Gustavo Coronel: Carta a María sobre la carta

Gustavo Coronel: Carta a María sobre la carta

thumbnailgustavocoronelMaría:

Conmemorando el tercer aniversario de la muerte de tu padre, nos leíste una carta recibida de tu padre en febrero 1992.  Te decía tu padre, el golpista:

“María, yo estoy bien de salud y sobre todo tranquilo de conciencia. Hice lo que tenía que hacer con la esperanza de que las cosas cambien, con la ilusión bolivariana de que haya para ustedes un mundo mejor en el futuro, un mundo donde no haya tanta injusticia y tanta corrupción, donde los niños tengan comida, vivienda, medicinas, juguetes, escuelas, todos los niños de Venezuela. Tú ya eres una señorita y estoy seguro que me comprendes”.





Aparte de haber sido escrita por un traidor a su juramento militar, el cual lo obligaba a defender la constitución, no a pisotearla, esta carta resultó ser – a la luz de nuestra realidad actual –  muy  parcialmente profética y, en su casi totalidad, groseramente equivocada.

Fue profética en dos aspectos: desear que “las cosas cambiaran” y en que “haya para ustedes [María] un mundo mejor”. En efecto, las cosas cambiaron. Pero no para mejorar, cómo generalmente se asume para justificar un cambio. El acto golpista de tu padre sumió a Venezuela, años después, en la mayor de las miserias.

La carta también  acertó cuando pronosticó una mejor vida para ti. Hoy estás viviendo en un mundo mejor, en Nueva York, pagada generosamente por el gobierno por un mínimo esfuerzo, con una cuenta bancaria que revistas serias, como FORBES, consideran una de las mayores del país y del hemisferio. La familia Chávez pasó de la modestia al lujo, de la casita a la mansión, del conuco a las haciendas, del auto de segunda mano al jet a la orden, de la pensión de Doña Juanita a los mejores hoteles del mundo, donde se alojan en la suite presidencial. La carta fue profética para la familia, sí señor.

Pero hasta allí la profecía. De resto, todo lo que la cartica contiene se vio desvirtuado por la realidad, generada por el acto de traición de 1992, y por los años de poder dictatorial. La Venezuela donde “no existiría injusticia o corrupción” se convirtió en un país lleno de injusticias y con la mayor corrupción de su historia. Venezuela pasó a ser el país donde el Tribunal Supremo de Justicia está integrado por gente sin las credenciales debidas para estar allí, por un grupo de castrados morales que sirve a un régimen, no a la justicia, y que pisotea a diario la constitución. Venezuela se convirtió en una gran prisión que aloja a los disidentes al régimen y a millones de venezolanos quienes quisieran irse de un país donde impera la escasez y la muerte  y no pueden hacerlo, porque se le niegan las divisas que los boliburgueses acaparan y depositan, por miles de millones, en Andorra, Madrid o Zúrich. María: Venezuela pasó a ser propiedad de ustedes, de Ramírez, de Merentes, de Cabello, de los bolichicos, de la codicia enquistada en las filas de la “revolución”. Los mismos chavistas arrepentidos: Giordani, Navarro, Osorio, estiman en unos $300.000 millones el monto del saqueo al que el país ha sido sometido en nombre del “Socialismo del Siglo XXI”. El símbolo por excelencia de esa inmensa corrupción generada por el chavismo es el reloj de marca, el cual  adorna las muñecas de Héctor Rodríguez y de José Vicente Rangel y adornaba la de tu padre, quien tenía una colección que no hubiera podido comprarse con su sueldo.

La carta de tu padre hablaba de una Venezuela sin corrupción pero lo que hoy tenemos es un país asfixiado por parásitos morales, como Evo, donde chavistas y algunos no chavistas se encuentran hermanados en la tarea de saquear al país, desde las empresas del estado como PDVSA, CVG y Corpoelec, desde los ministerios y los bancos del estado o propiedad de amigos del régimen. Un país donde la Fuerza Armada ha tomado parte activa en este inmenso saqueo, desde los primeros tiempos de la presidencia del difunto, a través del Plan Bolívar 2000, del Fondo Único Social y, luego, a través del contrabando de extracción y el narcotráfico.

La carta de tu padre hablaba de una Venezuela donde los niños tuvieran comida, escuelas, medicinas y  juguetes. La Venezuela creada por él y por sus colaboradores es una Venezuela donde los niños mueren de hambre, donde las medicinas no se consiguen, donde las escuelas carecen de lo esencial y donde los juguetes con los cuales juegan los jóvenes venezolanos son armas letales, porque en nuestros barrios muere gente a manos de niños y adolescentes armados. Las bandas armadas fueron originalmente promovidas por el régimen de tu padre para consolidar su poder entre la gente pobre, algo bien documentado, pero se han salido de cauce y han convertido las ciudades venezolanas en sitios donde impera la muerte y el secuestro. Venezuela es hoy el país más violento del mundo.

Los niños de la calle, cuyo bienestar tu padre mencionaba como un objetivo primordial de su misión, están todavía en la calle, muchos de ellos armados. Su niñez ha sido destruida por la “revolución” del difunto.

Mira María. Ya eres una señorita adulta, como te decía tu papá. Inclusive hasta has “madurado”. Pero careces de sentido común. No has debido leer esa carta, porque ella es una prueba del gran crimen cometido por tu padre contra Venezuela. De la cursilería de sus años de prisión revelada en poemas y en cartas como esta, tu padre pasó a ser un dictador cruel, arbitrario con los venezolanos y entreguista de nuestros recursos a líderes extranjeros como los Castro, Ortega., Kirchner y Morales, algunos de quienes están hoy en el país, conmemorando el aniversario de su desaparición en una triste exhibición de adulancia pagada.

María: Nadie puede alegrarse de la muerte de un ser humano. No nos alegramos de la terrible muerte de tu padre, quien se confió en manos de la medicina cubana y cuyo calvario dio origen a un fraude político más por parte de ustedes.  Muchos venezolanos si se sienten aliviados porque tu padre no esté a la cabeza del gobierno y hubieran preferido verlo jugar béisbol en las ligas menores.

Al tener que irse de la escena política, después del inmenso gasto que hizo de nuestro dinero para ganar una presidencia que él sabía no podría asumir, impuso en su lugar a un payaso y aceleró el final de la pesadilla que comenzó en 1999.