El régimen en su ceguera intenta manipular a la gente a través de cuñas “ilustrativas”, en las que mediante una historieta pretende convencer a los venezolanos de que la escasez es obra de la guerra económica de los empresarios y no producto de las torpes políticas económicas del gobierno revolucionario. ¿Quién va a creer que un empresario no le interesa vender sus productos a todos los sectores, incluidos los “D” y “E”? ¿Acaso que él quiere ganar manos plata? Por otra parte, es un hecho irrefutable que los envases, sean de plástico o de latón, no se consiguen, de manera que no hay como escoger solamente la presentación grande, como dice la cuña. Ahora, si en un supuesto negado, ese fuera el caso, hubiese escasez de la presentación pequeña y abundante oferta de la presentación grande. Sin embargo la realidad incontrastable señala que hay una escasez generalizada y por largos lapsos. De manera que es claro que no existe ninguna guerra económica. Eran otros los tiempos en que la gente se tragaba las mentiras del gobierno sin cuestionarlas; eso, a Dios gracias, no ocurre ahora y ojalá no vuelva a ocurrir nunca más en Venezuela.
Lo que si uno observa, por donde se meta, es una frustración muy grande contra el gobierno y gente que despotrica abiertamente su rabia en cualquier grupo que se reúna informalmente; sea en una parada, en el metro, en un autobús, en una cola. Hay descontento y rabia, pero sobre todo una cosa preocupante que conduce a la desesperación, que es la pérdida de la esperanza. La gente está viajando desde el interior del país, por ejemplo de Tucupita, llegando a las dos y media de la madrugada al Terminal de Oriente, para comprar alimentos a los buhoneros o bachaqueros de Petare: espaguetis, leche, azúcar, café, harina pan, jabón azul, papel higiénico, etc., con la misma, abordar el siguiente autobús y devolverse a su destino. Que yo sepa, muchos de estos productos no tienen sino una sola presentación o tamaño. ¿Entonces, donde está la guerra económica?
Igual que con el cao de Bizancio, esta gente está entretenida en determinar el sexo de los ángeles y no en analizar la realidad económica, social y política de Venezuela. No quieren ver la realidad que han creado, se niegan a asimilarla y se quieren convencer entre ellos que todo está normal y que no pasa nada. Pretenden anular a la asamblea mediante maniobras burdas, sostenidas por la fuerza, cuando son un régimen extremadamente debilitado, sin apoyo político popular, como lo evidenciaron palmariamente las elecciones de diciembre y la aplastante derrota que sufrieron. Pareciera faltar mucho en nuestras ansias por salir de esto, pero en verdad falta poco.
Miguel Méndez Rodulfo
Caracas 15 de Abril de 2016