Es desalentador observar como la fecha del once de abril pasa inadvertida para quienes participamos en aquella jornada de civismo en defensa de nuestra democracia y en contra del autoritarismo.
¿Cómo no va a ser memorable el once de abril del 2002? El día que el pueblo se volcó a la calle y Caracas fue testigo de la movilización más grande que se hubiese visto no solo en el país sino en el continente americano. Más de trescientas mil personas marcharon hacia el palacio presidencial para exigirle la renuncia al entonces presidente Hugo Chávez.
El Alto Mando se negó a ejecutar el Plan Ávila de sacar los tanques para reprimir al pueblo ordenado por el presidente. Ello obligó a Chávez a renunciar, renuncia que le fue aceptada según consta en el comunicado leído en cadena televisiva por el General Lucas Rincón. ¿Es o No es verdad?
Es necesario recordar que esa marcha multitudinaria fue el cierre de la exitosa huelga general de doce horas convocada por Fedecámaras y la CTV en protesta por el paquete inconsulto de leyes decretado por el ejecutivo, huelga que paralizó al país aquel lunes nueve de abril a pesar de las amenazas contra empresarios, sindicalistas y obreros.
También debemos recordar con dolor los diecisiete muertos asesinados a mansalva por pistoleros del gobierno apostados en puente Llaguno y en las calles aledañas al Palacio de Miraflores. ¿Me van a decir que miento? Ahí están las fotos y videos que grabaron a los asesinos cumpliendo órdenes de altos funcionarios gubernamentales. También quedaron registradas las llamadas de José Vicente Rangel y otros voceros oficialistas al pueblo chavista para que salieran a defender al presidente con cualquier arma que tuviesen a la mano.
Para infortunio de Venezuela aquella jornada gloriosa fue traicionada en su propósito, por algunos dirigentes y oficiales que intentaron dar un golpe de estado echando por tierra los designios y esperanzas del pueblo.
Sería bueno que los jóvenes estudiantes y los diputados electos por el voto de sus conciudadanos, no ignoren lo ocurrido hace catorce años. El pueblo en la calle marchando contra el presidente y sus títeres, los magistrados del tsj, los rectores del cne y los miembros indignos de un mal llamado poder moral, es capaz de cambiar el rumbo de la Nación para el bien de todos.
Está plenamente demostrado que quienes desgobiernan al país han implantado una dictadura de facto. Y es igualmente necesario recordar que la lucha contra las dictaduras es legítima y está amparada por nuestra Constitución. Cualquier medio es válido. Ese es el deber ineludible de quienes pretenden convertirse en los líderes del futuro. La responsabilidad está en sus manos.
Juan Antonio Muller (Juaamilq249@cantv.net)