Chávez usó el resentimiento como fuete político “Tú pelas bolas porque aquel (el exitoso, el enemigo) se robó lo que a tí te tocaba. Llegaré para hacer justicia“. Esa “justicia” no era la justicia social cristiana, la del respeto a los derechos humanos y oportunidades para los más desfavorecidos. Esa “justicia” era revancha. Y Chávez llegó. Pero nunca la justicia, como era de esperarse. El pelabolismo chavista vio con los años como un grupete se hacía inmensamente rico, y para ellos apenas limosnas. Ya en el año 2008, asediado por los malos resultados, Chávez inventó las 3R: revisión, rectificación y reimpulso. Y falsificó con empresas chimbas los factores de recobro de las reservas de petróleo de la Faja del Orinoco para presentarlas como las “más grandes del mundo”. La intención era clara, decirle al pelabolismo “tranquilos, paciencia, que alcanza para todos“. Todo ello dentro del boom de precios petroleros más intenso y por más tiempo que se haya conocido. Los precios de la cesta venezolana saltaron de 25 dólares por barril en 2000 hasta los 88 dólares en el año 2014, el último del boom de 15 años. En el 2012 alcanzó su máximo con 103,42 dólares y en el 2013 promedió 98,08 dólares.
Hoy el país se encuentra en una severa recesión. Y Maduro toma “medidas de emergencia” para intentar solventar la crisis fiscal de su gobierno, como el aumento de la gasolina y la devaluación del bolívar, recostándole el costo de esos ajustes al pueblo. Y emprendió una campaña de propaganda señalando a la caída reciente del precio del petróleo como el causante de la crisis. Nada más falso. Si bien es cierto que el petróleo es un componente muy importante de la economía nacional y que la caída de los precios reciente es de hecho, un factor agravante, los problemas económicos del país son anteriores a esta caída, y comenzaron antes del año 2008. Chávez había logrado el milagro inverso, el de llevar al país a una crisis económica dentro de un boom de precios petroleros.
El causante del desmadre económico es más que evidente: El socialismo autoritario y corrupto de Hugo Chávez. En el Indice de Índice de Precepción de Corrupción (IPC) correspondiente al 2015, de Transparency International, Venezuela estuvo en el “top 10” de la corrupción, al ocupar el puesto 158 de un total de 167 países. Venezuela ha estado en el “top 20” del índice en los últimos 9 años.
El gobierno de Hugo Chávez, el que ha tenido los ingresos fiscales más altos de gobierno alguno en la historia de Venezuela, ya había causado problemas de abastecimiento al pueblo venezolano desde hace muchos años atrás, cuando emprendió una orgía de estatizaciones y confiscaciones de empresas y activos de producción al sector privado nacional, a la vez que establecía controles de precios, de cambios de divisas, de traslado de productos y de inventarios. El gobierno monopolizó la producción de hierro, acero, aluminio, oro y cemento. Tomó la mayoría de los centrales azucareros del país, de las plantas de producción de harina precocida, de las torrefactoras de café, de la producción de sal, de grasas y aceites vegetales. Expropió millares de hectáreas que estaban en producción de ganado de ceba y lechero, empresas productoras de leche, papel, vidrio. Creó un inmenso conglomerado de empresas dedicadas a la alimentación bajo la “Corporación Venezolana de Alimentos” que poco o nada producen. Creó un delirante sistema de empresas multiestatales (Lácteos del Alba, Arroz del Alba, Porcinos del Alba, Avícola del Alba, Leguminosas del Alba, Pescalba, Madera del Alba) por donde se esfumaron millardos de dólares del pueblo venezolano. Capitales y activos del que nadie rinde cuentas.
Para tapar la orgía de ineficiencia improductiva, Chávez creó un sistema estatal corrupto de importaciones de alimentos y así pudo, impulsando la creación de alimentos en otros países mientras destruía la local, medianamente abastecer el mercado local. Para ello endeudó al país al tope. El sistema petrosocialista colapsó en 2012. No por los precios del petróleo, sino por la corrupción e ineficiencia.
Maduro, despreciando la oportunidad de rectificar y abrir la economía a las inversiones y la producción privadas, intensificó el modelo socialista de controles. Y decidió culpar al poco sector privado que todavía produce localmente, de una “guerra económica”
Hoy el país se encuentra en una emergencia humanitaria que el gobierno sádicamente niega. La escasez de medicinas ha trepado a un inhumano 85%. Recientemente Maduro implantó un racionamiento de alimentos básicos para los sectores populares, una mínima bolsa de comida de alimentos básicos (harinas, pasta y arroz) cada quince días.
Pero como se han hundido todos los socialismos de la historia, ya el de Maduro entró en la etapa donde hace aguas irreversiblemente. Como ejemplo, ante la crisis energética, causada por la corrupción y robo en las inversiones del parque termoeléctrico (monopolio estatal) y de la falta de mantenimiento del sistema eléctrico en general, Maduro anunció un plan de “ahorro de energía” donde el sector público sólo trabajará 4 de 7 días de la semana ( y en horario reducido) y las empresas estatales que todavía producen algo, deben reducir en 20% su consumo eléctrico. Con ese plan la crisis económica se agudizará aún más. Hoy con 15 mil MW de capacidad las plantas hidroeléctricas generan 9,75 mil MW, mientras que las termoeléctricas, con también 15 mil MW de capacidad instalada, generan 5,25 mil MW. Y es que el marxismo es así: Le saca a las termoeléctricas el 65% de la oferta nacional de electricidad en un año seco, hasta llevar al lago de Guri a su mínimo histórico, mientras tapa la corrupción de las compras termoeléctricas.
Guri tardará años en recuperar su nivel óptimo. Hoy el país apenas consume 15 mil MW diarios de electricidad, sufriendo severos cortes diarios en todo el territorio nacional de unos 800 MW. Mientras la crisis humanitaria se expande, el gobierno socialista insiste en que pagará puntualmente la enorme deuda financiera que nos dejó Hugo Chávez.
El estatismo socialista corrupto de Hugo Chávez destruyó a Venezuela. Bajo la conducción de Maduro, quedó reducida a 15 mil MW diarios, energía insuficiente para producir y detener la expansión de la crisis humanitaria.
Maduro apagó a Venezuela
La anomia y la falta de energía amenazan la civilidad de la nación venezolana. Y la unión de la República.
Es urgente un cambio de gobierno y de rumbo. Venezuela debe tener mercados libres, contabilidad pública de las ganancias y pérdidas de los entes privados y públicos y derechos de propiedad privada. Con esos tres pilares Venezuela podría ser un país de primera.
Adelantemos las elecciones. La nación lo demanda
David Morán Bohórquez