Los venezolanos estamos secuestrado por una angustia creciente provocada por el ambiente claustrofóbico que se apodera de nuestro país, esto nos lleva a estar sobredeterminado por un sentimiento de urgencia de salir de este régimen que ha convertido nuestro país en un verdadero campo de concentración donde se ejecutan las más crueles acciones contra el derecho a una existencia civilizada. Este socialismo cicatero actúa con sevicia sobre la población sin ningún tipo de escrúpulos, solo gobernados por el afán de robarse todo, de terminar de raspar la olla, no importa el mañana sino el día a día de aferrarse al poder no importa cuantos muertos cueste o cuanta destrucción signifique para la nación.
Nuestra desesperación se proyecta hacia la ambición futura de un cambio de este régimen. Pero, lo que a veces pasamos por alto, obnubilados por el sufrimiento de las múltiples miserias presentes es que el tiempo del cambio histórico es complejo y está determinado por una ambigua relación entre la contingencia radical y la trama estructural de la sociedad. Ambos factores se combinan en el presente y nos permiten afirmar que el cambio, el proceso de transición no es un acontecimiento del futuro sino un evento que ya se inicio en el pasado. La evaporación realizada por milagro de la corrupción de la renta petrolera y la pérdida de la base social del chavismo enfrentada a la realidad del hambre, la pobreza y la falta de futuro, son los factores estructurales que junto con la contingencia de la muerte de Chávez, marcaron el inicio de una transición indetenible hacia la recuperación de la vida institucional democrática y hacia la reconstrucción de un modelo de desarrollo económico que garantice la estabilidad y el crecimiento con estabilidad de precios y le devuelva el futuro a los venezolanos.
Para quienes cifran sus esperanzas en salir de este régimen por la vía de una explosión social, no se percatan que desde hace algún tiempo hay una rebelión social en cámara lenta como lo informan algunas ONG que se encargan de medir los brotes de protesta y violencia social. Esto no se ha generalizado porque Venezuela hoy es una sociedad altamente militarizada y secuestrada en sus sectores populares por ese fenómeno horrible y perverso que son los colectivos, bandas y mega bandas que junto a esa “conquista” “social” del chavismo que es el PRANATO someten a sangre y fuego a los barrios de Caracas, son los mecanismos de control social.
Pero las contradicciones en el alto gobierno; las fracturas en las FAN; los enfrentamientos entre el Estado y las bandas, colectivos y pranes; entre las propias bandas, vienen debilitando los mecanismos de control social del régimen. Mientras la victorias electoral a la AN, la unidad de la MUD, la unidad de la población dispuesta a resistir este régimen hambreador y sádico, el consenso casi unánime, que arropa a una parte muy importante del chavismo, que quiere salir de Maduro con un mecanismo democrático e inobjetable como lo es el Referendo Revocatorio le confiere a la oposición una fuerza inmensa; porque se está logrando rápidamente lo que es fundamental para acabar con este régimen por la vía Constitucional, democrática, pacífica y electoral que es alcanzar una mayoría social, política y electoral que es la única garantía para salir del socialismo sin muletas militares o populistas.
El cambio histórico en Venezuela inicio su marcha irrefrenable para restaurar las condiciones de una vida civilizada, con instituciones democráticas y un modelo de desarrollo económico y social estable de alto crecimiento, con estabilidad de precios que recupere las condiciones de cultura paz y entendimiento que es deseable para una Nación con las más altas aspiraciones históricas.
Pedro Vicente Castro Guillen
@pedrovcastrog