Las perspectivas económicas de Venezuela para el segundo semestre de 2016 no son alentadoras: serán tiempos muy difíciles para la familia venezolana que se verá obligada a enfrentar una inflación aún más alta, mayor escasez de productos esenciales y una profundización de la pobreza, publica El Nacional.
BLANCA VERA AZAF
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El alza de precios calculada por firmas nacionales e internacionales para la segunda mitad del año se sitúa alrededor de 600%. Sin embargo, este indicador rige solo para los productos controlados. La inflación subyacente –que es la que está presente en los bienes que no están sujetos a control de precios– puede llegar a 1.238,4% aproximadamente al término de 2016, según datos recopilados por Ecoanalitica.
La directora de Síntesis Financiera, Tamara Herrera, señala que la inflación para este año será de 623%. “Es la proyección que está siendo validada con el último salto significativo que dio el precio de la canasta alimentaria. El alza de precios de abril es de una intensidad que solo vimos en junio de 2015 y se ubica en 29%. Esto indica que la aceleración está avanzando más rápido”.
La economista explica que en los últimos años la expansión monetaria y la depreciación del tipo de cambio paralelo eran los responsables del incremento de los precios. Sin embargo, en el mes de abril se estabilizaron, lo que pone en evidencia que la escasez es el indicador que dispara la inflación en este momento.
Ronald Balza Guanipa, economista y profesor universitario, afirma que los próximos seis meses serán mucho más difíciles porque un gran número de venezolanos depende de las transferencias que hace el Estado y de los precios que se subsidian, y cada día hay menos recursos. Además, el gobierno ha ido quebrando empresas y destruyendo las nuevas inversiones “y eso debilita el ingreso de las personas que dependen de fuentes alternativas”.
La economista Anabella Abadi, de la firma ODH, indica que si bien se espera que el gobierno autorice otros dos aumentos salariales durante este año, esto en vez de ayudar al ingreso del venezolano los perjudicará, pues implicará una mayor aceleración de los precios en plena crisis de escasez de bienes.
Advierte que en el segundo semestre se observará una profundización en la pérdida de la calidad de vida. “El venezolano tiene una gran capacidad para adaptarse a las distintas situaciones, pero a pesar de eso se siente mucha tensión en la calle y es precisamente esa tensión lo que seguiremos viendo y que se transformará a la vez en más saqueos y disturbios”.
Abadí agrega que las protestas se han ido acentuando este año y empeorarán en el segundo semestre. “La vida del venezolano se complicará más no solo por el tema económico, sino por la tensión política que le resta calidad de vida. No hay capacidad de planificación financiera. Ni siquiera se sabe si los niños podrán terminar el año escolar en vista de la crisis energética, que además resta productividad”.
Caída del PIB
Abadí asegura que en ODH calculan que la caída en el crecimiento de la economía –dada la fuerte recesión que se puede ver en la economía venezolana– puede estar entre 6% y 9% al cierre del año. Las cifras se acercan a las de Síntesis Financiera, que prevé una contracción del producto interno bruto de 11%, promedio. Solo en el sector petrolero la actividad descenderá entre 10% y 11%.
Abadí, Balza y Herrera coinciden en que la pobreza continuará multiplicándose en lo que queda de año, pues no se han corregido ninguna de las distorsiones de la economía como el control de precios, el esquema cambiaria, los ataques al sector privado y el racionamiento eléctrico.
“Venezuela va a ser un país más pobre de lo que es hoy. Hay una pobreza de ingresos que la Universidad Católica Andrés Bello, Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar han proyectado en 76%”, apunta Balza Guanipa
Añade que el principal problema es que la pobreza estructural ya llega a 30% y sigue avanzando porque está asociada a necesidades básicas como salud, educación y vivienda. “La combinación de estas dos pobrezas se llama crónica y si eso sigue aumentando la posibilidad de revertirlo es más difícil porque, además, coincide con el incremento de la violencia. Sin duda alguna en el próximo semestre el proceso destructivo que impulsa este gobierno continuará”.
Menos dólares
Ante la caída de los ingresos petroleros, el recorte de divisas condujo a que a finales del año pasado las compras externas de alimentos sumarán 12 millardos de dólares. De ese total, 7 millardos se destinaron a importaciones del sector público. Se espera que para el cierre de 2016 esta cifra no se recupere, sino que sea similar o incluso menor. Además, los mecanismos de otorgamiento de divisas siguen restringiendo las aprobaciones, lo que según las distintas firmas es una muestra de que las importaciones continuarán bajando.
En una economía como la venezolana, que depende de las compras foráneas, esta tendencia puede observarse en las últimas cifras de la encuesta Ómnibus de Datanálisis, las cuales muestran que la escasez promedio de bienes se ubica en 82,3%.
El Sistema de Divisas Complementarias no está funcionando, sino que continúan las asignaciones a través del Sistema Marginal de Divisas, pero en menor proporción y con un tipo de cambio más alto. Según Ecoanalitica, la aprobación de dólares a través del Simadi ha descendido 87,5% al pasar de 16,9 millones de dólares diarios en enero de 2016 a 2,1 millones de dólares en promedio por día a finales de abril de 2016. Igualmente, el tipo de cambio en ese mecanismo se ha depreciado 47,5%: varió de 208 bolívares a 445,7 bolívares por dólar; mientras que la variación del precio ha sido 114%.