Peor que el ridículo que protagonizó Nicolás Maduro -y su penoso premio de consolación- con la visita del presidente Barack Obama a Cuba, es el ridículo que estamos protagonizando los venezolanos manteniendo en el poder a esa vergüenza humana, a ese bobalicón de siete suelas, a ese traidor que Chávez nos legó como sucesor.
Cada día que Nicolás pasa en el poder es un día de apocamiento para ti y para mí, para nosotros, como venezolanos. Somos menos, nos devaluamos como nación mientras el “bobo catastrófico” rija nuestro destino. Con él en el poder, chavistas y humanistas, todos juntos, unidos, somos algo menos que nada.
Sí, con él en el poder, Venezuela…, los venezolanos somos nada.
El Maduro que hay en ti (y en mí)
No creo en la deducción que señala que “un pueblo tiene el gobierno que se merece”. Pienso que es aún peor: “un pueblo tiene el gobierno que lo representa y figura, el gobierno que se parece a él, el que es”.
Es decir, pese a que somos sus blasfemos, tanto tú como yo tenemos algo de Maduro, somos como él, su penosa configuración nos representa y figura, por lo tanto, somos una vergüenza. Sí que lo somos.
Porque sólo un pueblo bobo, que se traiciona a sí mismo, que desdice de sus ideales y sus visiones históricas puede permitirse semejante vagabundería, una ruina tal, como tolerar que un dictador tan inclementemente idiota lo someta.
Es inaceptable, no obstante, los venezolanos lo aceptamos. Incluso algunos lo llaman: “presidente”. Yo no.
Arréchate pero moviliza tu arrechera
El primer acto de la rebelión es la conciencia crítica; el segundo, la crítica vociferada (que mienta madres); el tercero, la resistencia crítica (que no le da la mano ni se inclina ante el usurpador, que lo desafía, que lo reta, que se le acerca pero para empujarlo); la cuarta, la crítica organizada (con otras críticas) y movilizada (masivamente) contra el opresor hasta que lo doblega o derrumba.
Si queremos liberarnos de esta ruina nacional, si queremos dejar de ser penosos “maduritos” mundiales y observar como Obama y Castro deciden nuestro destino y se reparten nuestro futuro, tenemos que movilizar nuestra crítica no sólo a través de las vías políticas (electorales o judiciales, que son muy importantes pero no definitivas), sino especialmente a través de las vías sociales (la protesta, la calle, la toma de poderes).
Lo hemos dicho mucho, pero lo repetiremos y repetiremos como compás de nuestra rabia. Tenemos que arrecharnos y movilizar nuestra arrechera contra Maduro si queremos liberarnos. La buena noticia es que ya nos estamos organizando. Pronto tendremos noticias.
Como venezolano que no quiere parecerse ni “ser” como Maduro, arréchate con nosotros, y libérate. Te necesitamos.
Liberándote tú, liberas a Venezuela.
Sacarlo del poder
La primera movilización de protesta a la que asistí fue organizada por Antonio Ledezma y Alejandro Peña Esclusa con la Red de Educación, si mal no recuerdo, a raíz del intento de Chávez de implementar el decreto educativo 1001. Dicho decreto establecía, palabras más palabras menos, que cualquier loco socialista podía inmiscuirse en la educación de nuestros hijos si formaba parte de un colectivo chavista. Era como todo lo que hizo Chávez vivo (y muerto) un disparate.
Mucha de mi admiración y respeto por Ledezma deriva de aquella protesta ciudadana. Su coherencia, su visión y la tenacidad para advertirnos el peligro que representaba el chavismo lo llevó a criticar, a vociferar su crítica, a organizarla con otras críticas y a movilizarla contra el vil despotismo chavista, hasta que una enorme crítica nacional meses más tarde llegó incluso a sacarlo al poder.
Lo impensable ocurrió: la protesta lo derrotó.
Los pelagatos y la libertad
Recuerdo que al principio éramos cinco o seis pelagatos protestando. Conforme pasó el tiempo, mejor organizados y tenaces, ya no éramos cinco o seis sino cien, luego mil. En meses llegamos a ser cientos de miles.
La protesta coherente, con una crítica organizada y movilizada contra los poderes públicos opresores -y sus Maduros- si persistimos en ella, aumentará exponencialmente. Nadie quiere a Maduro, mucho menos “ser” como él. ¡Esa vergüenza!
El movimiento estudiantil de 2007 comenzó sus protestas con pocos estudiantes, en tan sólo días eran millones de ellos. Fueron tenaces. Su crítica organizada y movilizada derrotó a un Chávez en plena apoteosis económica y política. Lo derrotaron mientras protestaron.
Protestar con tenacidad, aunque en principio seamos pocos, es un ejercicio crítico “movilizado” de venezolanos en contra de esa abominable idiotez histórica llamada Maduro que llevamos dentro. Si nos organizamos en un santiamén seremos millones.
Los venezolanos -Venezuela- estamos intoxicados de chavismo, nos causa nausea, se nos nota arqueados, es hora de vomitarlo. Y que el Maduro que hay en nuestras entrañas salga de ellas para siempre, que quede vaciado en las calles de Venezuela. Pronto comenzaremos, muy pronto.
Nuestra arrechera se organiza y moviliza. Su destino, nuestro destino, es la libertad.
¡Prepárate!
@tovarr