Hoy en día Venezuela se encuentra inmersa en la crisis económica-social más profunda de su historia, con una inflación y una escasez de productos y servicios a niveles insostenibles para la mayoría de sus habitantes. Ha sido el resultado de las políticas aplicadas por los gobiernos de Chávez-Maduro en los últimos 16 años que han buscado controlar la población a través del empobrecimiento, para mantener la hegemonía del poder durante un largo período.
Ante la caída sostenida de los precios del petróleo –por ende la caída del ingreso de divisas al país-, desde mediados del 2014, el gobierno de Maduro se ha paralizado. Y en vez de aplicar las políticas necesarias para reactivar la economía mediante la estimulación de la inversión privada y las fuerzas del mercado, se ha aferrado a la visión del “Plan de a Patria, Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2013-2019”, para evitar alcanzar acuerdos con la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) –que hoy representa la mayoría por los votos alcanzados el pasado 6 de diciembre en las elecciones parlamentarias.
El gobierno de Maduro está en un estado de negación con respecto a la decisión de la OPEP (países del Golfo) de diciembre 2014, de proteger su cuota de mercado en lugar de los precios del petróleo. En consecuencia, Maduro ha sometido a los venezolanos a un deterioro continúo de sus condiciones socioeconómicas. Al hacer el ajuste del déficit de divisas en el lado de las importaciones de bienes y servicios -existe una correlación de 91% entre el nivel de actividad económica y las importaciones. Y el cierre de la brecha fiscal con la emisión de dinero inorgánico, generando la actual hiperinflación que al combinarla con la contracción económica se vuelve estanflación.
Dos variables, la estanflación y la caída de las importaciones, que han contribuido a la deslegitimación de Maduro para administrar el Estado y a la desestabilización de su gobierno.
Ante el escenario de deslegitimación y desestabilización, el Gobierno de Maduro recurre a las estrategias del 2004, cuando la Oposición también planteó la salida de Chávez del poder por un referéndum revocatorio, de confrontación a la Oposición y la “compra de conciencias” de lo sectores económicamente débiles.
En consecuencia, para la “compra de conciencias” concentra los pocos recursos disponibles en satisfacer a su base de apoyo. Por lo que se atrinchera en las parroquias priorizadas -controladas políticamente a través de los consejos comunales-, para distribuir, a bajo costo, las bolsas de alimentos. Y a las familias inscritas en la Misión Hogares de la Patria les entrega una tarjeta (gift card) por un monto equivalente a uno y un cuarto de salario mínimo, 14.500 bolívares. Y en cuanto a la confrontación con la Oposición, el Gobierno responde inmediatamente a todo acierto o error descalificándola o bloqueándola; monta una guerra mediática para hacerla ver como radical, abusiva, inhumana y tramposa; y utiliza el Tribunal Supremo de Justicia (Sala Constitucional) para bloquear el funcionamiento de la Asamblea Nacional.
El pasado martes el gobierno de Maduro escogió el referéndum revocatorio como el mecanismo para resolver su deslegitimación de ejercicio por la continúa confrontación con el poder legislativo (Asamblea Nacional) y la violación de los derechos humanos a la Oposición. El Secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, dijo el domingo en el programa de Andrés Oppenheimer “[en EE.UU] estamos preparados para ayudar a que Venezuela vuelva a ponerse de pie económicamente pero tenemos que tener una autoridad ejecutiva en Venezuela que esté dispuesta a respetar a la gente y respetar el ejercicio de la ley”.
De nuevo el pueblo venezolano regresará a las urnas. Esta vez a una elección presidencial con un sólo candidato, la gestión de Maduro. Según la encuesta de febrero de Datanalisis, el 64% de los encuestados estaban de acuerdo con que Maduro saliera de la presidencia en el 2016. Mientras que en noviembre, antes de las elecciones parlamentarias, esa opinión estaba respaldada por el 72% -el punto más alto desde que se registra la pregunta. Sin embargo, en enero y febrero el voto a favor de revocar a Maduro subió 8% (7% de los que pensaban votar en contra del revocatorio y 1% de los que no votarían).
Los retos para la Oposición para revocar a Maduro son: convertir la crisis humanitaria en la principal razón para hacerlo; ser una sola voz electoral; generar las alianzas nacionales e internacionales para hacer cumplir el cronograma electoral; volver a desplegar la maquinaria electoral del 6D; acompañar al ciudadano en las protestas por la salud, la comida, los servicios públicos, etc.; e insistir en la doble nacionalidad de Maduro.
Porque el gobierno de Maduro para evitar la salida del poder utilizará sus fortalezas: empleará de forma abusiva los medios de comunicación para hacer la campaña electoral; buscará mantener la unidad interna; tratará de fortalecer el apoyo militar; reforzará el control del CNE y del TSJ.
Si la Oposición no logra revocar a Maduro en el 2016, la posibilidad de que termine el mandato y de convertir a Venezuela en un país a la cubana es muy alta. Por ello, la Oposición tiene que levantar de nuevo la voz del pueblo con hambre y pasando calamidades.