La situación política, económica y social se torna cada día más insostenible, el régimen luce agotado y carente de respuestas para enfrentar la gravísima crisis creada por ellos mismos al despilfarrar y robar la mayor suma de dinero y poder manejado por gobierno alguno, mientras las mayorías sufren los estragos de la colosal inflación, escasez, y enfermedades sin medicamentos para curarlas y los hospitales sin pabellones quirúrgicos aptos para salvar vidas.
El pueblo emitió un mandato de cambio el 6-D, el sistema democrático proporciona siempre a las sociedades válvulas de escape para evitar que estallen ollas de presión, pero el régimen forajido desoye la voz del pueblo y de Dios. El cúmulo de delitos durante 17 años de una gestión fallida pesa demasiado y no hay posibilidad de retorno, lo cual ha sido una y otra vez harto comprobado, como lo ejemplifican los 25 fracasados planes de seguridad.
Muchos esperan aplicando la lógica que se repliquen hoy episodios pasados ante condiciones hoy peores, constituida por la crisis sistémica, que abarca todos los órdenes de la vida nacional. Se dice que un Caracazo tiene todas las condiciones dadas, y si cualquiera analiza con frialdad los elementos de nuestra tragedia cotidiana caerá en cuenta que así es. Pero la historia nunca suele repetirse igual por más que las situaciones sean muy parecidas, el tiempo y la gente cambian y los eventos que se desatarán serán distintos. Si le ponemos la lupa a la realidad que se despliega a lo ancho y largo del país, podemos concluir que diariamente ocurren múltiples Caracacitos en distintas partes de la geografía. La suma de los Caracacitos arrojará lamentablemente un Caracazo formado por el efecto bola de nieve.
El mandato de cambio fue dado claramente el 6-D y el régimen se tapa los ojos y desconoce lo que ocurre a la vista de todos. Su respuesta ha sido agavillarse con poderes mal constituidos que no representan al país sino a ellos y se colocan de espaldas a las demandas ciudadanas. Quién pudiera negar las decisiones patéticas y contradictorias del TSJ express y del subalterno y rojillo CNE. La titular del ente comicial se ha arrogado una competencia exclusiva para legislar sobre la materia electoral, en flagrante violación a la letra de la Constitución, y se contradice olímpicamente cuando observamos que la anterior Asamblea Nacional dominada por el régimen, aprobó la Ley de Procesos Electorales en el 2009 y se ha cansado de repetir que el CNE no cuenta con normas para morigerar y castigar los abusos y ventajismo groseros de la campaña electoral presidencial, como lo hizo todo el tiempo el difunto, porque la Asamblea no ha aprobado la ley respectiva para regular la materia. Chacumbele se quedó corto.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!