Guayana ocupa hoy nuestra atención, porque viene a constituir la máxima expresión de la situación de indefensión a la que hemos llegado los ciudadanos de esta noble nación que perdió su rumbo desde hace 17 años con la llegada del chavismo al poder. El horror que viven las familias de los mineros presuntamente masacrados en la población de Tumeremo, colma nuestro sentido de adaptación a una realidad que hoy se nos presenta como el “pan nuestro de cada día”. El hampa asesina se expresa en Venezuela cada vez con mayor crueldad e impunidad y, aunque exista un sector de la población que se niegue a aceptarlo, resulta marcadamente sospechosa la actitud de personeros del régimen en tal situación.
Versiones periodísticas han relacionado el tenebroso suceso con el nacimiento y ampliación de su radio de influencia y acción, de “sindicatos” originarios de Aragua, que al amparo por omisión o complicidad del gobierno regional, y que en su permanente demostración de fuerza han llegado hasta a paralizar la ciudad de Maracay por el entierro de uno de sus delincuenciales líderes de las bandas que hoy reinan en esa capital de Estado. También relacionado con la anterior, se especula sobre la posibilidad de una razia ejecutada por presuntos “agentes” de empresas beneficiadas con al otorgamiento de nuevas concesiones de explotación minera en esa región del país. Pero, acostumbrados como ya estamos de recibir cada día nuevos elementos que nos ubican frente a la naturaleza del poder en el país, nada nos extrañaría la veracidad de tales señalamientos.
Pero, como indicamos al principio, se trata este de otro elemento integrante del cuadro de calamidades que hoy soporta el país, y ante cuya situación se puede considerar que ha sido lenta y un tanto pasiva la reacción del pueblo. Cierto que existe una porción de la población, afortunadamente creciente como se demostró en las pasadas elecciones legislativas, que ha venido adoptando posiciones de confrontación contra el autoritarismo y la visible malversación y apropiación indebida de los fondos públicos; sin embargo ella no ha sido suficiente. Y no ha sido suficiente, pensamos, porque la magnitud del desastre que sufre el país es tan enorme, que todo cuanto se haga es poco; sin que esto signifique que podamos compartir o validar las acciones de violencia que bien le sirven al régimen para justificar la represión y sus atropellos contra el pueblo. Por eso, el justificado temor de quienes se resisten a acudir a los llamados a la calle, aunque se trate de manifestar pacíficamente; es el miedo a convertirse en víctimas de quienes se apoyan en lo peor de nuestra sociedad para lograr sus propósitos de amedrentamiento y agresión a las personas, como las que viven nuestros legisladores ante la Asamblea Legislativa.
Y es precisamente esta Asamblea, la institución que reclama en estos momentos el apoyo de todos los venezolanos, para atacar por las raíces los problemas que sufre la población en su totalidad. Ella es la luz en estos momentos, y está marcando el camino escogido después de los vanos intentos por llegar a entendimientos de trabajo conjunto, oposición y gobierno, para sacar al país de la crisis que lo afecta, como es la expulsión constitucional del causante y terco propiciador de toda esta tragedia. No hay otra vía.
Es por eso que, asumiendo nuestra responsabilidad individual ante la propia historia del país, debemos formar parte de la inmensa mayoría de venezolanos que a partir de este sábado concurrirá ante las distintas instalaciones donde se habilitarán los cuadernos para hacer posible la convocatoria a un referéndum donde se exprese la voluntad de los venezolanos en torno a la interrupción pacífica y democrática del régimen.
Con nuestra firma y disposición a defenderla, le estaremos diciendo al Presidente: ¡No lo queremos, por responsable principal de todos los males que sufre el país! ¡No nos calamos más un régimen militar, los soldados a sus cuarteles, y el pueblo, democrático, emprendedor y productivo a Miraflores!
@JJMorenoA