Porque, por una parte, no solo se le puede atribuir a Maduro haber maquillado cifras para hacer creer en una administración presuntamente sana de los recursos del Estado, sino que su gobierno esconde aquellas que la propia normativa jurídica del país obliga a revelar por su elevada importancia intrínseca, como las que corresponde divulgar instituciones como el Banco Central de Venezuela y Pdvsa. Diríamos, como reza el refrán popular, que Dilma es una “niña de pecho” al lado de Nicolás, en eso de maquillar y mentir reiteradamente a la nación sobre los asuntos de mayor interés para la población. Los pecados de Dilma podrían considerarse insignificantes al lado de los que aquí en Venezuela están permanentemente a la vista de todos; pues si allá se la acusa de desmejorar la economía del país, a Maduro se le demuestra acá con cifras reales que el nuestro se encuentra sumido en la más espantosa situación de quiebra, no solo económica sino también moral, denunciada tanto por quienes desde el lado de oposición exhiben resultados de investigaciones comprobadamente fundamentadas como por personajes de su propio partido, que han venido delatando a los visibles responsables de la “desaparición” de una gran millonada de dólares provenientes del “negocio” petrolero, y el Presidente no ha respondido ni pío sobre el particular. Esto sin contar el abusivo uso de los recursos del tesoro público en propaganda y movilización de militantes y mercenarios en concentraciones y ataques violentos contra eventos y personajes de la oposición; y la sumisión de poderes tan vitales para el funcionamiento de la institucionalidad democrática del país, como el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral, la Contraloría General de la República, la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo y las fuerzas armadas y policiales de la nación.
Pero, sumado a tales actuaciones que nos permiten hablar de su incapacidad y falta de idoneidad para administrar los recursos del Estado, los venezolanos nos vemos constantemente sometidos a una conducta irrespetuosa y, por demás grosera, por parte de un Presidente y sus más representativos voceros, precisamente contra los sectores de la maltratada producción de bienes y servicios, así como en detrimento de quienes los adversan políticamente, e incluso contra personalidades e instituciones respetables tanto del país como del mundo entero que se atrevan a expresar preocupación por el triste cuadro que exhibe la nación interna y externamente. Nada sorprende ya, por ejemplo, la reciente y dantesca escena protagonizada por uno de los órganos de la seguridad de los venezolanos, como sería la Guardia Nacional, atropellando a miembros del poder legislativo que ejercían su derecho a exigir respuesta de un poder que pretende mantener secuestradas la decisiones soberanas del pueblo que reclaman la concreción de formalidades para encontrar las salidas institucionales que la Constitución de la República les deben garantizar en materia de revocatorio presidencial. Las imágenes de este aborrecible espectáculo, donde también fueron agredidos periodistas nacionales y extranjeros, recorren el mundo mostrando la auténtica realidad de la situación que sufrimos los venezolanos. Una prueba más de la acumulación de puntos negativos para el Presidente, solo comparable con los que suma en “millas de viajero frecuente”.
Se trata, muy ciertamente, de una situación inaguantable, por lo que el clamor mayoritario de la población en este momento es, como en el caso de su par brasileña, de Fora Nicolás, porque Você também abusou.
@JJMorenoA