Aún ocupa un “lugar central” en la escena de la información en internet, pero Twitter llega a su décimo cumpleaños presionada por un accionariado descontento, un negocio que no termina de explotar y el reto de definir en este 2016 su fondo y su forma: ¿traicionará su esencia en pos del crecimiento?
EFE
El 21 de marzo de 2006, Jack Dorsey daba vida a la red de “microblogging” al publicar su primer tuit.
Hoy, 320 millones de personas tuitean cada mes: Twitter es, sin duda, la red ideal para los adictos al frenesí informativo, al consumo ingente y reiterado de datos, pero se ha mostrado incapaz de atraer a usuarios menos demandantes, que se pierden en la plataforma.
“Somos conscientes de que aún hay gente a la que Twitter le resulta complicado. (…) Nuestra misión es conseguir que sea más sencillo para los nuevos a la vez que cuidamos a nuestros usuarios más entregados”, explica a Efe el vicepresidente de ventas de la compañía en Europa, Bruce Daisley.
La dificultad de Twitter para hacer crecer su número de usuarios activos es uno de sus principales problemas: en el último trimestre de 2015 la base de tuiteros no aumentó. ¿Es que ha tocado techo?
“Esa es la pregunta que deben tener sobre la mesa. La lógica actual de Twitter, que es la que siguen los usuarios intensivos, está muy ligada al tiempo real, al orden cronológico, a los 140 caracteres. ¿Se van a plantear trocar eso con vistas a conquistar un plausible y nada seguro escenario de otra masa de usuarios?”, relexiona el responsable de estrategia digital de Weblogs S.L., Antonio Ortiz.
“Es un debate que existe desde el principio: si con su modelo de negocio tiene valor para gente que no sea ‘yonqui’ de la información. Ahí es donde está el nudo gordiano”, continúa.
El tiempo real y la información en directo son la esencia de esta red desde su nacimiento, una característica que ha atraído a esos “superconsumidores”, pero también a los medios de comunicación y a personalidades de la política, el deporte, la ciencia o la cultura.
“Twitter es la forma más rápida de conectarte en directo con aquello que te interesa”, defiende Daisley hasta la saciedad. “Estamos en un momento de recordarnos para qué es bueno Twitter e intentando realzar esas virtudes con simplicidad”.
Para Ortiz, la plataforma “tiene un valor que todavía no se le ha conseguido arrebatar: es ese lugar central en la información a la que acude gente influyente en términos informativos -desde Barack Obama a Lady Gaga-. El pulso y el valor de Twitter para impulsar y recoger la agenda pública no lo tienen otros”.
Aunque desean tenerlo y se están moviendo para lograrlo. Facebook, Instagram o Snapchat son algunos de ellos.
“Twitter palidece mucho” al compararse con la tasa de uso, el número de usuarios y las propuestas publicitarias de Facebook, apunta el tecnólogo, “y se le presupone que va a sufrir mucho más con la irrupción de nuevas plataformas sociales”.
Tan oscuro ven algunos su futuro que se han aventurado a vaticinar su muerte.
“A la gente le encanta el drama. El servicio tiene muy buena salud. (…) Nos encontramos en un momento de evolución y crecimiento”, defiende el vicepresidente de Twitter.
“Hay un listón que se le pone a estas compañías: o explotas y eres la herramienta hegemónica y no paras de crecer nunca o no vales nada. Hay una visión muy polarizada, unas narrativas muy extremistas de triunfos y fracasos”, piensa Ortiz.
Destaca que la visión más catastrofista es exagerada porque “no es baladí” contar con esa audiencia millonaria, pero reconoce que Twitter tendrá que introducir “cambios de producto muy relevantes” si no arregla su apartado comercial.
Bajo su punto de vista, no es descabellado pensar en una posible adquisición: “Con la inercia actual, la salida para Twitter sería más una venta que otra cosa”.
Google, que cojea en el negocio social, sería el pretendiente mejor posicionado: “En alguna mesa de Mountain View seguro que hay algún google doc con números sobre esto”.
Los inversores no han dejado de mostrar su descontento con el devenir de la compañía: Twitter salió a bolsa en 2013 y el precio de sus acciones, que llegaron a alcanzar los 70 dólares, rondan hoy los 17 dólares.
La presión explícita de los accionistas forzó la vuelta del fundador Jack Dorsey, que ha de lidiar con una cuenta de resultados poco saneada (en 2015 perdió 520 millones de dólares), dificultad para crecer en usuarios, tímido éxito publicitario y atajar las conductas de acoso.
“El impacto de Jack está siendo tremendo. Nos está ayudando a entender nuestros desafíos”, dice Daisley. “Jack ha entrado para tomar decisiones fuertes”, finaliza Ortiz.
2016 va a ser clave: “Nos acabamos de embarcar en el año más emocionante para el desarrollo del producto”, promete Daisley.
Y del futuro de Twitter nos enteraremos… por Twitter.