La ciudad se volvió un caos, se inundaron zonas que nunca se habían inundado por falta de planificación en la gestión pública e incumplimiento de los deberes de dragado del Rio Cabriales, así como de limpieza en caños, quebradas y alcantarillas que tanto habíamos denunciado oficial y públicamente.
Ante las consecuencias de sus irresponsabilidades, quedó demostrado también que los gobernantes de nuestra ciudad no cuentan ni con planes de emergencia que prevean respuestas inmediatas de atención sanitaria, suministro de provisiones y alimentos básicos, ni con protocolos de recolección de escombros, ni programas de reubicación para familias damnificadas. Como salida han decidido usar escuelas públicas para refugio, lo que no solo no es una solución, ni siquiera a corto plazo, sino que generará muchos inconvenientes a los niños del sector que ya bastantes penurias están pasando. Preocupa también ver que pasan los días y los escombros siguen acumulados en las márgenes de los mismos caños desbordados.
También fuimos testigos, de la falta de sensibilidad social y humana, del gobernador del Estado, quien hasta el día en que esto se escribe no ha hecho acto de presencia en las zonas afectadas y fue al tercer día después de la inundación que aparecieron sus equipos de trabajo, acompañados de los camarógrafos de rigor. Pero si esto no resultara suficientemente patético, a menos de 48 horas de las inundaciones, el alcalde de una ciudad que tiene mas de dos mil familias damnificadas, participó en un conocido programa matutino, transmitido por un canal de televisión nacional, en el cual, sumamente sonreído decía que Valencia en ese momento, se encontraba totalmente limpia y bonita.
Quizás porque la ignorancia es atrevida, aquí cualquiera cree que sabe gobernar.