El expresidente de Brasil, Luis Inacio Lula da Silva será un “consejero especial” de su sucesora, Dilma Rousseff, si la justicia bloquea definitivamente su nombramiento como jefe del gabinete, dijo el miércoles Jaques Wagner, ministro responsable de Asuntos Administrativos de la Presidencia.
AFP
Lula “debería trabajar en el gobierno la semana que viene, como jefe de gabinete, si conseguimos desbloquear su nominación en el STF (Tribunal Supremo). Si no, será consejero especial de la presidenta de la República”, explicó Wagner en un encuentro con periodistas internacionales en Rio de Janeiro.
La nominación de Lula desencadenó una protesta de la oposición, seguida de manifestaciones que reunieron a miles de brasileños, especialmente después de la difusión de unas escuchas telefónicas sugiriendo que su entrada en el gobierno tendría como objetivo evitarle la prisión.
“La reacción de la oposición muestra que hicimos bien en invitarle al gobierno. Es nuestro mejor jugador”, aseguró Wagner, que fue sustituido en la jefatura de gabinete por Lula (2003-2010).
Pero su entrada en el gobierno fue bloqueada el viernes por el Supremo Tribunal Federal (STF) por una posible obstrucción a la justicia, ya que el expresidente es investigado en el caso del escándalo en Petrobras.
Wagner, que fue nombrado jefe del gabinete personal de Rousseff, un cargo creado tras el nombramiento de Lula, dijo además que teme una “ruptura institucional” si el Parlamento lleva hasta el final el proceso de destitución contra la mandataria.
“Apartar un gobierno, incluso impopular, por el voto indirecto del Parlamento es una ruptura institucional”, aseguró.
Mientras una comisión de diputados examina un eventual proceso de destitución contra la jefa del Estado, por presunto maquillaje de las cuentas públicas, Wagner juzgó este proceso ilegítimo porque, aseguró, la presidenta no es culpable de ningún “crimen de responsabilidad” administrativa previsto por la Constitución.
El último martes, la propia Rousseff denunció “un golpe de Estado contra la democracia”.
“La palabra ‘golpe de Estado’ puede parecer fuerte, pero un golpe de Estado no es necesariamente militar. Puede ser más sutil”, advirtió Wagner en un encuentro con corresponsales extranjeros en Rio de Janeiro.
En momentos en que la base parlamentaria de la presidenta se tambalea, Wagner aseguró que “las cifras cambian de un día a otro. Discutimos con parlamentarios de todos los lados y considero que disponemos de la base aliada necesaria para evitar la destitución”.
Según él, la “batalla” se desarrolla en tres frentes: “el de la política, en el Parlamento, otro jurídico, y la tercera batalla, en la calle, que tiene también toda su importancia”.