Todo estaba listo. El equipo de transmisiones especiales de Miraflores se encontraba en la planta de Ford Motors de Venezuela, en Valencia, desde el miércoles. Los equipos estaban instalados, las pruebas de sonido y video hechas. El galpón donde en condiciones económicas normales se ensamblan hasta 150 vehículos diarios estaba convertido en un set de televisión. Pero poco antes de las 2:00 p.m. del jueves hubo un cambio de seña. El plan de reactivación de la industria automotriz sería anunciado en Caracas, ante un reducido público que poco aplaudió y se mantuvo durante el acto transmitido en cadena nacional con expresiones de desaprobación.
Cuatro sillas estaban dispuestas para quienes serían los voceros. Ninguno asistió. Se esperaba que el presidente Nicolás Maduro firmara junto al vicepresidente Aristóbulo Istúriz, y el vicepresidente para el área económica, Miguel Pérez Abad, los acuerdos con el sector automotor. La cuarta silla estaba reservada para el presidente de la empresa anfitriona, Héctor Pérez. “Pero lo único que hicimos fue perder tiempo y dinero. Todo esto lo pagó Ford”, expresó visiblemente molesta una empleada de la compañía justo a las 3:15 p.m. del jueves cuando se les avisó de la suspensión de la actividad.
En camionetas escoltadas, abriendo paso por toda la autopista regional del centro partió desde la zona industrial de Valencia un grupo exclusivo. Solo presidentes de las ensambladoras de vehículos y algunos fabricantes de autopartes estaban presentes a las 6:00 p.m. en Miraflores. Los propietarios de concesionarios y algunos representantes sindicales que en principio figuraban como invitados y hasta fueron acreditados, resultaron excluidos.
No hay dólares
La industria automotriz en el país está paralizada. La caída inició en 2013 cuando se ensamblaron 98 mil 878 unidades, 24,26% menos que en 2012. A partir de ese entonces la merma ha sido desenfrenada. En 2014 manufacturaron 19 mil 759 vehículos que representó una disminución de 80,02% y el peor año hasta ese entonces. Pero el 2015 fue peor. Solo fabricaron 18 mil 300 vehículos y entre enero y febrero de 2016 el número registrado es de 479.
El presidente Nicolás Maduro lo explicó con números: “En el año 2010 para traer partes y autopartes se entregaron mil 372 millones de dólares para las necesidades de la capacidad instalada del sector automotriz. En 2011, mil 335 millones, en 2012 mil 206 millones, y en 2013 inició la guerra económica y se invirtieron 634 millones”. No hay números posteriores.
Actualmente solo se mantiene operativa la planta de Ford Motors de Venezuela gracias a su plan de inversión en la moneda estadounidense que realizan particulares, que fue promovido desde enero de 2015 y que públicamente el Gobierno no aceptó. Aún así en los concesionarios de la firma todo lo que se oferta es en dólares.
Es un mecanismo que se ventila como el que emularán el resto de las empresas, detalló Christian Pereira, presidente de la Federación Unitaria de Trabajadores Automotrices, Autopartes y Conexos (Futaac). El tercer punto del plan lanzado por Maduro y el ministro Pérez Abad es transformar a la industria en compañías con capacidad de autoabastecerse de divisas. Pero en definitiva el Ejecutivo no tiene dólares para el sector. Al menos este año no cuenta con los recursos suficientes para asignárselos.
“La única manera de hacerlo es con la inversión de terceros para que las firmas con sus licencias de importación compren las piezas en el exterior, y las ensamblen”. Dueños de concesionarios fueron los que incursionaron en esa práctica con Ford que produjo en 2015 tres mil 813 unidades bajo ese esquema. “Y al parecer se venció el temor de traición a la patria y se entendió que esa es la salida a la crisis”.
Hasta ahora se duda de la inyección de recursos de parte de las casas matrices tomando en cuenta la deuda que aún no ha sido cancelada. Los detalles serán establecidos en los acuerdos que se firmarán en unas semanas de manera particular con cada empresa.
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