arterial a niveles peligrosos.
El comisionado nacional de Seguridad, Renato Sales, ha negado que las autoridades violen sus derechos.
“¿Debe estar una personas que se fugó en dos ocasiones de penales de alta seguridad sujeta a medidas especiales de vigilancia? La respuesta por sentido común es sí”, dijo.
Ahora, dijo Logan, “la política está en su contra”.
“Cualquier acuerdo que pudo haber logrado antes es nulo ahora que escapó y avergonzó” a Peña Nieto, añadió el experto. “Él es un rey en su propio feudo al interior de Sinaloa, pero a nivel nacional creo que la gente está cansada de tenerlo alrededor”. AP