“Salsa es lo que le pongo a los espaguetis”, dijo una vez Tito Puente…. “Lo que yo toco es música cubana”, agregaba, enfatizando las raíces de la música afrocaribeña. De manera osaba imperamos a Porfi Danilo “Coco” Baloa, hijo menor del maestro Porfi Baloa a su salida de uno de los bailes en Houston, Estados Unidos, sobre la magia que imperaba en sus espectáculos y con tan solo 8 años atinó a decir que lo que tocaba era lo que sentía,” Salsa, sí, pero en una mezcla de donuts y lucha libra”…sus grandes pasiones.
Y es que cada vez que aparece este pequeño gigante de los timbales a un escenario en compañía de su padre en una presentación de Porfi baloa y sus Adolescentes, éste no necesita adjetivos prestados. Su talento se roba el show, su manera de tocare los timbales y la fuerza que le imprime, atrapa a cada uno de los presentes, amén de su carisma y destreza que deja a todos con la boca abierta.
Sus manierismos al tocar los timbales en concierto, encandilan a espectadores de todas las razas, culturas y edades. Es llamado “El Príncipe de los Timbales”, un término musical que poco a poco está cobrando vida propia desde Los Ángeles pasando por Dallas, San Francisco y Houston, le cae como anillo al dedo.
Y es que este pequeño no solamente trae en sus genes el ritmo afrolatino, heredado de su padre, sino que vino en grado superlativo y en edición extra. Desde que apareció en tevé comercial en Venezuela, tocando congas en un comercial de televisión, sus pasos por República Dominicana, Ecuador, Perú, México, donde fue reseñado como ”niño prodigio” y las múltiples presentaciones donde ha hecho presencia en escena, sus ejecuciones se han encargado de hacer lo propio para dejar claro quién es este niño que sobre partituras escribe una historia digna de admirar.
Porfi Danilo “Coco“ Baloa, con tan solo 8 años de edad ya empieza a saborear las mieles del éxito de la mano de su padre el arreglista, compositor y productor del sonido adolescente, Porfi Baloa. Un talento que ya es obligatorio en todas las giras del músico venezolano, porque el público lo pide, lo aclama y su participación especial arrasa de manera exagerada, por su ángel, carisma y destreza en un solo de timbales. Y el público embelesado de una manera muy eufórica no deja de aplaudir sus destrezas musicales.