Cuando a Jesús Núñez se le acaba el sueldo todavía falta mucho para que llegue la próxima quincena. Entre el pago de la habitación que alquila en Caracas y el gasto que hace en comida prácticamente se le va todo el dinero que cobra. Con lo poco que le queda paga el pasaje y los intereses de la tarjeta de crédito, que cada vez debe usar con más frecuencia para poder cubrir sus gastos.
María Fernanda Sojo y Ana Díaz / El Nacional
“En el último año mi sueldo se triplicó y aún así cada vez me alcanza menos para comprar. No me acuerdo de la última vez que comí en la calle ni de cuándo pude comprar ropa. Ahora siempre cocino en la casa y he tenido hasta que reducir el consumo de carne para rendir el dinero”, asegura el licenciado de 28 años de edad.
Gladys Pérez, de 46 años de edad, quien desde hace 24 años se desempeña como docente, relata: “Gano 13.000 bolívares quincenales y prácticamente más de 80% lo gasto en comida”. Pese a que también cuenta con el ingreso de su esposo, aseguró que se le hace muy difícil pagar el condominio, los servicios, y la universidad y el pasaje de su hijo.
A una enfermera con 42 años de edad, que pidió no mencionar su nombre, también le toca ingeniárselas para estirar sus ingresos: “Tengo cuatro hijos, dos en bachillerato y dos en la universidad, y aunque uno de ellos trabaja ni aun así los reales alcanzan para comprar la comida que está cada vez más cara y tampoco se consigue. Además, todavía no me pagan el aumento del bono de alimentación que se aprobó en febrero, porque el Ministerio de Salud dice que no tiene recursos”.
Para el analista financiero y director de Econométrica, Henkel García, la realidad que los trabajadores venezolanos viven se explica de manera sencilla. Alega que han aumentado los sueldos, pero también ha caído el poder de compra como consecuencia del incremento de la inflación.
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